Los cambios térmicos globales provocados por el cambio climático inducido por el ser humano afectan ya a la mayoría de los aspectos de la vida en la Tierra con alteraciones en ecosistemas y en especies que incluso genera cambios genéticos, pese a que la temperatura global ha aumentado un grado centígrado en comparación con los niveles de la era preindustrial.
Así lo afirman investigadores del Centro ARC de Excelencia para Estudios de Arrecifes de Coral y la Universidad de Queensland (Australia), y la Universidad de Florida (Estados Unidos), y en el que participa BirdLife International. Los científicos analizaron los procesos ecológicos clave para que haya ecosistemas marinos, de agua dulce y terrestres de forma saludable.
El estudio, realizado por científicos de 10 países y publicado en la revista Science, indica que el 80% de esos 94 procesos ecológicos muestran signos de estrés y de respuesta al cambio climático con modificaciones que afectan a las redes de alimentación y generan aún mayores cambios y adaptaciones entre los seres vivos.
Los impactos para los seres humanos incluyen el aumento de plagas y brotes de enfermedades, la reducción de la productividad de las pesquerías y la disminución de los rendimientos agrícolas.
Cambios evolutivos tangibles
Lo significativo del estudio es que, junto a los cambios fácilmente observables como la floración de una planta como consecuencia de una primavera adelantada, se está produciendo una silenciosa modificación de la configuración genética de los seres vivos.
El estudio indica que algunas salamandras han reducido su tamaño alrededor de un 8% durante los últimos 50 años (un cambio similar en seres humanos equivaldría a una reducción de tamaño de 15 centímetros). Durante este mismo periodo, tres especies de aves paseriformes del noreste de Estados Unidos han disminuido la envergadura de las alas en un 4%.
Los correlimos gordos, un ave límicola que se reproduce en el Artico, tienen descendientes más pequeños, con picos más cortos, lo que afecta a sus perspectivas de crecimiento.
Lo contrario les está sucediendo a algunos mamíferos en aguas más frías, donde un clima más templado significa más comida. Por ello, la marta americana y la marmota de vientre amarillo están aumentando su tamaño.
Más machos o más hembras
De la misma manera, está decreciendo el melanismo (es decir, el exceso de pigmentación oscura que se observa en panteras negras o en cuervos), ya que no favorece la necesaria termorregulación de los animales, que han de enfrentarse a climas más cálidos.
Por otro lado, especies cuya determinación sexual se ve afectada por las temperaturas están teniendo cambios en el ratio sexual de sus poblaciones. Así, algunas especies de lagartos están incrementando la creación de machos, mientras ciertas especies de tortugas producen más hembras.
"Ahora tenemos evidencia de que con sólo 1ºC de calentamiento global ya se están haciendo sentir grandes impactos en los sistemas naturales", afirma Brett Scheffers, autor principal del estudio, quien añade: "Los genes están cambiando la fisiología de las especies y características físicas como el tamaño corporal están modificándose. Las especies se están moviendo y observamos claros signos de ecosistemas enteros bajo estrés, todos ellos en respuesta a los cambios en el clima en tierra o en mar".
Las aves, testigos del cambio
De acuerdo con Sturart Butchar, jefe científico de BirdLife International, "algunos de los mejores datos en impactos del cambio climático provienen de aves". Por ejemplo, las tendencias poblacionales de aves en Norteamérica y Europa muestran "una clara señal del cambio climático desde la década de 1980", y que "mientras algunas especies se han beneficiado, muchas más han sufrido declives".
En España no existe información sobre cambios genéticos y/o morfológicos para adaptarse a este nuevo escenario, pero, según SEO/BirdLife, están apareciendo señales que indican que se están produciendo cambios en los patrones de distribución o migración de las especies.
Así, el urogallo cantábrico es una especie a la que la subida de temperaturas parece no irle demasiado bien y el cambio climático se apunta como una de las causas de la situación tan delicada y alarmante en la que se encuentra.
Además, programas de seguimiento de SEO/BirdLife, como Aves y Clima o el Atlas de las Aves en Invierno, muestran cambios en los patrones de llegadas y partidas de muchas aves migratorias.
Especies que desaparecían al final del verano se van haciendo más presentes en invierno, como algunas rapaces (águila calzada, águila culebrera, alimoche y cernícalo primilla), rapaces nocturnas como el autillo, golondrinas (golondrina común y avión común), vencejos (vencejo pálido) y otras aves (avetorillo y lavandera boyera).
Muchas de ellas retrasan sus partidas hacia las zonas de invernada al sur del Africa o adelantan las llegadas en primavera, con lo que acortan las distancias de migración.
Por otro lado, especies africanas se hacen cada vez más presente en España como el ratonero moro, el bulbul naranjero, la tórtola senegalesa, el buitre moteado o la collalba desértica, entre otras. Otras deben adaptarse a las nuevas condiciones, como el papamoscas cerrojillo.
rtve