Los telómeros son las puntas protectoras presentes al final de cada hebra de ADN y son indicativas de la edad celular.
Unos telómeros más largos son esenciales para la duplicación celular. Con cada ciclo de división celular, se recorta un pedazo de los telómeros. Cuando estos alcanzan una longitud crítica, la célula ya no se puede multiplicar. Por eso, la erosión de los telómeros es un rasgo típico del proceso de envejecimiento, y se comporta como un reloj de arena de la vida. A mayor longitud de los telómeros, más tiempo de vida queda por delante (excepto ante amenazas obvias como por ejemplo una infección microbiana potencialmente mortal). A menor longitud, menor tiempo de vida restante.
Sin embargo, el lirón de la especie Glis glis, un pequeño roedor que hiberna, va a contracorriente de lo que parecía una norma inamovible. A diferencia de los humanos y otros animales, la longitud de los telómeros en esta especie se incrementa notablemente en la segunda mitad de su vida. Así lo ha comprobado el equipo de Franz Hoelzl, de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena en Austria.
Hasta donde saben Hoelzl y sus colegas, ningún estudio anterior ha informado sobre el fenómeno de que con el aumento de la edad se alarguen los telómeros.
Aparentemente, este patrón único es debido al peculiar ciclo de vida de esta especie. Los individuos pueden alcanzar una edad máxima de 13 años, la cual es muy avanzada para un roedor pequeño. Esta vida de duración extrema está casi con toda certeza relacionada con su capacidad de alargar los telómeros y generar así un cierto efecto de rejuvenecimiento, tal como indica Hoelzl.
En las células somáticas normales, los telómeros se ven recortados con cada división celular. Además, el estrés oxidativo tiene un fuerte efecto sobre la erosión de los telómeros. Sin embargo, el ritmo de acortamiento de estos varía entre especies. Por ejemplo, se ha demostrado con anterioridad que los telómeros de animales silvestres que envejecen rápido y viven poco tiempo se erosionan más deprisa que los de las especies cuyos individuos tienden a vivir mucho y a envejecer despacio.
Los telómeros de los animales pequeños llegan pronto a la longitud crítica en su acortamiento, pero en el lirón de la especie Glis glis incluso crecen. Hoelzl y sus colegas hallaron que la longitud de los telómeros de los individuos jóvenes de la citada especie de lirón era modesta, pero que se incrementaba notablemente una vez que alcanzaban los seis años de edad o más. Además, el ritmo de alargamiento de los telómeros aumentaba con la edad de los individuos de esta especie.
El análisis de datos de reproducción a largo plazo de la misma población muestra que la probabilidad de reproducirse también se incrementa con la edad. Ello podría indicar que el alargamiento de los telómeros forma parte de una preparación para los futuros eventos reproductivos, dado que la gestación y la lactancia podrían aumentar el estrés oxidativo, y la evolución podría favorecer la protección así mejorada del genoma de estos animales.
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