Un grupo de científicos de la Universidad de Medicina de Stanford, en California, utiliza unas gafas especiales para ayudar a los niños autistas a reconocer y clasificar las emociones. Estos científicos han desarrollado en concreto un nuevo programa que, instalado en las famosas Google Glass, ayuda a estos niños a reconocer las expresiones de la cara de la gente con la que interactúan.
Dennis Wall es uno de los responsables de este proyecto.
“El programa Autism Glass tiene como objetivo enseñar a los niños con autismo a entender lo que una cara les quiere decir. Nosotros creemos que cuando esto ocurre, estos niños son más sociables y, como consecuencia de ello, se sienten más seguros de sí mismos a la hora de interactuar. Hoy el acceso a tratamientos y programas como éste es difícil. Estos niños necesitan ayuda en Estados Unidos y nosotros queremos ayudar encontrar una solución a este problema”, explica Wall.
Como muchos niños autistas, Julian Brown tiene problemas para leer las emociones en la cara de la gente. Este es de hecho uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan los niños que padecen este transtorno neurológico.
“No existe una máquina que pueda leer la mente de las personas. Pero estas gafas me ayudan al menos a reconocer las emociones”, asegura Julian.
Catalin Voss y Nick Haber desarrollaron este programa que analiza la cara de la gente y reconoce emociones como la felicidad, el enfado, la tristeza o la sorpresa, entre otras.
“Pensamos que podríamos crear una asistencia de comportamiento, es decir, un programa que reconociese las expresiones en la cara de la gente y que, tras clasificarlas, indicase de cuál se trata”, explica Voss.
Julian es uno de los cien niños autistas que participan en el proyecto de la Universidad de Stanford. Los responsables del programa quieren saber si realmente estas gafas ayudan a estos niños a mejorar su capacidad para reconocer emociones.
Su madre, Kristen, asegura sentirse muy contenta con los resultados.
“Creo que estas gafas ayudan a estos niños a entender mejor a los demás, no solo a su familia sino también a sus compañeros y a otras personas. Si consiguiesen romper esa barrera, los demás ya no les pondrían tantas etiquetas ya que son niños muy inteligentes”, afirma Kristen.
Los niños que participan en este programa tienen entre 6 y 16 años. Utilizan en casa las gafas en las que ha sido instalado el programa y visitan regularmente a los científicos de la Universidad de Stanford.
Euronews