Alwaght- El Oriente Medio atravesó una ola de revoluciones en varios países, entre ellos Bahréin. Aunque la mayor parte de la población de este país está compuesta por chiíes, una minoría suní gobierna tradicionalmente este país. Parece que esta cuestión (es decir, las diferencias entre suníes y chiíes) es el principal motivo de las crisis interna en el pequeño país ribereño del Golfo Pérsico. Pero para analizar a fondo los orígenes de la crisis y las protestas de los Bahreiníes tenemos que dividir detalladamente los factores clave.
1. Cambiar la demografía religiosa: Existen varios elementos que han creado la situación actual en Bahréin. En general, se podría decir que la opresión y la tiranía de las autoridades son las principales causas de la protesta de la gente. Aunque los chiíes son mayoría, los puestos claves en la monarquía están ocupados por los suníes o los que no son originalmente Bahreiníes. El número de este último grupo está creciendo de tal manera que podría amenazar el futuro de la misma monarquía. Sin embargo, los Al Jalifa restan importancia a esta cuestión y siguen con sus políticas para aumentar la población de los suníes en el país para hacer frente a los chiíes. Cabe mencionar el papel que desempeñan las redes sociales y los medios del mundo árabe al respecto. La situación en los países árabes, donde los jóvenes conforman el 60 % de la población, ha cambiado drásticamente. Esos jóvenes utilizan los crecientes medios de comunicación y las cadenas como Al Jazeera para deshacerse de los dictadores árabes.
2. Índice del sistema político: En 2002, el Sheij Hamad bin Isa Al Jalifa cambió el sistema político Bahreiní a la monarquía. La debilidad de la estructura política, el monopolio del poder y la opresión política ha hecho que se extiendan las protestas. Por ejemplo, en las elecciones parlamentarias, Manama acusó a 23 líderes de la oposición y a cientos de activistas políticos de practicar el terrorismo y tratar de derrocar a los Al Jalifa.
3. La discriminación y la ilegitimidad política: La mayoría de los Bahreiníes ponen en duda la legitimidad política de los Al Jalifa. Los Al Jalifa no son Bahreiníes. Ellos forman parte de la minoría suní que emigró desde Kuwait a Bahréin en la época en la que el Sheij Nasrolá gobernaba Bahréin a raíz de sus divergencias con la tribu Bani Kaab. La llegada al poder de los Al Jalifa posibilitó que ellos ocupen la mayoría de los puestos. Esta familia goza de privilegios, incluido los sueldos vitalicios para todos los miembros de la familia real, la exención de impuestos y los gastos gubernamentales. Además, el sistema político en Bahréin es totalitario y tirano. Los líderes de tales países tienen autoridades más allá de la ley y no rinden cuenta a los ciudadanos o a los diputados.
4. La economía: Al contrario de otros países ribereños del Golfo Pérsico, Bahréin no cuenta con vastos yacimientos petroleros. Además del petróleo regalado por Arabia Saudí, la familia real de Bahréin recibe también las ayudas financieras de otros países árabes, sin embargo, el pueblo Bahreiní no vive en una buena situación económica. La alta tasa de desempleo (aproximadamente el 30 %), que es otro factor que ha causado la indignación popular, tiene dos razones importantes, primero, la baja tasa de la generación de empleo y segundo, el alto número de extranjeros con mano de obra barata en el país. La comunidad chií de Bahréin, a pesar de contar con una población mayoritaria en el país, sufre constantes discriminaciones por parte de las autoridades del país y está privada de oportunidades económicas y puestos gubernamentales. Los chiíes no pueden conseguir empleos en los sectores estatales, sobre todo la policía, las fuerzas armadas y los ministerios importantes. El régimen de Bahréin siembre ha tratado de marginar a los chiíes, por lo que no cuenta de popularidad entre esta gran comunidad.
5. La minoría gobernante y la mayoría súbdita: la familia real Al Jalifa tiene unos 3000 miembros que tienen un monopolio sobre los puestos gubernamentales. Los suníes ocupan los cargos importantes y ejercen una gran presión sobre la comunidad chií.
6. Prohibición de la participación política de los chiíes: la comunidad chií no tiene acceso a los puestos estatales y el Gobierno emplea todos los medios para reprimir a esta mayoría.
El cambio demográfico de Bahréin: El régimen Bahreiní otorga residencia permanente a los inmigrantes suníes de diversos países como Paquistán, Bangladés y Jordania para cambiar demográficamente al país a favor de los suníes. Además, el Gobierno emplea a estos inmigrantes en las fuerzas armadas y en la policía.
7. La brecha entre las clases de la sociedad: Otro factor importante en el surgimiento de la reciente revolución es la injusta distribución de la riqueza y la brecha social en el país. Una minoría gobernante cuenta con toda la riqueza del país y la mayoría de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. El sueldo promedio de los ciudadanos Bahreiníes es de unos 500 dólares al mes, mientras el umbral de la pobreza en Bahréin, definido por las Naciones Unidas, es de 100 dólares mensuales.
En este contexto, cabe mencionar que al principio, los manifestantes Bahreiníes reclamaban reformas políticas, una monarquía democrática y la dimisión del primer ministro. Sin embargo, estas demandas se extendieron tras el brutal ataque de las fuerzas de seguridad contra los manifestantes en la plaza Lulu, de forma que ahora muchos de los ciudadanos piden el derrocamiento del régimen monárquico.