Alwaght- Tras la ejecución del sheij chií Nimr Baqer al-Nimr, por el régimen de Al Saud y la continuación de las protestas contra los saudíes en diferentes países, los ataques a la embajada saudí en Teherán, capital iraní, y su consulado en Mashad, ciudad ubicada al noreste del país persa, fueron excusa para los saudíes para llevar a cabo sus objetivos en contra de Irán. Después de estos ataques, el ministro saudí de Asuntos Exteriores, Adel al-Yubair, declaró que Arabia Saudí cortó sus relaciones diplomáticas con Irán y dio un plazo de 48 horas a los diplomáticos iraníes para abandonar el país árabe. El canciller saudí, alegó que Irán interviene en los asuntos internos de los países árabes de la región e intenta realizar ciertas operaciones en Arabia Saudí y los países ribereños al Golfo Pérsico, y dijo que su país respondería a los ataques iraníes a su embajada y, además de detener los viajes aéreos a Teherán, cortaría sus relaciones comerciales con el país persa.
En este sentido, los saudíes también han intentado formar una alianza con otros países de la región en contra de Irán. De hecho, después del fracaso en Siria y los ataques militares contra Yemen durante los últimos diez meses, Arabia Saudí ahora trata de mostrar su poder a su rival regional rompiendo relaciones diplomáticas con Irán. Tras este hecho, los aliados de Arabia Saudí, como Baréin y Sudán también cortaron sus relaciones con Irán. En realidad, estos dos países se vieron obligados a cortar sus relaciones con el país persa, porque Baréin es considerado como el patio trasero de los saudíes y los gobernadores de este país han necesitado las ayudas del régimen de Al Saud para aplastar las protestas durante los últimos años. Y respecto a Sudán, el presidente de este país, Omar Hasan al-Bashir, está perseguido por la justicia internacional por la masacre contra los habitantes no árabes de la provincia de Dafur, así como también para hacer frente a las sanciones necesita del apoyo financiero del régimen saudí.
Por otra parte, el análisis de las reacciones de los aliados regionales e internacionales de Arabia Saudí y otros países sobre estos recientes eventos muestra que los saudíes no han logrado tener éxito en la formación de una alianza antiraní. EEUU ha advertido al régimen saudí sobre las masivas ejecuciones realizadas en este país y la deplorable situación de los derechos humanos en el país árabe, e hizo un llamado a ambas partes para mantener la calma. Además, Rusia se ha ofrecido a actuar como mediador entre Irán y Arabia Saudí para que superen la grave escalada de tensión. Egipto, que sufre una mala situación económica y necesita de las ayudas financieras del régimen de Al Saud, condenó los ataques a la embajada y consulado saudí en Teherán. Francia también hizo un llamado a los gobiernos de Arabia Saudí e Irán para rebajar la tensión y el portavoz del gobierno francés anunció que intenta poner fin a esta tensión en la región. Asimismo, Alemania dijo que no escatima esfuerzos para restaurar las relaciones entre ambos países.
Pero, entre estas posiciones internacionales, lo más importante para los saudíes es la postura de Turquía sobre las tensiones entre Irán y Arabia Saudí. La semana pasada, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, viajó a Riad y se encontró con las autoridades saudíes. En este viaje, ambas partes llegaron a un acuerdo sobre la creación de un "consejo de las cooperaciones estratégicas". El objetivo de la creación de este consejo fue fortalecer las relaciones entre Riad y Ankara en los campos militares, políticos, económicos, de seguridad etc.
De hecho, los saudíes esperaban que Turquía les acompañe en la formación de una coalición contra Irán, pero las autoridades turcas llamaron a Irán y Arabia Saudí sus amigos y pidieron a ambas partes reducir las tensiones.