Alwaght- El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) ganó las últimas elecciones legislativas de Turquía, pero perdió la mayoría absoluta que ostentaba desde hace 13 años.
Aunque el resultado de estas elecciones puso de relieve que la corriente islamista sigue siendo el centro de atención y la primera opción del pueblo turco, se desprende un fracaso de liderazgo entre los líderes del AKP tanto en los asuntos internos como externos.
Teniendo en cuenta el statu quo de este partido, a continuación estudiamos varios puntos relevantes sobre el futuro de Turquía:
La pérdida de la mayoría absoluta parlamentaria ha sido percibida como un duro golpe para el partido gobernante AKP, pues desde el punto de vista de sus líderes, las últimas elecciones deberían haber allanado el camino para cambiar el sistema parlamentario por uno presidencial con el objetivo de fortalecer el dominio regional de Turquía con la mínima tensión interna.
Para el AKP, la pérdida de la mayoría absoluta fue interpretada como un paso en retroceso, pues para dejar atrás su posición pasiva y adoptar una activa, el partido necesitaba cambios.
Por otra parte, una Turquía poderosa con un liderazgo sabio, podría coadyuvar muy útilmente a la hora de resolver los conflictos regionales. De todas formas, el resultado de las elecciones en Turquía no fue agradable para el AKP y, además, la falta de un liderazgo sabio se consideraba un obstáculo para tal fin.
El resultado de los comicios, en concreto, el crecimiento relativo de otros partidos pone de manifiesto que Turquía está afectada por lo que está sucediendo alrededor del país. Asimismo, una participación del 86 % -muy alta en comparación con otros países europeos- se interpreta como el inicio de una nueva época no solo en la situación política del país sino en lo referente a la de seguridad.
Con un vistazo a las condiciones internas de Turquía durante los últimos diez años, se puede decir que el presidente Recep Teyeb Erdogan se ha opuesto a los espectros religiosos, mientras que como un político islamista, debería seguir el camino de convergencia. El mandatario turco no solo ha rechazado la contribución de otros lados islamistas, sino ha intentado eliminarlos, lo que contraviene con el principio de la sabiduría. Erdogan podría convertirse en el símbolo más popular entre los partidos con tendencias islamistas y de justicia, pero tras rechazar las tendencias islamistas, desvalorizó al AKP y lo caracterizó como un partido indiferente ante las tendencias sociales.
Al inicio de su trabajo, el partido de la Justicia y el Desarrollo basó su estrategia en la resolución de los asuntos de sus vecinos, lo que significaba un cambio radical en el enfoque exterior de Turquía, sin embargo, este enfoque racional no duró mucho y se alteró drásticamente en los últimos cinco años. Entre otros resultados se destacó el aislamiento regional del país, pues Ankara no tiene relaciones estables con ninguno de sus vecinos.
Con un repaso a las relaciones bilaterales y multilaterales de Ankara con sus vecinos como Irak, Siria, Grecia, Chipre, Bulgaria y Armenia entendemos que los estrategas del partido AKP, liderados por Ahmet Davutoglu, introduciendo cambios en la política exterior del país, han presentado la imagen de un grupo sin experiencia, lo que ha provocado la protesta de los críticos.
Por ejemplo, ningún partido, menos el de la Justicia y el Desarrollo apoyaba las políticas intervencionistas de Ankara en la crisis de Siria, e incluso, varios miembros del mismo partido, como Abdullah Gül, se oponían al respecto. Mientras que Ankara podría desempeñar un papel clave en la estabilización de Siria.
La política de considerar enemigo a los vecinos, diseñada por Ahmet Davutoglu, causó una gran dicotomía en la sociedad turca.
Durante los últimos diez años, aparte de las discrepancias entre el AKP y los islamistas, Ankara no ha llevado buenas relaciones con los alavíes y kurdos, lo que ha provocado varios conflictos.
Entre otros errores estratégicos del partido de Erdogan, en concreto, Ahmet Davutoglu, se puede mencionar hechos simbólicos como la denominación del puente de Estambul o el traslado de la tumba de Soleiman Shah (rey otomano) al territorio turco, que son muestras de la idea del neootomanismo del Gobierno de Ankara, mientras que esta política es rechazada tanto dentro del país como en la región.
Aprovechándose de esta situación, otros partidos turcos como el Partido Republicano del Pueblo (CHP) con un 25 %, el Partido de Acción Nacional (MHP) con 16,5 % y el recién formado Partido Democrático de los Pueblos (HDP) consiguieron hacerse con más votos respecto a rondas anteriores. Todos estos partidos participaron en las elecciones con lemas contrarios a la idea del neootomanismo.
Sin duda alguna, las políticas de la recuperación del Imperio Otomano, impulsadas por Erdogan y Davutoglu, al mostrar una imagen retrógrada del partido de la Justicia y el Desarrollo le han infligido serios daños.