El Concilio Vaticano II estabaleció que la Iglesia no se oponía a que fuera un domingo concreto siempre y cuando fuese una decisión unánime de todas las confesiones
Desde el 22 de marzo hasta el 25 de abril, esa es la horquilla temporal en la que cada año se puede celebrar la Semana Santa, periodo que toma como referencia la primera luna llena de la primavera y el domingo de Resurrección, pero que en un futuro podría contar con una fecha fija.
Así lo establece el Concilio Vaticano II, que subraya que la Iglesia «no se opone a que la fiesta de Pascua se fije en un domingo determinado dentro del Calendario Gregoriano» siempre y cuando la decisión se tome de manera unánime con las otras confesiones cristianas; ortodoxos y protestantes.
Tal y como señala el profesor adjunto del Departamento de Teología Histórica de la Iglesia de la Universidad de Navarra, Fermín Labarga, en la actualidad y desde el siglo III la fiesta de Pascua se celebra cada año el domingo posterior a la primera luna llena de la primavera.
Para acordar esta fecha, el cristianismo acudió a los evangelios, que señalan que Cristo murió el día de la Pascua judía, festividad que se celebra de acuerdo con el calendario lunar. «Lo que se celebra no es tanto la muerte de Jesucristo, sino su resurrección, que tiene lugar el tercer día, domingo, por lo que la fiesta de la Pascua se celebra el domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera», ha explicado.
De acuerdo a estos cálculos, la Semana Santa se podría celebrar entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Sin embargo, el Papa Francisco ya se pronunció en el año 2015 a favor de establecer una fecha fija para la Semana Santa, y apuntó a la segunda semana de abril, de manera que el segundo domingo de este mes fuera el domingo de Pascua.
Sin acuerdo
Previamente, el Concilio Vaticano II, «reconociendo la importancia de los deseos de muchos con respecto a la fijación de la fiesta de Pascua en un domingo determinado y a la estabilización del calendario», aseguró que la Iglesia católica no se opondría a una fecha fija «con tal que den su asentimiento todos los que estén interesados, especialmente los hermanos separados de la comunión con la Sede Apostólica».
Esta cuestión estaría pendiente de resolver, pues faltaría el acuerdo con ortodoxos y protestantes. La celebración de la Semana Santa, tal yo como la conocemos hoy en día en España, se remonta al siglo XVI, según relata Labarga, que explica que el origen de las procesiones está en el teatro religioso. «En la Edad Media se realizaban en las iglesias y en los pórticos los autos de la Pasión, que eran escenificaciones que formaban parte de los oficios litúrgicos», apunta.
Sin embargo, y como «ese teatro daba lugar a algunos comportamientos poco edificantes», se fueron transformando paulatinamente y sustituyendo a los 'actores' por imágenes, de manera que esas escenas de la Pasión dejaron de ser vivientes, para convertirse en imágenes de madera y tela.
Las procesiones surgieron también del deseo del pueblo cristiano de imitar la pasión de Cristo. «El Via Crucis no es otra cosa que una imitación de lo que los peregrinos hacían en la Vía Santa o Vía Dolorosa de Jerusalén, que era acompañar a Cristo con la cruz».
Este investigador agregado del Instituto de Estudios Riojanos y doctor en Teología señala también que fueron las cofradías las que promocionaron las procesiones, en cuyo origen están algunas órdenes religiosas como los Franciscanos, que promovían la devoción a la humanidad de Cristo.
En el siglo XVIII, el Rey Carlos III prohibió la figura de los «disciplinantes», penitentes que se flagelaban durante estas celebraciones, que quedaron reducidas a procesiones en las que los cofrades alumbraban con los cirios a las imágenes portadas por otros miembros de las cofradías y acompañadas por los cantos del clero. Posteriormente, en el siglo XIX, se introdujeron otros elementos como la bandas de música, tal y como han llegado hasta nuestros días.
abc