Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) ha inscrito a su madre en el palmarés de uno de los galardones literarios con más solera, el Nadal, que ha obtenido con su novela Un amor, protagonizada por Amalia, esa mujer cuyas peripecias –y las de toda su familia– los lectores van siguiendo desde el 2014, cuando protagonizó Una madre, la obra que le descubrió al gran público.
Los libros de relaciones familiares y sentimentales de Palomas –que escribe tanto en castellano como en catalán– cuentan con un notable grupo de seguidores y son melodramas contemporáneos, con elevadas dosis de comedia, no reñida con la exigencia literaria, en los que muestra con frescura los vínculos afectivos del mundo de hoy, en una suerte de autoficción sentimental que le ha hecho a veces ser comparado con autores como Anna Gavalda.
En esta ocasión nos presenta a Amalia ya con setenta y muchos años y algún problema de senilidad, que sigue teniendo como único anhelo velar por la felicidad de sus hijos. El día antes de que se case Emma, su hija mediana, una funesta coincidencia caerá como una bomba sobre el mapa familiar, rompiendo la paz en mil pedazos. Amalia demostrará “cómo una madre puede sorprendernos cuando creíamos ya haberlo visto todo”, dijo el autor, que confirmó que aparecen varios de los personajes ya conocidos de otros libros, miembros de una familia unida por los secretos, las idas y venidas “y fundamentalmente la necesidad de saberse cerca los unos de los otros”.
Amalia es una mujer tan entrometida como divertida, habla de un modo atropellado, encadenando conceptos, y más que una madre parece a veces “una amiga difícil”. Capaz de creer que en los restaurantes chinos trocean a los abuelos para el chopsuey, insiste lo indecible para que su hijo escritor, Fer, encuentre al fin al hombre de su vida para estabilizarse. Lo trágico y lo cómico van de la mano porque “lo que más me gusta –explica el autor– es cuando parece que te va a saltar la lágrima de pena y entonces, de repente, te ríes a gusto. Sentir muchas cosas a la vez, eso se parece bastante a la vida”.
El personaje materno nació para la ficción cuando el autor se puso a contar algunas anécdotas sobre su madre real en Facebook. Entonces, gran número de lectores le incitaron a continuar la historia de un escritor gay que dejaba su piso de Barcelona para instalarse en un precioso ático en Sitges junto a su perro.
“Me enamoré de los personajes y trazo un cuadro familiar a lo largo del tiempo”
Autor de dieciséis libros, el prolífico Palomas ha realizado, además, más de un centenar de traducciones, muchas de ellas con seudónimo para evitar que le identifiquen, pero muchas otras meritorias (KatherineMansfield, Françoise Sagan, Jack London...).
En Una madre, que narra las horas anteriores y posteriores a una Nochevieja en Barcelona, Amalia tenía 65 años, estaba divorciada y reunía a sus tres hijos, hermano y cónyuges a cenar con el deseo de “que todo salga bien” pero alguien abría la caja de los truenos. Amalia también aparecía en Un perro, centrado en R, personaje basado en Rulfo, el perro de Palomas, que hacía que se desencadenaran todos los lazos que envolvían a Fer, el narrador, y a sus hermanas Emma y Silvia.
“Me he enamorado de los personajes –afirma el autor– y quise irlos trabajando a lo largo del tiempo, para trazar un cuadro familiar completo, no necesariamente cronológico, sino desordenado como la vida. Es como cuando te enamoras de alguien y vas conociendo cosas de su pasado a lo largo del tiempo. Ese sistema de conocimiento me parece atractivo. Quizá es fruto de los años de diván que llevo, voy explicándome y sacando capas”.
¿Qué escribe Palomas? ¿Ficción? ¿Realidad? “Quizá no es que la realidad supere siempre a la ficción, sino que simplemente la una es la cara amable de la otra y por eso conviven bien, como dos hermanas viejas que, ya de vuelta de todo, deciden retirarse a vivir juntas”.
“Creo que todas mis novelas –prosigue– exploran la relación de uno consigo mismo”. Sin embargo, eso requiere un elemento que “lo acote”, y ese elemento son “los otros”, “la familia”. Unas familias pobladas de mujeres porque “ellas tienen una infinita capacidad para sumar, a pesar de las restas que les impone la vida, quizá venga de la maternidad”.
El premio Josep Pla de narrativa catalana ha recaído en el periodista Antoni Bassas (Barcelona, 1961) con Bon dia, són les vuit!, una crónica que explica el programa radiofónico El Matí de Catalunya Ràdio, que él dirigió y presentó. El libro es, según los que lo han leído, a la vez una intrahistoria de la radio y “un retrato de la evolución de una sociedad y un país”, reconstruyendo “los episodios que hicieron vibrar a la audiencia”. Bassas se ocupa del período entre los años 1995 y 2008, período en el que cosechó las máximas cotas de audiencia y entrevistó, por ejemplo, a presidentes del Gobierno como Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, así como al Dalai Lama, Mijaíl Gorbachov o Woody Allen.
Bassas abandonó el programa de la emisora pública por discrepancias con el Govern del tripartito presidido por José Montilla. Como periodista radiofónico, se inició en el equipo de Joaquim Maria Puyal que retransmitía los partidos del Barça, fue presentador de concursos y corresponsal de TV3 en EE.UU y actualmente escribe artículos de opinión y realiza entrevistas en el diario Ara, de cuyo equipo directivo fundador forma parte.
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