Alwaght- Los acontecimientos de las últimas dos semanas en Adén, al sur de Yemen, hacen que nos formulemos ciertas preguntas. Antes que todo, nos preguntamos si la situación de Yemen se ha invertido a favor de Arabia Saudí y en contra del movimiento popular Ansarolá. ¿Cuál será el destino de esta guerra?, en este texto estudiamos varios puntos importantes:
Las fuerzas saudíes se han hecho con el control de la mitad sureña y oriental de la ciudad yemení, aunque siguen intensificándose los conflictos en estas zonas y conforme a los analistas estadounidenses, las condiciones en el sur de Adén son frágiles y reversibles. De todas formas, mientras que en el norte la ciudad se veía amenazada y los conflictos seguían en el sur y este, el régimen de Riad anunció unilateralmente una tregua de cinco días. Los observadores políticos creen que hay una relación entre esta tregua y la dificultad de los saudíes y emiratos en sus operaciones.
El régimen de Al Saud finge haber logrado una gran victoria y está en posición de empezar el proceso político. En este sentido Riad intenta mostrar una imagen pacifista tanto a nivel regional como internacional, no obstante, se estima que este régimen tiene programado ampliar su operación militar durante los próximos días para introducir cambios en el campo de batalla. Desde el punto de vista técnico, esta tregua con carácter pacifista se interpreta como una operación de engaño que tiene dos objetivos: sorprender al enemigo en el campo de batalla y tomar distancia de las críticas de la comunidad internacional por bombardeos incesantes que violaban las reglas de guerra. Ante esta situación, Riad desempeña el papel de un régimen pacífico y finge pretender iniciar una etapa política y buscar el papel de otros Estados para reemplazarlo en la operación militar, mientras tanto, está planificando extender la guerra a la mitad norteña de la ciudad y después a las provincias de Taiz y Lahij.
En sus operaciones militares en el sur de Adén, Riad cuenta con el apoyo de Egipto, Paquistán, Afganistán, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y EEUU. Desde hace tres meses , el régimen saudí ha abierto oficinas en varias zonas de Arabia Saudí y Paquistán con el objetivo de contratar como mínimo a 50,000 fuerzas afganas y paquistaníes para luego enviarles a Yemen una vez que reciban entrenamiento militar. Ante esta situación, se prevé que el territorio saudí se convierta muy pronto en el centro de actividades de efectivos terroristas. Tal y como se escucha de una y otra parte, durante las últimas dos semanas, miles de estos efectivos entrenados han sido trasladados a playas yemeníes con la colaboración estrecha de EEUU y del Reino Unido. Nada más llegar a las playas del sur de Adén, un millar de estos efectivos fueron abatidos y el resto huyó del país. Paralelamente, las fuerzas leales al expresidente fugitivo yemení, Abdu Rabu Mansur Hadi, trataron de facilitar la conexión de efectivos no yemeníes al territorio yemení.
En realidad, estas operaciones militares se están llevando a cabo por fuerzas no yemeníes del grupo terrorista de Al-Qaeda que cuentan con el apoyo de las fuerzas de Hadi. Este asunto, de por sí, habla de los problemas y desafíos que tiene por delante el régimen saudí en su camino. Anteriormente, las fuerzas de Ansarolá habían conseguido, en una operación de diez días, expulsar a las fuerzas saudíes de siete provincias en el sur del país. Durante esta operación, las fuerzas de Ansarolá no contaban ni con un apoyo aéreo ni marítimo. Actualmente, Arabia Saudí, con el uso de distintos tipos de aviones de guerra, flotas y miles de efectivos procedentes de Egipto, Afganistán y Paquistán, ha ocupado casi la mitad de Adén, mientras que por otra parte, Ansarolá debe repartir sus fuerzas en 18 provincias que tiene bajo su dominio.
La rivalidad de Arabia Saudí con Irán se produce en un momento en que el país persa se ha convertido en el centro de atención y está ganando cada vez más una mejor posición entre los Estados de la región, pues en comparación con las condiciones de hace dos años, vemos que hoy el papel de Irán es el más destacado entre los países de la región. Sin embargo, el régimen de Riad tiene la intención de enfrentarse a un Irán que acaba de pactar un acuerdo integral con el Grupo 5+1 en lo referente a su programa nuclear, una serie de negociaciones que iban desarrollándose desde hace dos años. Con este acuerdo, el país persa ha ganado más prestigio entre las naciones. Sin tener más remedio, el régimen de Al Saud ha pedido el apoyo de Rusia. El viaje del príncipe heredero y ministro de Defensa, Mohamed Bin Salman, a San Petersburgo para convencer al presidente ruso, Vladimir Putin, de apoyar a Riad en su campaña militar contra Yemen, es un buen ejemplo de esto. Mientras Riad se precipita en lanzar correrías aéreas contra el territorio yemení, está cometiendo cada vez más crímenes de lesa humanidad. Ante esta situación, Irán sostiene que el pueblo yemení no necesita ninguna ayuda para obtener su independencia y la victoria será del pueblo yemení.
El régimen de Al Saud, además de haber causado la muerte de miles de yemeníes y dejar heridas a miles de personas en ataques directos, también es culpable de la muerte de civiles por falta de medicamentos y alimentos, además de provocar problemas de salud mental entre los yemeníes.
El pasado 26 de marzo, Arabia Saudí inició una ofensiva contra Yemen. A pesar de hacer uso de todo tipo de medidas, incluso de haber usado armas prohibidas, el régimen de Al Saud no ha logrado ni uno solo de sus objetivos importantes de su agresión, entre los cuales figura restaurar en el poder al expresidente fugitivo, Abdu Rabu Mansur Hadi.
Hasta el momento unos 4210 civiles han muerto como resultado de la agresión saudí a Yemen, según una organización yemení defensora de los derechos humanos.