La ejecución del destacado clérigo chií ha provocado numerosas críticas y protestas de países como Irán, Irak, Bahréin, Yemen, El Líbano, entre otros, que han asegurado que Arabia Saudí pagará un alto precio por ese crimen.
Impresionado por la noticia de la ejecución de su hermano, Mohamad al-Nimr ha condenado la decisión de Riad y la calificó como una respuesta negativa a las demandas prodemocracia del clérigo chií.
Nimr Baqer al-Nimr “disfrutó de alta estima en su comunidad y en la sociedad musulmana en general y, sin duda, habrá una reacción. Esperamos que se produzcan de forma pacífica y pidió que no haya derramamiento de sangre”, ha aseverado su hermano.
Esa medida de Riad se produjo en medio de las llamadas internacionales para la liberación del sheij Al-Nimr y otros prisioneros políticos en las cárceles saudíes.
Al-Nimr fue detenido el 8 de julio de 2012 durante las protestas antigubernamentales realizadas en la localidad de Al-Qatif, en la Provincia Oriental (Al-Sharqiya), y según informes, habría sido sometido a torturas para obligarlo a confesar.
El eminente clérigo fue condenado a la pena capital el 15 de octubre de 2014 por defender los derechos de los prisioneros y desobedecer a la familia real que rige el rico país árabe.
Después de darse a conocer la sentencia contra Al-Nimr, Amnistía Internacional (AI) aseguró que la decisión “es parte de una campaña de las autoridades de Arabia Saudí para aplastar a toda la disidencia, incluidos los defensores de los derechos de la comunidad musulmana chií del reino”, e instó al régimen de los Al Saud a anular “de inmediato” la condena a muerte.
El pasado 25 de octubre, el príncipe heredero y ministro del Interior de Arabia Saudí, Mohamad bin Nayef, rubricó la pena capital para Al-Nimr; la orden que permite la ejecución del prominente clérigo en cualquier momento y sin aviso previo.
Dicha sentencia provocó las críticas de los organismos de derechos internacionales, así como muchas naciones musulmanas, incluyendo Irán, Irak, El Líbano, Afganistán y La India, donde fueron celebradas masivas manifestaciones, en las cuales pidieron la liberación de Al-Nimr, entre otros presos políticos.
A pesar de todas estas críticas, Estados Unidos, el Reino Unido, entre otros países occidentales, brindan todo tipo de apoyo a Arabia Saudí, Estado que registra una de las mayores cifras de violaciones de derechos humanos a nivel mundial, de acuerdo con cualquier estándar internacional.
Según los informes estatales, durante los últimos 50 años, más de 5.000 personas han sido decapitadas por orden de la Justicia saudí, entre los cuales solo se encuentran dos miembros de la familia de Al Saud, mientras que abundan los casos de delitos económicos, sociales, religiosos, políticos y relacionados con la droga entre los príncipes saudíes.
Arabia Saudí registra una de las tasas más altas de ejecuciones a nivel mundial, pena que aplica en su mayoría por decapitación con sable, lo que habitualmente provoca críticas de las organizaciones internacionales de derechos humanos.
La noticia de la ejecución de Al-Nimr ha sido emitida un día después de que los informes indicaron que Arabia Saudí ha ejecutado a al menos 157 personas en 2015, lo que marca un récord en dos décadas en el reino árabe.
El Gobierno de Arabia Saudí, por una parte, apoya a los grupos terroristas y extremistas takfiríes y, por otra, responde a los críticos de sus políticas con ejecución y represión; medidas por las cuales pagará un alto precio, como habían anteriormente advertido las autoridades de diversos países como Irán.