Alwaght- El último año, el precio del petróleo se ha reducido en 50 por ciento, afectando los ingresos de los países petroleros del Golfo Pérsico. Mientras, varios analistas y expertos en asuntos geoeconómicos y de energía han barajado la hipótesis de que el precio del crudo seguirá una persistente tendencia a la baja. Ante esta situación, los analistas tienen programado estudiar los efectos de corto, mediano y largo plazo en la situación interna y en el patrón del tratamiento externo de los Estados productores del oro negro. A continuación revisamos los efectos de la disminución en el precio del petróleo en los ingresos de Arabia Saudí, asimismo, la postura del régimen de Riad ante el crudo como un producto de importancia estratégica y sus medidas para eliminar a sus rivales productores del petróleo, pues las reservas en divisas extranjeras de miles de millones de dólares del país árabe equilibran el ritmo de la deflación en el corto y medio plazo, hecho que crea limitaciones para el régimen de Riad a la hora de financiar sus proyectos internos y externos.
Ante la coyuntura del mercado de crudo, el régimen de Al-Saud, que afronta un déficit de presupuesto, busca reducir hasta 10 por ciento sus gastos públicos. En tanto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que Arabia Saudí podría tener un déficit presupuestario que asciende a alrededor de 20 % del producto bruto interno (PIB).
La picada del precio de petróleo, que comenzó a mediados del año 2014, cuando se mantenía más allá de los 100 dólares, se situó alrededor de 40 dólares en agosto de 2015.
Esta caída, de hecho, afecta a los Estados con una economía dependientes a los petrodólares, como Arabia Saudí, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos (EAU), que se ven obligados a introducir cambios en sus presupuestos y, como consecuencia, a afrontar las reacciones sociales.
Otro desafío que la reducción del precio del petróleo conlleva para Estados árabes ribereños del Golfo Pérsico, será la introducción de límites en la financiación de sus proyectos regionales con el objetivo de mantener su influencia en campos geopolíticos. Este problema será de suma importancia en concreto para Arabia Saudí.
En una comparación del derroche de Arabia Saudí en la década 90, cuando el reino pagó hasta los gastos de las fuerzas de la coalición internacional en su guerra contra Irak en 1991, vemos que los gobernadores del país árabe ya no pueden ser tan generosos como antes.
Otro asunto digno de mencionar es la presencia activa de Arabia Saudí en numerosos conflictos regionales. En comparación con las décadas anteriores, la monarquía árabe, además de hacerse cargo de los gastos de las intervenciones e interferencias en Irak, Siria, Baréin y Yemen, ha desembolsado grandes cantidades de dinero por la compra de armamentos en la última década. Todo esto pone de manifiesto que Arabia Saudí ha intentado más que nunca tomar decisiones unilaterales sin interferencia de Washington y tiene tendencia a formar coaliciones regionales en el marco de procesos de autoayuda.
Cabe mencionar que pese a la caída del precio del petróleo y sus efectos en los ingresos de Arabia Saudí, el país árabe es capaz de soportar tales deflaciones, como mínimo, hasta los próximos cinco años, gracias a sus grandes reservas en divisas extranjeros fuera del país.
Conclusión
Arabia Saudí obtiene el 90 por ciento de sus ingresos de la venta del crudo. La necesidad de este país a ingresos de este tipo para sacar adelante sus proyectos internos y regionales generará problemas de financiación a la economía saudí en el caso de que el precio del crudo se mantenga debajo de 50 dólares. Para citar un ejemplo, si el precio del crudo sigue a la baja por un periodo de cinco años, o aún peor si persiste su tendencia bajista, la monarquía gastará una gran parte de sus reservas en divisas, hecho que hará vulnerable el poder financiero de este país en el ambiente internacional.
Pero en el caso de que las mismas condiciones se prolonguen durante diez años, Arabia Saudí podría sufrir más déficit de presupuesto en lo referente a la financiación de proyectos internos, la compra de armamentos y apoyos financieros a nivel regional.
A pesar de esto, la decisión de Riad para modificar el presupuesto del país no debe ser interpretada como una retirada ante la caída del precio del crudo, sino esto es una prueba de la voluntad de Riad para mantener su actual estrategia petrolífera.
En este sentido, el empeoramiento de esta situación para Arabia Saudí y su patrón de comportamiento dependen de varios factores, entre ellos, el nivel de su dependencia a los ingresos de la venta del crudo, el valor que dé a otras energías como la nuclear, el aumento del precio del crudo hasta sus niveles anteriores, el papel de factores económicos y políticos a nivel mundial y el comportamiento regional del país árabe.