¿De verdad es así? ¿El ex oficial de la KGB ha podido vencer al exprofesor de Derecho y el también activista social? ¿Qué indican los últimos acontecimientos sobre las capacidades de los dos países sobre la creación y la puesta en marcha de una eficaz política exterior?
Para responder la pregunta sería necesario evaluar el desempeño de ambos países en los últimos 7 años. El de Putin parecía bien durante un cierto tiempo; la economía rusa creció rápidamente hasta 2012 gracias al alto precio del petróleo y mercancías y este país ingresó en la Organización del Comercio Mundial (OCM), pero a partir de entonces Putin no hizo algo especial. Ahora, la economía rusa sufre recesión mientras la de EEUU crece lentamente. El PIB de Rusia en 2014 estaba debajo de dos billones de dólares y en los últimos seis años, la economía estadounidense ha crecido más que la de Rusia.
Por otro lado, EEUU no ha perdido ningunos de sus aliados clave en los últimos 7 años y sus relaciones con algunos países como La India y Vietnam han mejorado considerablemente. Rusia y China cooperan más que antes, pero apenas se podría decir que son aliados mientras la crisis ucraniana ha perjudicado seriamente los lazos entre Rusia y los países europeos acabando con la membresía de Rusia en el G8. EEUU ha firmado un gran acuerdo comercial con un grupo de socios asiáticos mientras han fracasado los esfuerzos de Putin para formar la Asociación Económica de Eurasia.
La decisión de Putin para salvar al Gobierno sirio muestra que la influencia rusa en Oriente Medio está en riesgo. EEUU, pese a algunas divergencias, todavía mantiene estrechos nexos con Israel, Egipto, Arabia Saudí, Kuwait, Jordania, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y sus malas relaciones con Irán han mejorado un poco. Empero, sería difícil no llegar a esta conclusión que Putin, aunque se encuentra en un estado más débil que Obama, ha jugado un papel más eficaz que su par estadounidense. Una de las causas es que Obama ha heredado varios fracasos en la política exterior y sería difícil para él abandonar los proyectos fracasados sin que le acusen de dar marcha atrás. Obama debía retirar sus fuerzas de Afganistán mucho antes y no tenía que derrocar al régimen libio. Pero, en primera mirada, parece que Rusia ha tenido éxito ya que ha jugado un papel más activo en comparación con la década 90.
Putin ha seguido en un camino correcto al optar por objetivos fáciles teniendo en cuenta el nivel de su poderío. En Ucrania buscó impedir el acercamiento de Kiev a la Unión Europea (UE) y la membresía de Ucrania en el bloque europeo o en la OTAN. Rusia no pretende anexionarse a Ucrania. La corrupción y la división en Ucrania y su vecindad con Rusia le permitieron a Moscú alcanzar fácilmente sus metas. Putin utilizó un poco de su poderío y EEUU y sus aliados no podían responder con facilidad las medidas rusas. De igual modo, en Siria, los objetivos de Putin son realistas y accesibles. Él quiere proteger al Gobierno del presidente Al-Asad para preservar la influencia rusa en la región. Putin no va a conquistar Siria o apoyar a los alauíes que retomen el control de todo el país o derrotar completamente al grupo terrorista Daesh. Tampoco busca establecer la democracia en Siria. La presencia limitada de la aviación rusa en Siria y un grupo pequeños de combatientes “voluntarios” en Siria probablemente podría evitar la derrota de Al-Asad, especialmente si EEUU y otras partes adoptan un enfoque más realista respecto a la guerra en Siria.
A cambio, el objetivo que buscaba Estados Unidos en ambas guerras fue una mezcla de fantasía y contradicción estratégica. En Ucrania, un equipo familiarizado integrado por los neoconservadores soñadores (entre ellos Victoria Nuland, secretaria de Estado adjunta para Europa) y los intervencionistas liberales se convenció a si misma sobre la rectitud del acuerdo pactado entre Kiev y la Unión Europea (UE) y lo presentó como un consenso que nunca podría cuestionarse su imparcialidad, por tanto, este grupo no imaginaba que Moscú continuara el juego político en el mundo real. En esta ocasión Rusia tomó las mismas medidas que Estados Unidos aplicó hace mucho tiempo en el hemisferio occidental, pues las autoridades estadounidenses hicieron caso omiso a las advertencias claras del Kremlin. Por otra parte, la tentativa del Occidente para crear un gobierno democrático en Ucrania desde el principio parecía un sueño inalcanzable, mientras que el objetivo de Putin, que precisamente se limitaba en evitar la adhesión de Kiev a la OTAN, estaba muy simple de alcanzar.
En Siria, obviamente era aún más erradicada la postura aplicada por Estados Unidos. Desde el inicio del conflicto, la Casa Blanca siempre ha hecho un doble juego respecto a los acontecimientos en el país árabe. Estados Unidos cree que Al-Asad debe salir del poder, pero al mismo tiempo no quiere que ocupe el cargo ningún grupo yihadista (los que en realidad luchan contra el presidente sirio). Washington quiere eliminar a Daesh, por otra parte no le apetece que los grupos rivales de Daesh, incluido Frente Al-Nusra, derroten a esta banda terrorista. De esta manera, EEUU ha apoyado a los rebeldes que pueda justificar su acción –los mismos rebeldes "moderados" desconocidos– y todavía no ha logrado encontrar a muchos militantes leales entre las filas de terroristas. En comparación de estos comportamientos contradictorios de la Casa Blanca, ¿no parecen más fuertes los pasos decisivos del Kremlin?
La diferencia a veces es estructural: teniendo en cuenta que Rusia es mucho más débil que Estados Unidos –con el paso del tiempo esta debilidad se recrudece aún más– tiene que poner más atención al juego y seguir los objetivos al menor costo posible, mientras que Washington cuenta con mayor recurso para enfrentarse a los retos mundiales, y además la situación geopolítica en la cual se sitúa, le da una inmunidad casi absoluta contra las consecuencias de sus actos.
En otras palabras, Putin parece más exitoso puesto que sus objetivos tienen más concordancia con sus recursos limitados. El presidente ruso se queja en muchas ocasiones de la hegemonía estadounidense, pero jamás le escucharemos en un discurso llamativo alabar a Rusia por liderar todo el planeta. El poder de Estados Unidos y su seguridad geopolítica les permiten a sus funcionarios tener objetivos ambiciosos.
Por fin, queremos saber quién es un buen estratega. Por una parte, Obama vive con realidades y sabe bien que Estados Unidos desde diferentes aspectos tiene recursos limitados. Además, está consciente de que cuesta mucho la construcción de la nación y a veces no es necesario pagarlo en otros territorios, principalmente en sociedades que se difieren mucho a su propia sociedad. No obstante, Obama debe dirigir la política exterior de un Estado que es adicto a "liderar al mundo" y se enfrenta a una oposición que se siente odio hacia cualquier tipo de "inacción", aunque su sustituido sea una "fechoría".
De otro lado, Putin tiene una mejor operación respecto a la concordancia de sus objetivos con los recursos disponibles, lo cual es una de las principales características de un buen estratega. El punto débil de Putin es que sus metas, en totalidad, son objetivos a corto plazo y defensivos. En vez de seguir un planeamiento que podría mejorar el poder de Rusia a largo plazo, aplica políticas que son planificadas para evitar la caída de la posición privilegiada de Rusia.
Vamos a declarar que la competencia queda empatada. Los verdaderos perdedores son los desafortunados ciudadanos de Ucrania, Rusia y muchos otros países del mundo.