Alwaght- El Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, ha instado este martes a los gobiernos islámicos a tomar medidas prácticas contra la represión y el genocidio de los musulmanes rohingyas en Myanmar (Birmania).
“Por supuesto, las medidas prácticas no significan despliegues militares. Más bien, ellos (los gobiernos islámicos) tienen que aumentar su presión política, económica y comercial sobre el gobierno de Myanmar y denunciar estos crímenes ante organizaciones internacionales”, ha declarado el Líder iraní.
Además ha criticado fuertemente el silencio y la inacción de los organismos internacionales y autoproclamados defensores de los derechos humanos sobre las atrocidades en curso en el país asiático.
El ayatolá Jamenei subrayó que la crisis en Myanmar es una cuestión política y no debe reducirse a un conflicto religioso entre musulmanes y budistas, aunque ha dicho que el prejuicio religioso pudo haber estado involucrado.
“Este es un asunto político porque el partido que ha estado llevando a cabo las atrocidades es el gobierno de Myanmar, liderado por una mujer cruel que ha ganado el premio Nobel de la Paz. Estos incidentes marcaron, de hecho, la muerte del premio Nobel de la Paz”, ha aseverado.
El ayatolá Jamenei también ha declarado que la Organización para la Cooperación Islámica (OCI) debería reunirse para discutir la crisis en Myanmar.
“El mundo de hoy es el mundo de la opresión, y la República Islámica tiene que mantener para sí el honor de hablar en contra de la opresión en cualquier parte del mundo, ya sea en territorios ocupados por sionistas, en Bahréin, Yemen o Myanmar”, ha concluido.
Al menos 400 personas han muerto en Rajine desde que el Ejército birmano intensificó la represión militar contra los rohingyas en las últimas semanas, convirtiéndola en la peor ola de violencia contra la minoría perseguida en décadas, según cifras oficiales.
Rajine, el hogar de un gran número de musulmanes rohingyas, que ha sido escenario de violencia comunal a manos de extremistas budistas desde 2012.
El Gobierno birmano niega la plena ciudadanía a la población de 1,1 millones de habitantes rohingyas y los considera como inmigrantes indocumentados de Bangladés. Sin embargo, muchos creen que los rohingyas son una comunidad de antiguo linaje en Myanmar.