La historia de la presencia de Estados Unidos en Asia Central se remota a los principios de la década de 1970, después de los avatares de la Unión Soviética. Antes de la citada fecha, no existía ningún antecedente significativo de las relaciones políticas y comerciales entre ambas partes. Tras el desmantelamiento de la Unión Soviética, la monopolarización del mundo y la creación de un nuevo orden mundial por parte de EEUU, Washington buscaba eliminar sus inquietudes sobre la resurrección del otro polo, por eso, puso en su agenda estratégica la debilitación de Rusia.
En esa época, Estados Unidos –influenciado por el dominio de los neoconservadores- adoptó un enfoque revisionista y revolucionario sobre Asia Central. Es decir, durante esos años, los estadounidenses tenían un plan centrado en el gran Oriente Medio, donde querían llevar a cabo cambios radicales en la estructura de poder de los países de la región. Los neoconservadores suponían que el establecimiento de gobiernos democráticos en lugar de los autoritarios podría evitar el desarrollo de enfoques fundamentalistas. Pese a ello, el fracaso de Washington en estabilizar la situación en Irak y Afganistán y, a continuación, la victoria electoral de Barack Obama en las presidenciales de 2008, resultaron en el cambio de esta estrategia. La elección de Obama como presidente de EEUU causó un giro significativo en la visión de Washington hacia Asia Central. El “Pivote asiático” es un enfoque nuevo y diferente con distintos significados para los actores dentro y fuera de EEUU. Entre los mensajes que tiene, figura el traslado de la concentración de Oriente Medio a Asia.
Lo notable sobre este giro en la política de EEUU en cuanto a Asia Central es que teniendo en cuenta las diminutas capacidades de los países de la zona, ¿Qué importancia tendrá este nuevo enfoque para Estados Unidos? O en palabras más sencillas: ¿Cuáles son los planes, estrategias y objetivos de Obama en Asia Central?
La victoria con gran margen de Obama en las elecciones presidenciales puso de manifiesto una necesidad real de cambios en la política exterior de EEUU. Por esto, hay dichos y discusiones sobre los cambios y transformaciones que Obama puede implementar en el campo de la política exterior, dado que las inquietudes sobre la pérdida de la posición global de EEUU, la crisis financiera, el fracaso de la política exterior y el crecimiento global han provocado una desesperación entre los responsables del país.
Según varios especialistas, el orden internacional vive una época de renacimiento y transición que puede acabar en el fin del sistema mono-polar, liderado por Estados Unidos, la caída de las potencias occidentales, incluidas las europeas, y la emergencia de potencias regionales y globales a través de instrumentos económicos y tecnológicos. Esto lo podemos entender al revisar la tradición estadounidense en campo internacional, a partir de la Guerra Fría.
Por lo tanto, considerando este historial, se puede decir que EEUU siempre ha adoptado una postura pasiva en cuanto a los acontecimientos en Asia Central. EEUU necesita diseñar un programa para crear la estructura que desea en la región. La actual generación de líderes norteamericanos tiene la oportunidad de crear cambios en las relaciones con toda la región. Pues, tiene lógica que Obama envíe a las autoridades de su gobierno a Asia Central, región que considera prioritaria en muchos temas de interés para la seguridad nacional de EEUU. Con este antecedente, el Gobierno de Barack Obama busca que Asia Central esté en primera línea de la política estadounidense. Concretamente hay que recordar que las negociaciones y relaciones con EEUU es también una solicitud de los propios gobiernos de Asia Central.