Alwaght- El candidato republicano, Donald Trump, ganó las elecciones presidenciales y su partido se hizo con el control del Congreso y el Senado; el hecho que debería satisfacer a los republicanos. Sin embargo, la elección de Trump es una señal de la protesta de los ciudadanos contra el sistema político del país y no es así que el magnate sea un representante verdadero de su partido.
Trump, durante su campaña electoral, rechazó el conservatismo como una característica de los republicanos y dijo que iba a reducir los gastos militares y solucionar las crisis a través de vías diplomáticas. Además, prometió concentrarse en los problemas económicos internos del país y expulsar a los inmigrantes mexicanos, los musulmanes e indocumentados.
Las promesas electorales de Trump que están basadas en un enfoque anti-globalización, racista y anti-militar, no están vinculados con las ideologías de los republicanos y parecen mucho a los pensamientos de los partidos ultraderechistas. Pero, en cualquier caso, Trump sucede a Barack Obama aunque no sea el representante auténtico de su facción política.
En esta situación, Trump se enfrentará con muchos problemas. Durante las elecciones, Hillary Clinton captó la mayoría de los votos en las urnas, pero finalmente fracasó ante Trump. De ahí que el primer desafío para el nuevo presidente es la oposición de los votantes que no lo toleran. Este problema presionará mucho a Trump a la hora de tomar decisiones.
Por otro lado, las posturas de Trump durante la campaña electoral crearon una brecha entre los republicanos hasta un nivel que los Bush votaron a favor de la demócrata Clinton. En cualquier caso, Trump asumirá el cargo dentro de casi un mes. En estas circunstancias, los republicanos deben controlar la estructura política para que su partido no pierda la credibilidad ante la opinión pública.
Si el nuevo presidente no puede cumplir sus promesas, el que será más perjudicado será el partido republicano y no Trump. Por eso, los republicanos buscan compartir el poderío teniendo en cuenta que los republicanos mantienen la mayoría en las dos Cámaras.
Lo que mostrará si los republicanos cooperan con Trump o no será las políticas del Secretario de Estado de EEUU durante el mandato del nuevo mandatario. Mientras, Trump tiene posturas diferentes respecto a otros republicanos sobre la política exterior de su país y busca reducir las intervenciones militares de Washington en el mundo.
Si Trump no comparte el poder con los republicanos, se enfrentará con obstáculos para poner en práctica sus políticas en el Senado y el Congreso ya que los opositores de Trump en su partido han mostrado que si es necesario, se alinearán con los demócratas para no dejar que Trump lleve a cabo sus planes.
Se espera que los republicanos den mano libre a Trump en las políticas económicas y teniendo en cuenta que Trump ha tenido buenas experiencias comerciales, no es imposible que pueda mejorar la situación económica del país.
No hay que pensar que la oposición de Trump con las ideologías de los republicanos pueda cambiar el futuro del partido. De hecho, nadie puede cambiar así la estructura política de Estados Unidos. No se debe olvidar que Trump no tiene popularidad entre los republicanos y las personas que han apoyado al magnate lo han hecho por objetivos tácticos y no estratégicos.
Por eso, las elecciones de 2018 podrían crear una oportunidad para que los republicanos recuperen su unidad; un hecho que indica que los partidos modernos, pese a muchos altibajos que enfrentan, sobrevivirán políticamente por su flexibilidad y su estructura no se modificará fácilmente.