Al-Waght-Desde los principios del nuevo milenio han aparecido un gran número de discrepancias fundamentales entre Moscú y Washington. Sin embargo, estas discrepancias incrementaron después de la decisión de invasión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a Libia sin aval del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU), y la crisis siria. Más tarde, la intervención del Occidente en Ucrania generó los pretextos necesarios para la imposición de sanciones occidentales contra Rusia. La crisis de Ucrania dio lugar a un juego de sanciones entre Rusia y el Occidente, que busca presionar política y económicamente sobre Moscú.
Hay que tener en cuenta que Rusia al igual que el Occidente cuenta con el arma de sanciones y puede utilizarla para desafiar a sus rivales en el escenario internacional. Entretanto, los países europeos se encuentran en una posición más frágil en la guerra entre Moscú y el Occidente y principalmente debido a su cercanía geográfica a Rusia son mucho más débiles que Washington frente a las crisis políticas y económicas que podrían enfrentar en esta batalla. Por otra parte, Estados Unidos no mantiene cooperaciones económicas considerables con Rusia, por lo que está mucho más inmune que Europa ante los posibles embargos rusos.
Como Europa todavía no ha conseguido independizarse de Estados Unidos desde la implementación del plan Marshall después de la Segunda Guerra Mundial, siempre tiene que apoyar las políticas del país norteamericano aunque sufra grandes daños. Mientras aumentan las tendencias hacia la independencia en los países europeos, sobre todo Alemania, una nueva guerra de sanciones entre Estados Unidos y Rusia también podría separar Europea de Washington por lo menos en el campo de políticas económicas, ya que los países europeos no quieren ser víctimas de la disputa entre Moscú y Washington.
Por otro lado, Rusia ha establecido un imperio energético en las fronteras de Europa de manera que algunos analistas consideran a Moscú como la “estación del gas” de la Unión Europea (UE). Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), en el año 2012, un 70 por ciento de las exportaciones del gas y petróleo y Rusia tuvieron como destino Europa, en particular los países ricos que del oeste de Europa dependen de la energía rusa. Aunque durante los últimos años la UE ha intentado mucho reducir su dependencia de Rusia, hasta el momento no ha conseguido ninguna alternativa. El único plan diseñado por Europa fue el gasoducto Nabucco para el transporte de gas natural desde Erzurum, en Turquía, a Baumgarten an der March, en Austria. Sin embargo, este proyecto se convirtió casi en un sueño imposible debido a las políticas especiales de Rusia en Asia Central.
Por lo tanto, se puede concluir que en la batalla de Estados Unidos para mantenerse como una superpotencia y los esfuerzos de Rusia para restaurar su posición a nivel internacional, Europa, que no cuenta con una independencia política y militar en el escenario internacional, sigue apoyando las políticas de EE.UU. Este apoyo, sin duda alguna, puede provocar grandes daños a la economía europea. Europa, que es la principal víctima de las políticas punitivas y sanciones económicas estadounidenses a Rusia, se ve en un dilema entre seguir respaldando las posturas norteamericanas y adoptar una actitud independiente transcurridos 70 años de la Segunda Guerra Mundial. Cada uno de estos caminos cambiará el destino de la Unión Europea. En las circunstancias actuales, para reducir las presiones en su contra, los países europeos no tienen otra alternativa que convencer a Estados Unidos de frenar su política de sanciones contra Rusia.