Alwaght- Tras un año de agresión militar a Yemen, el régimen de Arabia Saudí no ha conseguido nada en el campo de batalla a pesar de recurrir a crímenes de lesa humanidad.
A primeras horas del 26 de marzo de 2015, los aviones de guerra de Arabia Saudí y sus aliados árabes comenzaron una ofensiva militar contra Yemen.
Esta ofensiva está entrando en su segundo año, mientras las nuevas autoridades saudíes alegaban desde su primer ataque que eran capaces de alcanzar todos sus objetivos políticos y militares en Yemen en tan solo dos semanas.
La guerra saudí contra Yemen tuvo lugar después de que el Consejo de la Revolución de Yemen, liderado por el movimiento popular Ansarolá, rechazó el plan de la división de Yemen en seis estados federales. Este plan, apoyado por los saudíes, cortaba prácticamente el acceso de los hutíes al mar y las regiones con reservas de petróleo. En este contexto, uno de los objetivos de Riad era continuar su dominio sobre Yemen y aislar a los hutíes en el país a fin de hacer frente a sus ideas revolucionarias en este país. Sin embargo, la agresión saudí hizo que todo el pueblo yemení apoye a Ansarolá en la defensa de su patria.
Aumento de las protestas contra el régimen de Al Saud
Por otra parte, los ataques contra Yemen provocaron una ola de protestas en las regiones de Asir, Najran y Jizan, en el sur de Arabia Saudí, contra el régimen de Al Saud. En estas regiones saudíes también están surgiendo deseos independentistas, es decir abandonar Arabia Saudí para reincorporarse a Yemen, país al que pertenecían antes de una guerra entre los dos países en 1934.
Aunque desde las primeras semanas de los ataques saudíes contra Yemen surgieron señales del fracaso de esta intervención militar, Arabia Saudí continuó sus bombardeos en espera de cambiar la situación a su favor. El ejército saudí no evitó los ataques aéreos contra las zonas civiles y residenciales, incluidas mezquitas y escuelas, dejando un saldo de 30.000 muertos y heridos además de desplazar a cerca de dos millones de personas. Como consecuencia de esta guerra, más de 80 por ciento de los yemeníes sufre de hambruna. Conforme a las leyes internacionales, en particular la Cuarta Convención de Ginebra y la Constitución de la Corte Penal Internacional (CPI), Arabia Saudí ha cometido crímenes de guerra en Yemen y debe rendir cuentas ante los tribunales internacionales.
En los últimos meses, se vieron índices de un cambio relativo en la actitud militar de Arabia Saudí respecto a Yemen, principalmente debido a los fracasos consecutivos del régimen saudí en el campo de batalla.
Arabia Saudí ha rechazado las demandas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para poner fin a la guerra contra Yemen, e incluso presionó al ente internacional a reemplazar a Yamal Benomar, su enviado especial para Yemen, e hizo de todo lo posible para sabotear los diálogos de paz auspiciados por Ismail Ould Sheij Ahmad, el nuevo representante de la ONU, en Ginebra (Suiza).
Otra causa del cambio de actitud saudí es el inicio de la campaña electoral para los comicios presidenciales en Estados Unidos y el deseo de la Administración de Barack Obama para solucionar las crisis en el Oriente Medio en su último año.
Mientras hasta el momento no se ven claras señales de la suspensión de la guerra y el derramamiento de sangre en Yemen, este país árabe no quedará exento varias décadas de las consecuencias de la agresión militar saudí, por lo tanto, los revolucionarios yemeníes planean seguir firmemente el caso de los crímenes de guerra del régimen de Riad en Yemen en los fueros internacionales. Por ello, ante el temor de ser condenadas en los tribunales internacionales, las autoridades saudíes presionan para conseguir una impunidad judicial en todos los procesos de paz sobre Yemen.