El cineasta Manuel Gil Parrondo, ganador de dos premios Oscar y reconocido también con cuatro Goyas, ha fallecido este sábado a los 95 años, según han informado a Efe fuentes de la Academia de Cine.
Su sobrino Óscar ha explicado a Efe que Gil Parrondo (Luarca, Asturias) ha fallecido en torno a las tres de la tarde en su domicilio, en el que vivía junto a su mujer, Gabi Insúa.
"No tenía otra enfermedad que la de ser mayor. Este año hemos estado rodando, a partir de una novela de Sánchez Piñol, una película -"Cold Skin", aún sin estrenar- y seguía en activo", ha detallado su familiar.
Con Carlos Saura estaba preparando desde hace tiempo un proyecto sobre Picasso y lo último que había estrenado era la película de José Luis Garci Holmes & Watson. Madrid Days (2012), ha explicado.
Un premiado cineasta
Nacido el 17 de junio en 1921 en Luarca (Asturias), comenzó a trabajar como ayudante de decoración en 1939 y en 1951 asumió la dirección artística de la película Día tras día (1951), de Antonio del Amo, e inició una prolífica etapa para luego trabajar en diversas producciones estadounidenses que se rodaban en España, como El Cid (1961)
Fue el responsable de decorados tan impresionantes como los de Lawrence de Arabia (1962) o Espartaco (1960) y trabajó con directores como George Cukor, Stanley Kubrick, Orson Welles o Anthony Mann.
Sin embargo, los grandes reconocimientos le vinieron en las últimas décadas de su carrera, con tres nominaciones al Oscar, de las cuales se llevó dos por Patton (1970) y Nicolás y Alejandra (1971); y con cuatro premios Goya por Canción de Cuna (1994), Una historia de entonces (2000), Tiovivo c. 1950 (2004) y Ninette (2005). Además, obtuvo otras cuatro nominaciones a este premio español.
Muy unido a Garci y defensor del cine español
Asimismo, Gil Parrondo se encargó de la dirección artística de casi todas las películas de José Luis Garci desde Volver a empezar (1981) y trabajó con otros directores españoles como Jaime Chávarri o Pilar Miró, además de en series de televisión de Mario Camus, Pedro Masó o Fernando Méndez Leite.
Aseguraba que él no había hecho películas "ni buenas ni malas" y achacaba su participación en películas como El retorno de los mosqueteros (1989), de Richard Lester, o su trabajo con actores de la talla de John Huston, Ava Gadner y Charlon Heston a su "buena suerte, además de algo de trabajo".
No tenía ninguna película preferida entre las que había hecho pero sí le hacía mucha ilusión haber trabajado tanto, y con tanto éxito, en el cine español, según explicaba.
Siempre se sintió decorador de cine más que director artístico y decía que eso, a pesar de "las máquinas diabólicas", como él se refería a la tecnología digital, no había variado.
Le gustaba recordar la etapa de su trabajo con Sigfrido Burgmann, un hombre que le enseñó "todo" y con el que trabajó 14 años.
Aquella, la de la célebre Cifesa, decía, fue una época dorada porque "se hacían muchas películas a la vez" y había que crear desde castillos medievales a ciudades enteras, aunque su ídolo era Cedric Gibbons, el director artístico de la Metro.
El realismo en el decorado era su seña de identidad ya que creía que la función del decorado era "copiar a la naturaleza" y que lo "falso" pasara "inadvertido" y a ello permaneció fiel toda la vida, como lo fue a su querido Real Madrid, al que iba a ver todos los domingos acompañado de su íntimo amigo Julián Mateos.
rtve