Desde el punto de vista de EEUU, los países árabes, después de comprar cantidades de armas avanzadas durante años, ya son capaces de salir victoriosos de las guerras relativamente complicadas como la de Yemen. Las revoluciones que atravesaron desde finales de 2010 los países árabes que son aliados clave de EEUU, llevó a Washington a enfrentar una nueva situación en la zona. Esta nueva situación, en la que los pueblos árabes se rebelaron contra sus gobiernos creó un serio reto para los intereses de EEUU en la región y ha obligado a manipular los acontecimientos en la zona en circunstancias complicadas e imprevistas. EEUU enfrentaba cuestiones importantes, entre ellas cómo tratar los acontecimientos, el enfoque de los regímenes árabes, las revoluciones y sus alternativas, los intereses de y la seguridad del régimen israelí, así como la contradicción entre los intereses estratégicos y los principios democráticos. Desde el momento en que los tunecinos se rebelaron contra el régimen gobernante, los líderes estadounidenses adoptaron diferentes posturas respecto a los acontecimientos en el mundo árabe e intentaron manejar esos avatares para evitar arriesgar los intereses a largo de plazo de EEUU en Oriente Medio.
Pero la extensión y la profundidad de las protestas impedían que EEUU pudiera apoyar por un lado a los regímenes dictadores y por otro preservar sus intereses estratégicos. Por eso, en los últimos años, EEUU ha tomado distintas posturas, a veces contradictorias, respecto a los acontecimientos en los países árabes. Estas políticas abarcan una amplia gama de medidas, desde manejar los acontecimientos en Túnez y Egipto como ignorar también la represión de los activistas políticos en Baréin y Yemen hasta el firme apoyo al derrocamiento de los gobiernos en Libia y Siria.
Lo cierto es que en opinión de Occidente, los países como Egipto tienen un sistema político arreglado, es decir que han experimentado el proceso de la creación gobierno-nación. Entonces lo que pasó en Irak, es decir el colapso de la estructura política y la eliminación de los altos cargos no parecía una buena opción. El Occidente cree que al enfrentar los acontecimientos en los países que tienen un sistema gobierno-nación, es necesaria la eliminación de los altos cargos, para proteger la estructura política. De hecho, EEUU está preocupado de que países como Egipto, pasen a ser de aliados a enemigos de los intereses de Washington y no le interesa mucho ayudar a los líderes dictadores. De esta forma, EEUU apoya implícitamente las demandas de los manifestantes en esos países. Pero hay otros países gobernados por monarquías, la mayoría de ellos son países ribereños del Golfo Pérsico.
Esos países carecen de un sistema gobierno-nación y un sistema sectario domina la estructura política en ellos. Según EEUU, en esos países se debe llevar a cabo el proceso de la creación de un gobierno-nación. Pues al contrario del primer grupo, en esos países no hay estructura alguna que sea necesario salvaguardarla. A base de estas razones, EEUU, para manejar los acontecimientos, busca que esos gobiernos no sean derrocados o trasladen el poder de una manera controlada. De hecho, a EEUU le preocupa la desestabilización en esos países. Los países árabes disponen de un 54 % de las reservas mundiales del petróleo. Cualquier elemento que ponga en peligro el dominio de EEUU sobre los centros de la energía del mundo es considerado una seria amenaza. Para EEUU, un actor hegemónico, es vital seguir teniendo presencia en las zonas con importancia geopolítica y mantener un dominio marcado a esos gobiernos. Por otro lado, las autoridades estadounidenses enfrentan desafíos como el proteger las relaciones con el régimen sionista y defender los intereses de Israel. La verdad es que las revoluciones árabes han confundido también al régimen israelí, igual que a EEUU.
El derrocamiento de algunos aliados del régimen israelí, sobre todo el exdictador Mubarak, y las dudas sobre el destino de otros líderes aliados de Israel, han hecho que el régimen ocupante enfrente un Oriente Medio nuevo. En cualquier caso, EEUU recurre a diferentes medidas para garantizar la seguridad del régimen israelí; las más importantes son: su presencia militar en la región, la creación de un sistema de defensa antimisiles en Turquía, ejercer presión a los países que son enemigos de Israel como Irán y Siria, sus intentos destinados a acercar a los países de la región, especialmente los vecinos, a Israel, ayudar a los grupos y gobiernos que apoyan a Israel y a los intereses de Occidente para que asuman el poder, tratar de presentar como organizaciones terroristas a Hamas y Hezbolá y hacer esfuerzos por legitimar las políticas de Israel ante la opinión pública en la región y en el mundo.