En un reciente libro, una psicóloga experta en tecnología señala que los niños pueden sufrir daños severos en su desarrollo si entran en contacto con los celulares y tabletas desde muy temprano.
La alimentación de un bebé es muy especial no solo por las razones obvias de la nutrición, sino porque se trata del momento en que el recién nacido y su madre entran en contacto a nivel emocional por medio de la mirada. Pero un intruso está interfiriendo en esa relación: el celular. Cada vez más mujeres amamantan a sus hijos mientras leen noticias o chequean su cuenta de Facebook desde un dispositivo móvil. Natalia presenció un ejemplo de eso cuando vio que Angélica, una amiga suya que acababa de dar a luz, no miraba a su bebé mientras le daba tetero porque estaba concentrada en su celular. “El niño la miraba a los ojos, pero ella no le ponía atención porque estaba entretenida con Facebook e Instagram. Cuando la hice reflexionar sobre eso no le pareció grave, con lo cual quedé más preocupada”, cuenta.
Varios psicólogos y pediatras comparten la preocupación de Natalia: han visto cómo el contacto visual entre padres e hijos disminuye cada vez más a causa de las nuevas tecnologías. Pero ese es solo el comienzo. También es alarmante que los pequeños se expongan a pantallas digitales a muy temprana edad, pues los papás han convertido a los dispositivos móviles en la niñera de sus hijos. Varios estudios señalan que esto puede afectar seriamente el desarrollo físico y mental del bebé.
Mary Aiken, experta en ciberpsicología, ciencia que estudia la relación entre el hombre y las tecnologías digitales de comunicación, dio la más reciente voz de alerta. Ella acaba de publicar el libro The Cyber Effect, donde expone sus investigaciones sobre el impacto de los celulares y las tabletas digitales en el desarrollo de los niños. Aiken afirma que la preocupación de hoy es la misma que hubo en el pasado con la televisión. Sin embargo, los smartphones y los iPad han cambiado el panorama, pues son aparatos interactivos que los pequeños aprenden a manejar con una rapidez asombrosa.
Varios estudios han revelado que, en promedio, los niños ya tienen su propio celular a los 6 años. Esto también es preocupante porque a esa edad apenas comienzan a entender el mundo que los rodea y a distinguir entre lo bueno y lo malo. Con un teléfono en la mano “están siendo catapultados al ciberespacio antes de desarrollar la capacidad de diferenciar el mundo virtual del real”, dijo Aiken a SEMANA.
Pero la exposición comienza mucho antes. Pese a que la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) ha señalado que los papás no deben permitir a los pequeños menores de 2 años entrar en contacto con las pantallas, se calcula que el 40 por ciento de bebés entre los 6 y 23 meses de edad pasan por lo menos dos horas diarias en esta actividad. Varios estudios han revelado que entre el 30 y 40 por ciento ha usado en los primeros años de vida algún dispositivo móvil para jugar o ver películas. Los expertos son conscientes de la presión que tienen los padres pues ven que “hay una industria creciente de aplicaciones y aparatos diseñados para bebés que es muy lucrativa. Y si bien son herramientas muy entretenidas, no hay suficiente evidencia científica que demuestre que favorezcan el aprendizaje de los niños”, dice la autora.
Así, las tabletas y los celulares se han convertido en una especie de “niñeras electrónicas”, como señala Claire Lerner, directora de Cero a Tres: Centro Nacional para Niños, Bebés y Familias, en Estados Unidos. Muchos papás recurren a ellos no solo porque muestran las destrezas de sus hijos, sino porque es una distracción que los mantiene calmados y así ellos pueden darse un respiro. Eso le sucede a Luisa, la mamá de Daniel, un niño de 2 años para quien “ese aparato es la mejor forma de calmarlo y que no me haga berrinche. Es la mejor manera de tener un poco de tiempo para mí misma”. Sin embargo, esto les impide desarrollar el contacto visual, una forma de comunicación no verbal muy poderosa que deben crear padres e hijos para transmitirse afecto y empatía.
Aiken considera que algunas interpretaciones erradas de la neurociencia han hecho pensar a los papás que cualquier tipo de estimulación es buena para sus hijos y que estos aparatos son un juguete más. Y aunque no son perjudiciales, pueden ser dañinos si los usan sin ningún control. Se sabe que su uso desmedido reduce el tiempo que los niños podrían emplear en actividades enriquecedoras para su desarrollo como, por ejemplo, jugar con amigos de su edad. Varias investigaciones han demostrado que una hora diaria de tiempo libre de tecnología es fundamental para potenciar la imaginación y creatividad, y por lo tanto para que los pequeños aprendan a resolver problemas y desarrollen su motricidad fina y su capacidad visual.
Los primeros tres años de vida son una época crítica en el desarrollo adecuado de algunas funciones básicas que permiten aprender a hablar y escuchar. Aiken señala que para tener una vista sana es indispensable mirar objetos a lo lejos, pero estudios científicos han demostrado que estar tan cerca a las pantallas está produciendo una epidemia de miopía en los niños. De igual forma, la luz azul de los celulares y tabletas puede causar daños a largo plazo en el ritmo circadiano y generar trastornos del sueño dado que interfiere en la producción de la melatonina.
Dimitri Christakis, quien ha realizado varias investigaciones sobre el tema, menciona que las pantallas presentan acciones que suceden a una gran velocidad, lo que hiperestimula el cerebro de los niños y los lleva a que se aburran cuando tienen que interactuar en la vida real, que no es tan acelerada.
Varias investigaciones realizadas en Reino Unido en niños de preescolar han asociado retrasos en el desarrollo de la capacidad de atención y de socializar con el uso generalizado de las tabletas. Asimismo, estos estudios demuestran que los pequeños tienden a ser más agresivos, solitarios y a padecer obesidad y cansancio crónico. Además dedican poco tiempo a relacionarse y jugar con otros de su edad.
Los psiquiatras infantiles afirman que jugar es fundamental para que los niños desarrollen la creatividad y la capacidad de resolver problemas. Pero hoy frecuentemente entran al colegio sin tener la suficiente destreza para recoger y jugar con bloques de construcción, algo que normalmente aprendían en el jardín. También se han registrado casos de niños que sienten una especie de resaca digital por cuenta de su deseo de estar pegados a las tabletas, lo que los hace volverse muy dispersos.
Aiken encontró en una encuesta realizada por la Universidad Northwestern, en Estados Unidos, que el 55 por ciento de los padres no se preocupaban por los contenidos a los que sus hijos estaban expuestos. Por eso es esencial que estén bien informados sobre los juegos o aplicaciones que descargan para sus pequeños.
La idea no es prohibirles que los usen sino establecer límites. “Los papás no deben olvidar que los bebés y los niños necesitan a alguien que esté pendiente de ellos, que les hable y los consienta, porque no hay nada que sustituya el contacto físico”, dice Aiken. Establecer momentos libres de celulares, como el de amamantar al bebé, es una buena manera de comenzar.
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