Alwaght- En 1997, el politólogo estadounidense Zbigniew Brzezinski afirmó en su libro El gran tablero mundial: la supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, que sin Ucrania todos los esfuerzos de Moscú para recuperar su influencia en el territorio de la antigua Unión Soviética se enfrentarían al fracaso. La idea principal de esta obra se basaba en que EEUU solo podía conservar su posición como la única gran potencia mundial mientras no permitiera la aparición de una gran potencia en la región euroasiática. Por tanto, lo importante en la crisis ucraniana no son los problemas internos de ese país o la lucha contra corrupción y la dictadura, sino en realidad es un conflicto internacional por el poder y la influencia en la región.
La crisis ucraniana ha aumentado las tensiones verbales, sin precedentes desde la caída de la Unión Soviética (1991), entre líderes y autoridades políticos rusos y estadounidenses. Expertos afirman que se trata del inicio de una nueva guerra fría que conllevará consecuencias importantes para ambas partes.
1. El aumento de competencias geopolíticas en regiones estratégicas del mundo
La crisis ucraniana ha destacado las competencias geopolíticas entre Moscú y Washington en diferentes partes del mundo. Un ejemplo de este caso son las políticas de las dos partes en los avatares de Oriente Medio. Rusia está interesada en ampliar sus lazos con países como Irán, Siria, Irak, Egipto, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hezbolá) y los países latinoamericanos. Además, apoya a derechistas e izquierdistas en diferentes países europeos que podrían cambiar en el futuro el ambiente político europeo a favor de ese país.
2. La evidente incapacidad de EEUU en controlar y manejar las crisis internacionales
Desde el inicio de la crisis ucraniana, EEUU ha intentado ejercer su hegemonía de diferentes formas. Independientemente de su papel en el cambio del sistema político ucraniano, Washington nunca ha podido controlar la situación ante las medidas aplicadas por Moscú: mientras Rusia anexó Crimea y formó una península estratégica, EEUU se limitó a imponer sanciones contra ese país.
3. Exposición del poderío de Rusia en su entorno exterior
Desde la caída de la Unión Soviética, la política exterior de Rusia considera a las antiguas repúblicas soviéticas como el “exterior cercano”, y busca recuperar su influencia tradicional sobre estas. La crisis ucraniana ha tenido dos consecuencias cruciales para ese exterior cercano: Con la anexión de Crimea y la desestabilización de las partes oriental y sureña de Ucrania, Rusia demostró a los otros países independientes de la Unión Soviética que cualquier paso hacia el Occidente podría generarles consecuencias graves, y por tanto, los líderes de esos países debían tener cuidado en sus relaciones con Rusia y sus posibles privilegios a Occidente; ya que en el caso contrario estarían expuestos a peligros de inseguridad, inestabilidad y división.
Por otro lado, Rusia dejó claro a Occidente su capacidad de hacer cualquier cosa, incluso provocar la división e inseguridad de un país en la zona de su influencia tradicional sin permitir que EEUU y sus aliados puedan reaccionar. Y esto significa que Rusia es el poder más grande de la región euroasiática y ni Washington ni sus aliados pueden competir con este país.
4. La recuperación de la identidad rusa
Tras la caída de la Unión Soviética, los rusos se sentían humillados, pero los avatares en Ucrania permitieron la recuperación de la identidad rusa, no solo en Rusia, sino también en la mayoría de los países en los que viven poblaciones de etnias rusas.
5. El crecimiento de los enfoques negativos en la opinión pública
La opinión pública siempre ha sido una de las bases para la orientación de la política exterior de un país, de manera que normalmente los gobiernos intentan establecer una coordinación entre la opinión pública y su política exterior.
La crisis ucraniana ha resultado en el aumento de la visión negativa en la opinión pública de los pueblos de Rusia y EEUU: Según un sondeo realizado por Levada Center, en noviembre de 2014, la visión positiva de EEUU cayó entre los rusos, de manera que al principio de ese año un 43 % de los rusos tenía una opinión positiva hacia los estadounidenses, pero al final del año solo un 18 % conservaba esa visión. En cuanto a la visión negativa, la cifra de principios del año recaía en 44 %, mientras que al final alcanzó 74 %. Así que el estudio de la situación interior de Rusia muestra el aumento de sentimientos anti-EEUU.
Por otro lado, las encuestas en EEUU muestran lo mismo. Un sondeo de Gallup realizado en febrero de 2014, indicó que dos tercio de los estadounidenses tenían una visión negativa hacia Rusia y su presidente Vladimir Putin. Este resultado era la peor opinión de estadounidenses hacia Rusia desde 1999, es decir, la llegada al poder de Putin.
Con todo lo tratado hasta el momento, se puede llegar concluir que a pesar de que no existe una discordia ideológica fundamental entre Rusia y EEUU, como la que existía en la época de la guerra fría, todavía existen competencias geopolíticas y, por esta misma razón, todavía compiten para satisfacer sus intereses. Esta competencia incluye varios altibajos que van desde ciertas cooperaciones tácticas hasta conflictos limitados.