Alwaght- Tras el inicio de la crisis económica en Europa, surgida en el año 2008, se reveló la incompetencia de los sistemas políticos de los países de este continente para actuar ante las situaciones difíciles. Las consecuencias de esta crisis, acaecida paralelamente con la creciente llegada de inmigrantes a Europa, resultaron en que la tasa de desempleo aumentara 4 puntos hasta situarse en 11 por ciento. Algunos estados del bloque se vieron obligados a tomar medidas de austeridad para evitar el desarrollo de la crisis.
El caos se incrementó cada vez más tras el agravamiento de la guerra en Siria, Irak, así como en el norte de África. Según los datos proporcionados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) solo en el caso de Grecia, el número de refugiados que llegaron en 2014 desde Asia y África registró un aumento de 408 % con respecto al año anterior.
En esta situación, los pueblos europeos pedían medidas más severas para controlar el flujo masivo de inmigrantes; entre ellas reforzar las fronteras nacionales y oponerse a aceptar las políticas aprobadas por el Parlamento Europeo (PE). Transcurridos más de 50 años desde la formación de un órgano transnacional, denominado la Unión Europea (UE), actualmente debido a los problemas económicos y sociales la nación solicita una vuelta al nacionalismo.
De esta manera, los partidos derechistas son recibidos con beneplácito cada vez más por parte de la gente. Los europeos desean que la derecha, a través de impulsar los valores del cristianismo, defienda su identidad religiosa ante las ofensivas de los refugiados musulmanes, además por medio de fortalecer el nacionalismo, evite la imposición de posibles derrotas económicas de otros estados a su propio país, como fue el caso de Grecia.
La mayoría de los británicos votó a favor del Brexit y empoderó al partido derechista, esperando que hiciera realidad sus deseos.
Los partidos de extrema derecha están activos en diversas formas casi en todos los países europeos. Los líderes de dichas facciones políticas toman duras posturas a favor de temas como defender los valores, la cultura y la identidad nacional, y en contra de la moderación política respecto a los casos como la crisis económica y los solicitantes de asilo. De este modo, la derecha se representa como la única fuerza prometedora hacia el cambio.
El avance de los mencionados partidos empezó hace una década a pesar de que algunos fueron formados en los años 70 y los 80. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, cualquier apoyo a los partidos de extrema derecha se consideraba un tabú en muchos países europeos, debido al temor público del retorno del fascismo y el nazismo.
Actualmente, las facciones políticas de izquierda y centroderecha son las que cuentan con el voto de la mayoría de los europeos y los partidos ultraderechistas no tienen la popularidad necesaria para formar gobiernos en solitario. Sin embargo, la Unión Europea debe buscar soluciones a corto plazo para los problemas económicas y sociales si quiere preservar el bloque.
Tras Brexit, que mostró el aumento de la popularidad de los nacionalistas, Alemania y Francia son otros países que enfrentarán el próximo año grandes retos. La elección de un nuevo canciller en Alemania y los comicios presidenciales en Francia ha creado una oportunidad para que los partidos derechistas se concentren en los problemas económicos y sociales para llegar al poder. En Francia, François Fillon, del partido Los Republicanos, acaba de ser elegido como candidato de la derecha en elecciones presidenciales.
El aumento del poderío de los partidos derechistas en los países europeos podría dañar el multiculturalismo en el bloque y las reacciones negativas a la llegada de los refugiados, la mayoría de ellos musulmanes, podría generar tensiones entre musulmanes y cristianos.
Los líderes de facciones derechistas se concentran mucho en la islamofobia y xenofobia para aumentar su propia popularidad. Las investigaciones en Bélgica y el Reino Unido muestran que los ultraderechistas reciben un gran apoyo en las regiones donde viven más musulmanes.
Además, los derechistas podrían llevar al colapso a la UE para materializar sus objetivos económicos. Su método para impulsar el crecimiento económico es aplicar políticas proteccionistas y oponerse al libre comercio.
Si Europa llega a este punto, ya no podrá desempeñar un papel clave en los acontecimientos internacionales. No cabe duda que esta situación será a favor de Rusia ya que Moscú no tendrá obstáculos para reforzar sus vínculos con los países de Europa Oriental.
El colapso del bloque europeo podría llevar al continente a volver a experimentar lo que pasó en los siglos XIX y XX, cuando los países europeos creaban coaliciones en pro de sus intereses nacionales y así allanaban el terreno para las colonizaciones y guerras mundiales.