Amelia Bannan sufrió una grave lesión cerebral por un accidente de tráfico cuando estaba embarazada de seis meses
La argentina Amelia Bannan cumple hoy 34 años en la clínica donde acaba de salir del coma. La celebración tiene un invitado de honor: Santino, el bebé al que dio a luz en Nochebuena, pero que no conoció hasta tres meses y medio después, cuando el pasado 8 de abril despertó del accidente de tráfico que la había dejado inconsciente. "Estábamos en la clínica con Norma, mi otra hermana. Le contábamos cosas a Amelia y nunca teníamos respuesta, pero de pronto escuchamos un 'sí'. '¿Amelia estás escuchando?', le pregunté y volvió a decir que sí. Le pedí que me sacara la lengua y la sacó. Fue una emoción, me quedé sin palabras", recuerda su hermano mayor, César Bannan, desde Posadas, capital de la provincia de Misiones (noreste).
Todo comenzó el pasado 1 de noviembre. Amelia se desempeñaba como policía en la localidad misionera de San Pedro. Estaba embarazada de seis meses y ese día tuvo un presentimiento. "No viajemos, si subimos a ese auto será solo para volcar", le dijo a una compañera horas antes de regresar desde su comisaría hasta Posadas. Sus colegas la convencieron para que viajara con ellos, pero a medio camino recibieron un golpe por detrás, el conductor perdió el control y se estrellaron. Bannan sufrió una grave lesión cerebral y quedó inconsciente, pero el bebé que esperaba sobrevivió en su vientre y los otros cuatro ocupantes del vehículo salieron ilesos. Desde ese día, el feto se desarrolló con normalidad mientras su madre permanecía inconsciente, postrada en la cama de un hospital.
A finales de diciembre, Amelia abrió los ojos, movió las manos y aunque no era capaz de comunicarse, comenzó a tener contracciones. Como no dilataba, el 24 de diciembre le realizaron una cesárea de urgencia. "Nació en Nochebuena, fue un milagro", asegura César. Santino pesó 1,890 kilos y permaneció un mes en la unidad de cuidados neonatales. "Nació y crece bien, no tiene una complicación de nada. Es un guerrero total", afirma con orgullo de tío. Pero en esos primeros días, las débiles señales vitales de Amelia volvieron a apagarse y recayó en el coma. "Era desesperante. Todos los días era hablarle de cosas nuevas, acercarle al bebé, pero no había respuesta", detalla, aliviado por "el segundo milagro" de haber visto a su hermana volver a la vida.
Una evolución rápida
La paciente mejora ahora con rapidez, según el fisioterapeuta que supervisa su rehabilitación, Roberto Gisin. "Primero decía sí y no, ahora está logrando contestar preguntas y responder consignas", explica. Amelia ya puede darse la vuelta sola, mueve las cuatro extremidades y si no hay contratiempos, Gisin cree que volverá a andar en unos meses. Aún así, aclara que es aún "una paciente de riesgo" y es necesario avanzar con prudencia para evitar retrocesos, por ejemplo a la hora de recuperar la ingesta oral de alimentos, que durante cinco meses fue sustituida por una sonda.
Su familia es consciente del largo trabajo de recuperación que Amelia tiene por delante, pero celebran cada pequeño gesto. "Le dimos un chupetín (chupa chups) y lo lamió", confiesa César. Su pareja, también policía, pasa todo el tiempo que puede con ella, pero su mayor estímulo es el bebé, al que besa y acaricia cuando puede tenerlo sobre el pecho, dos veces al día. En un primer momento no lo reconoció y creyó que era su sobrino. "Recuerda cada vez más cosas de su infancia, pero no el embarazo", dice su hermano.
Aún es pronto para saber si el accidente le dejará secuelas, dicen los médicos, pero en su círculo íntimo rezan para que no sea así. César agradece las muestras de cariño recibidas y cree que la historia de su hermana puede ser inspiradora: "Tenemos esperanza y queremos transmitirla a los que atraviesan una situación similar. Ya vimos que los milagros son posibles, nunca hay que bajar los brazos".
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