Más de 1.500 millones musulmanes de todo el mundo (casi la cuarta parte de la población del globo) comienzan a partir de mañana el mes de ayuno de ramadán, el más importante de su calendario por constituir uno de los cinco pilares del islam.
Durante este mes los musulmanes que hayan alcanzado la pubertad no podrán comer, beber, fumar ni mantener relaciones sexuales mientras el sol esté en el horizonte, y de esta obligación solo se libran las mujeres que menstruan y las embarazadas, los enfermos con ciertas dolencias y los viajeros que realizan un trayecto penoso, aunque todos ellos deberán "devolver" más tarde los días de ayuno.
Las horas exactas de la salida del sol y del ocaso aparecen hoy en día en cualquier pantalla de teléfono, pero las mezquitas también se encargan de recordarlo con sus llamadas a la oración del "Fayer" (alba) y del "Mogreb" (ocaso), y las grandes ciudades utilizan además cañonazos o sirenas para marcar el esperando momento de la puesta de sol.
En los países de mayoría musulmana, la vida se transforma por completo durante el mes del ayuno: las empresas, las oficinas públicas y las escuelas acortan sus horarios para hacer más llevadero el ayuno, mientras que los cafés y restaurantes cierran durante las horas diurnas y hacen su mayor negocio en las nocturnas.
Paradójicamente, el mes del ayuno es también el mes en que se registra un mayor gasto por alimentos en los hogares, y los indicadores de consumo se disparan en este mes sagrado, así como los precios de la cesta de la compra.
Son muy pocos los países que obligan por ley al ayuno y castigan al infractor (Arabia Saudí, Bahrein, Pakistán, Afganistán, Irán, Malasia, Brunei y Marruecos); en la mayor parte del mundo musulmán el ramadán se cumple por voluntad propia o por presión social, y es inusual ver a una persona infringiendo el ayuno en público.
La observancia del ayuno se convierte en uno de los mejores termómetros para medir el arraigo en el mundo del islam, que es actualmente la religión que más crece a nivel global y en la que más crece la práctica junto a la creencia.
Un reciente estudio del prestigioso Pew Research Center de Estados Unidos preguntaba: "¿Cuánto importa el islam en tu vida", y los resultados eran abrumadores: más de un 90 % de los entrevistados en África y el sudeste asiático (donde se concentran la mayoría numérica de musulmanes) decían que "importa mucho"; y el porcentaje era de más del 80 % en el mundo árabe y Turquía. Solo bajaba del 70% en las ex repúblicas soviéticas.
Ese mismo estudio preguntaba por cuestiones más concretas sobre la observancia, como la frecuencia del rezo, la asistencia a la mezquita, la lectura del corán o la entrega de limosnas, y de todas ellas, el ayuno en ramadán era con mucha diferencia la práctica islámica más respetada entre los musulmanes de todo el mundo.
Teniendo en cuenta el rápido crecimiento demográfico de las regiones del mundo con más musulmanes (Asia y África), que será el doble que el global, se calcula que los musulmanes casi van a duplicar su número en 2050 hasta sumar 2.800 millones de almas, lo que los convertirá entonces en la primera religión del mundo, por delante del cristianismo.
Si la observancia de la religión en África y Asia sigue creciendo, como viene registrándose en las últimas décadas, en ese horizonte de 2050, uno de cada tres seres humanos ayunará en ramadán.
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