Alwaght- Arabia Saudí y Turquía “han llegado a un acuerdo sobre una nueva y agresiva estrategia para derrocar al gobierno de Bashar al-Asad”, lo que ha provocado preocupaciones para EEUU, señala un informe publicado en mayo en Associated Press.
De acuerdo con la fuente, las preocupaciones estadounidenses se fundan en dos aspectos, “uno, el fortalecimiento del grupo Al-Nusra, vinculado a Al-Qaeda, que forma parte de la estrategia común de Arabia Saudí y Turquía y, el otro, la toma del poder en Siria de un peligroso régimen extremista tras la derrota del presidente Bashar al-Asad”.
Es evidente que el objetivo que buscan Arabia Saudí y Turquía en sus esfuerzos para derrocar el gobierno de Al-Asad es cortar la influencia de Irán en Siria y, por ende, bloquear el vínculo entre Irán y Hezbolá en El Líbano.
Sobre el tema, Washington Post informó que el pacto entre Arabia Saudí y Turquía ha desembocado en una nueva coalición de fuerzas extremistas denominada Jeish Al-Fath en Siria. La primera victoria importante de los miembros de esta alianza fue la ocupación de la ciudad estratégica de Idlib a finales de marzo. El periódico estadounidense agregó que el grupo de Al-Nusra es considerado una parte de esta coalición. Por lo tanto, parece que la unidad entre Turquía y Arabia Saudí ha obtenido su primera victoria importante.
Hay muchos informes sobre la ayuda de Arabia Saudí y Turquía a los grupos extremistas que luchan contra el gobierno de Al-Asad. Sin embargo, una de las más polémicas noticias al respecto se refiere a las declaraciones que hizo en abril el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, en la Universidad de Harvard. Este funcionario norteamericano, nombrando a Arabia Saudí y Turquía, dijo que “nuestros mismos aliados en la región (Oriente Medio) son el principal problema de EEUU en Siria”. Agregó que Arabia Saudí y Turquía anhelaban tanto derrocar a Al-Asad que daban millones de dólares y toneladas de armas a cualquiera que alegara luchar contra el presidente sirio. “No pudimos convencerlos que cortaran estas ayuda”, lamentó Biden.
Riad y Ankara endurecieron su política de no hacer caso a Washington en verano de 2013, cuando EEUU no se manifestó dispuesto a lanzar ataques aéreos para derrocar al gobierno de Al-Asad. Tras esto, con el desarrollo imprevisto de Daesh y la política de EEUU para combatir a los terroristas, la derrota de Al-Asad fue excluida de la agenda de las políticas estadounidenses.
Hasta ahora, Turquía no se ha unido a la coalición liderada por EEUU en la lucha contra Daesh y Turquía hace caso omiso a las repetidas peticiones para que cierre sus fronteras a los combatientes extranjeros. En los últimos meses, la discrepancia sobre Siria ha oscurecido las relaciones entre Washington y Ankara.
Entre los planes del nuevo rey saudí, Malek Salman, desde que llegó al poder, se encuentra la política agresiva que aplica contra Irán para socavar su influencia en la región. La invasión militar saudí a Yemen es parte de esta estrategia saudí. Entre tanto, la gran preocupación de EEUU es que una eventual continuación de la operación saudí contra su vecino sureño, dé lugar a la repetición de los acontecimientos de Siria en Yemen y que se fortalezcan los grupos extremistas, como Al- Qaeda de la Península Arábiga, cuyo centro de operaciones está en Yemen y que ha intentado fracasadamente dos veces volar un avión civil estadounidense.
El problema de Arabia Saudí y sus aliados en la región no es sólo el programa nuclear iraní que EEUU intenta resolver. De acuerdo con expertos, lo que inquieta realmente a Riad es que Irán llegue a un acuerdo con las potencias mundiales que le permita salir del aislamiento y fortalecer sus bases económicas y, de hecho, aumentar su influencia en Yemen, patio trasero de Arabia Saudí. Además, que aumente el apoyo a los chiíes de Baréin, su dominio sobre Irak y, algo muy importante, que cause disturbios entre los chiíes de Arabia Saudí y así amenazar las columnas de la monarquía saudí.
¿Se puede deducir de los acontecimientos que están desarrollando en Oriente Medio que el timón de los sucesos ya no está en manos de EEUU, como una potencia militar y política omnipotente?
Los acontecimientos mencionados prueban esta hipótesis. Diez años atrás, era inaceptable que Arabia Saudí o Turquía aplicaran políticas y estrategias en contra de los reclamos de EEUU. El endurecimiento de la rivalidad entre Irán y los países árabes del Golfo Pérsico, las guerras subsidiadas de Irán, de un lado, y las de Turquía y Araba Saudí, del otro, y finalmente el acercamiento a un fin pacífico de la crisis nuclear iraní, han causado que los actores regionales actúen independientemente y como consecuencia se reduzca el papel de Washington en la región.
Empero, hay signos que evidencian que quizás Washington no está descontento con las condiciones existentes.
Según un informe publicado recientemente en New York Times, EEUU ha rechazado muchos años la venta de armas avanzadas a los países árabes, con el fin de que mantener la superioridad armamentística de Israel sobre los árabes. Este informe agrega que “dado que Israel y los países árabes se han alineado prácticamente contra Irán, la Administración del presidente Barack Obama ha dado su visto bueno a la venta de las armas sofisticadas a los países del Golfo Pérsico. Ahora, según expertos de las industrias militares, la caótica situación de la región y la decisión de los países ricos suníes para confrontar al Irán chií, resultarán en el aumento de las demandas de compras de armas militares sofisticadas”.
Sólo el año pasado, Arabia Saudí gastó 80 mil millones de dólares en compras de armas. Emiratos Árabes desembolsó 23 mil millones de dólares y Catar destinó 11 mil millones de dólares en adquirir helicópteros tipo Apache.
En otra parte del informe de New York Times se indica que “las agencias de inteligencia estadounidenses piensan que las guerras subsidiarias en Oriente Medio posiblemente duren varios años. Este tema ha motivado que los países de la región expresen su voluntad para comprar los cazas F35, el rey de las armas estadounidenses”. Los cazas F35 son furtivos y no pueden ser interceptados por el sistema defensivo S300 que, según anuncios, Rusia entregará a Irán. Cada caza F35 cuesta unos 400 millones de dólares.
Está previsto que las autoridades de los países árabes del Golfo Pérsico se reúnan el jueves 14 de mayo con Obama en Camp David. En la agenda de discusiones están incluidos la venta de armas y un acuerdo de seguridad entre EEUU y esos países árabes. Los expertos creen que es casi imposible que EEUU acepte un acuerdo que autorice a Arabia Saudí a empezar una guerra contra Irán, aunque es posible que EEUU dé algún tipo de garantía a esos países al respecto. O sea, si se logra un acuerdo de seguridad, Arabia Saudí no podría lanzar una guerra contra Irán con el absoluto apoyo estadounidense.