Alwaght- El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, está asumiendo el liderazgo de su país mientras Washington está involucrado en crisis internas por un lado y retos en su política exterior, especialmente con respecto al Oriente Medio, por otro.
La involucración de Estados Unidos en los conflictos de Oriente Medio comenzó cuando el expresidente George Bush lanzó intervenciones militares en Irak y Afganistán, aunque posteriormente Barack Obama trató de reducir la presencia militar del país en la región para disminuir los gastos de la guerra y tratar de resolver las crisis internas de Estados Unidos. Ahora hay una pregunta: ¿Qué tipo de políticas adoptará Trump respecto con los países como Siria, Irak e incluso Arabia Saudí?
Mientras, parece que los asuntos de la política exterior de EEUU no son la prioridad de Trump durante su primer mandato y teniendo en cuenta que el magnate no tiene experiencia en la política, se espera que se concentre en los asuntos económicos y las crisis internas de Estados Unidos. De ahí que Trump dará seguimiento a las políticas de Obama, es decir que se abstendrá de enviar soldados a la región y para solucionar las crisis en el Oriente Medio utilizará las capacidades de otros países. Por ejemplo, en cuanto a la crisis siria, se espera que Trump mantenga cooperaciones con Moscú.
Otra cuestión importante en la política exterior de EEUU es sus relaciones con los países árabes, especialmente Arabia Saudí. Por eso, no parece que Donald Trump mantenga amplias colaboraciones con esos países en el área política, así que no se espera cambios en los lazos entre Washington y países árabes y si no ocurre algo raro, el presidente electo cooperará con los políticos opositores para no que se perjudiquen los intereses económicos del país.
Por otro lado, hay que tener en cuenta el lobby sionista durante el mandato del nuevo presidente. Es cierto que el lobby sionista mantiene relaciones más íntimas con los demócratas y Clinton en comparación con los republicanos, pero en cualquier caso la seguridad del régimen israelí y la de Estados Unidos dependen una de la otra y quien sea presiente de EEUU no tiene mucha autoridad para modificar las relaciones entre las dos partes.
Trump ha dicho que garantizar la seguridad del régimen israelí y mejorar las relaciones con Tel Aviv es la prioridad de su gobierno. Hay la posibilidad de que Trump abogue también -como su antecesor- por la creación de dos estados en los territorios palestinos. Sin embargo, no parece que Trump presione al régimen israelí para que no amplíe los asentamientos ilegales tal y como lo hacía Obama.
Otra cuestión de importancia será la postura de Trump sobre el acuerdo nuclear con Irán que es el legado de la administración de Obama. Hay que tener en cuenta que Trump no puede cumplir todas sus promesas electorales. Aunque el magnate había prometido romper el acuerdo nuclear con Irán, sería imposible que a la hora de llegar a la presidencia pueda hacerlo debido al acercamiento entre Teherán y Europa por un lado y el hecho de que Irán ha cumplido sus compromisos en el marco del acuerdo por otro. Todo indica que Trump no podrá romper con el acuerdo nuclear y que no es necesario que Irán opte por la confrontación con Estados Unidos.