Alwaght- El mundo conmemora el Día Mundial de Al-Quds, para apoyar al oprimido pueblo palestino y condenar las agresiones del régimen israelí en su contra. Alwaght ha entrevistado al analista internacional colombiano, Juan Alberto Sánchez Marín, sobre la importancia de la lucha del Día de Quds y la necesidad de repudiar las décadas de la ocupación israelí.
Alwaght: Hace 37 años, el fundador de la Republica Islámica de Irán, el Imam Jomeini, que descanse en paz, denominó el último viernes del sagrado mes de Ramadán, como el día mundial de Al-Quds. ¿Cuál era el objetivo del Imam Jomeini de establecer una fecha para la causa palestina? Y por qué debemos estar vigilantes ante la causa palestina?
Sánchez Marín: En el escenario de la cultura y la historia universales, Al-Quds debería sintetizar la confluencia de pueblos diferentes en su fe, pero similares en su humanidad y orígenes. Sin embargo, la ciudad representa lo contrario: lo peor del colonialismo y la crueldad de un mundo mal organizado por las potencias de Occidente.
Durante casi siete décadas, Palestina ha padecido el robo de su destino y la negación de su historia. Un pueblo expulsado de la propia tierra, que hoy en día sobrevive secuestrado al otro lado de un muro infame, entre la indiferencia de muchos países y la anuencia de los organismos internacionales.
En este complot del silencio, jamás puede olvidarse que los palestinos son las víctimas. Una verdad que el ocupante israelí y sus aliados encubren, o que disfrazan, tergiversan y justifican a conveniencia a través de las poderosas estructuras mediáticas bajo su control o propiedad.
Desde 1979, el Imam Jomeini quiso llamar la atención del mundo sobre esta injusticia y despertar la solidaridad con Palestina. Un reclamo de apoyo para una causa justa, pero también una advertencia sobre las ambiciosas intenciones expansivas del sionismo.
Las décadas siguientes no han hecho sino confirmar la relevancia del llamado del Imam, y la urgencia de que los pueblos musulmanes mantengan la voz en alto denunciando la opresión y los atropellos, en cualquier lugar que existan.
Alwaght: ¿Qué urge la necesidad de celebrar el Día de Al-Quds? y ¿En qué consiste la lucha del Día de Al-Quds?
Sánchez Marín: El establecimiento del Día de Al-Quds es una convocatoria a los pueblos para la reflexión acerca de la existencia más allá de sí mismos, de la interdependencia y interrelaciones en el mundo contemporáneo, y es también un clamor por la resistencia y la movilización contra las injusticias, ocurran donde ocurran, sucedan como sucedan.
Palestina es más que Palestina. Creo que no puede perderse de vista su causa, o dejar de precisarse y denunciarse el padecimiento de este pueblo, pero Palestina también es un símbolo. En su lucha y sufrimiento están involucrados otros pueblos, en particular, del Medio Oriente, que aguantan el odio, la persecución política y religiosa, la discriminación de toda clase.
En una fecha tan especial para la comunidad islámica, precisamente, tiene mucha significación este llamado a la conciencia mundial. El Día Mundial de Al-Quds es una fecha simbólica que expresa el respaldo a una lucha que a su vez es símbolo de otras luchas de liberación y resistencia actuales, como las que afrontan pueblos en países como Iraq, Siria, Yemen o Barein, para mencionar sólo unos cuantos en la región.
Alwaght: ¿A su juicio, qué impactos tienen las celebraciones del Día de Al-Quds en la estrategia de arrogancia internacional y el sionismo?
Sánchez Marín: Una estrategia importante del régimen sionista del Israel ha sido y es la ocultación de los abusos que perpetran contra el pueblo palestino.
Israel se vale de los afanes imperiales y hegemónicos de los EEUU, como su punta de lanza en la región, así como de los intereses de otras potencias occidentales y de las monarquías árabes aliadas, para el silencio y la difusión de mentiras sobre lo que en realidad acontece en los territorios ocupados.
En el escenario mundial, estos países poderosos ejercen un desorbitado control de los organismos internacionales, como las propias Naciones Unidas, donde se ha llegado al extremo de que el régimen israelí llegue a presidir el Comité de Derechos Humanos. Una ironía que causaría risa de no ser por la tragedia que significa para el mundo en un tema tan trascendental.
Frente a este juego de dominio institucional internacional, y de manipulación y control mediáticos, las celebraciones del Día del Al-Quds cobran una gran importancia, que se evidencia en su proyección incluso más allá de la comunidad musulmana mundial y que envuelve cada vez más personas, pueblos y países.
El alcance tiene que ver con la denuncia de la violencia organizada por el régimen de Israel y sus secuaces contra la población palestina. El mundo no puede permanecer cruzado de brazos frente a esta continua y flagrante violación de sus Derechos Humanos.
El Día de Al-Quds es una acción contra el olvido del sufrimiento de todo un pueblo, y a la vez la recordación de que el muro del odio que pretende encerrar a Palestina le atañe a todo el mundo.
Alwaght: Los medios occidentales dieron gran enfoque a los atentados de Orlando en EEUU y del aeropuerto internacional de Bruselas, pero en Palestina, Irak y Siria todos los días mueren los civiles por causa del terrorismo y hostilidades. Cómo evalúas este doble rasero e hipocresía del Occidente? Por qué no se cubre con dolor el sufrimiento en Oriente Medio como es debido?
Sánchez Marín: La doble moral de los EEUU y sus socios se pone al descubierto de manera clara, y cada vez se disimulan menos las verdaderas intenciones. La prepotencia y la soberbia son obvias.
Es cierto que la hipocresía es una vieja táctica política de los países con ansias imperiales, pero también lo es que en circunstancias como las mencionadas se destapa mejor la falsedad, donde, por un lado, va el discurso, y por otro los procedimientos y las verdaderas intenciones.
No digo que no son dolorosas las acciones terroristas de Orlando o Bruselas. Lo que resulta absurdo es lo que en efecto plantea la pregunta: el doble rasero con el que se miden y valoran las distintas tragedias, al igual que la artificiosa fabricación de las informaciones.
Las intervenciones ilegales en Medio Oriente y en el mundo, las infamias de los socios, la perversidad de los aparatos afines o la ferocidad de las dictaduras aliadas, son presentadas como maniobras del bien, el orden y la justicia que los EEUU llevan por el mundo.
Una democracia simulada, que se acomete a sangre y fuego, donde los pueblos que la padecen no la necesitan, pero sí la requieren los poderes políticos, militares, y, en una palabra, corporativos de los propios países que la exportan.
En correspondencia quizás con la identidad de afán que los EEUU se fraguaron con los héroes del lejano Oeste hollywoodense, ahora intentan explicar el mundo en términos de buenos y malos, donde los primeros son el país norteamericano y sus aliados, y los otros cualquier país que anhele la independencia o la soberanía.