Alwaght- En el mes de septiembre, tras haber dilatado la convocada reunión extraordinaria de los ministros árabes de Defensa y Exteriores para aprobar y firmar el protocolo de acuerdo sobre la creación de una fuerza militar árabe conjunta, la Liga Árabe (LA) por medio de un comunicado informó de una misiva recibía de Arabia Saudí, en la cual Riad había pedido el aplazamiento de la mencionada asamblea ministerial.
Según algunas fuentes, las divergencias entre varios estados árabes, especialmente Arabia Saudí y Egipto, sobre el liderazgo del cuerpo castrense y su eventual postura ante las crisis de Siria, Yemen y Libia, evitó la aprobación de un consenso para establecer dicha fuerza, Además, los miembros que pretenden formar una alianza o en este caso un ejército militar conjunto deberían tener objetivos en común sobre tres conceptos cruciales: la seguridad, la soberanía nacional y la integridad territorial, no obstante actualmente los estados árabes se dividen en tres grupos respecto a este asunto:
1. Arabia Saudí y Catar: Tienen la intención de integrar los equipamientos militares de los países árabes para enfrentarse con el eje de Resistencia, liderado por la República Islámica de Irán.
2. Egipto: La principal meta de este país es recibir el apoyo financiero y económico de los ricos estados árabes, para destinarlo en el desarrollo de su propia economía y la compra de nuevas armas.
3. Los países árabes del Golfo Pérsico: la principal inquietud de estos estados es sobrevivir.
Mientras tanto, antes del surgimiento de numerosos problemas registrados por la presencia militar en Yemen y el apoyo de Egipto a la intervención rusa en Siria, debido a tienen enemigos en común las diferentes posturas se acercaron, así que era muy posible la creación de una fuerza militar conjunta, pues actualmente la situación ha cambiado.
Asimismo, la composición desigual de los estados árabes miembros de la LA, se enfrentará a semejante cuerpo castrense a permanentes tensiones y retos internos. Especialmente, las relaciones oscuras entre Catar y Arabia Saudí, los malos lazos entre Bahréin y Catar, la competencia entre Arabia Saudí por liderar el mundo árabe y la postura independiente de Omán podrían afectar la función del siguiente ejército integral árabe.
Por otro lado, si se allana el terreno para el establecimiento de la fuerza militar conjunta, se puede augurar que Arabia Saudí, Catar, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto estarán encargados de suministrar las necesidades financieras, logísticas y humanas del órgano. De esta manera, la mencionada organización en vez de ser un "ejército árabe conjunto" se considerará una fuerza intervencionista formada por varios países árabes.
Por tanto, las pasadas experiencias de las naciones árabes en la creación de una fuerza militar conjunta en forma de fuerza de reacción rápida del Consejo de Cooperaciones del Golfo (CCG-integrado por países árabes ribereños del Golfo Pérsico), sobre todo en la zona sureña del Golfo Pérsico, no ha alcanzado mucho éxito, así que puede adivinarse que el establecimiento del ejército conjunto y sus futuras operaciones se enfrentará con diversos retos.
De igual manera, hay grandes dudas sobre las eventuales posturas del organismo respecto a las crisis regionales, las diferentes reacciones surgidas por el doble rasero de varios países integrantes de la LA ante las evoluciones en Irak, Siria y Bahréin, y el hecho de no adoptar una postura igual ante los grupos opositores en estos países, saca a la luz que en las próximas ocasiones también la función de la alianza militar árabe sería afectada por la misma separación.
No se puede enviar tropas a Bahréin y Yemen para reprimir a los opositores, y al mismo tiempo apoyar a los grupos terroristas que luchan en contra del Gobierno legítimo de Siria. No se puede crear un ejército unido, en virtud de un tratado multilateral, con la misión de luchar contra un Estado miembro y a la vez "defender la legitimidad" de otro integrante.
El acto de adoptar semejante postura podría resultar en la pronta disolución de la formada fuerza, por otro lado la aplicación de una política igual parece una realidad imposible.
Arabia Saudí anhela desempeñar un papel fundamental en la creación y continuación del ejército, en tanto los ataques aéreos de algunos aliados de Riad a Yemen, bautizado como "la Coalición Árabe", fue el preludio de la creación de un ejército unido árabe. A este respecto hay dos retos grandes:
1. El futuro de la guerra en Yemen no es claro, así que la llamada Coalición Árabe aún no ha logrado alcanzar los previstos objetivos de su ataque y se ha frustrado su tentativa para realizar una intervención terrestre en Yemen. Un eventual fracaso en Yemen sacudiría desde el principio los pilares del ejército conjunto.
2. El siguiente reto es el futuro de Arabia Saudí, un país que se encuentra en un pantano de crisis internas. La disputa por el poder se inició en el trono saudí un día después de la muerte del rey Abdulá y la incapacidad para lograr los objetivos definidos en momentos que fue necesaria la intervención militar directa e indirecta, dañó el prestigio y poder político y militar de Arabia Saudí.
La verdad es que con la integración de países pobres como Egipto, Somalia, Sudan y Argelia en el pensado ejército conjunto árabe, y en ausencia de Arabia Saudí y sus apoyos financieros y políticos, parece muy improbable que el cuerpo militar sea capaz de jugar un rol significativo en las crisis regionales. Sin embargo, no es imposible que esta fuerza, bajo condiciones especiales y secundada desde fuera de la LA se convierta en un poder extraterrestre y efectivo en las ecuaciones de la región de suroeste de Asia.
Eventualmente, los Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea (UE) tomarán alguna medida ante la formación del brazo militar del organismo panárabe que conllevaría su fortalecimiento, de lo contrario, la fuerza unida árabe no será más que un organismo simbólico ineficaz.