Según 'Wall Street Journal', Mohamed bin Salman, heredero al trono, es quien finalmente se quedará el cuadro
El rastro de Salvator Mundi, una obra pictórica atribuida a Leonardo da Vinci vendida el mes pasado en una subasta que pulverizó registros, conduce hasta el mismísimo príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman, de 32 años. Así lo revela Wall Street Journal citando fuentes de seguridad estadounidenses. Las primeras informaciones habían señalado como comprador a un príncipe menor llamado Bader bin Abdalá bin Mohamed bin Farhan al Saud. Hasta la millonaria adquisición no se le conocía interés alguno por el mercado del arte y, menos aún, por una representación que el islam prohíbe. El rotativo estadounidense The New York Times lanzó las primeras pesquisas poniendo rostro al supuesto comprador del cuadro de Jesucristo, que desembolsó hasta 450 millones de dólares durante la puja en la casa de subastas Christie's de Nueva York. La compra en la que actuó como intermediario, que deberá completar en seis plazos, coincide con una etapa de vertiginosos cambios en la monarquía saudí. Hace un mes una insólita purga anticorrupción confinó a más de 300 saudíes -entre ellos, varias decenas de príncipes y ex ministros- en un lujoso hotel de Riad.
Su inesperado flechazo con la obra de Da Vinci es pecado en Arabia Saudí, la patria del wahabismo, una rigorista interpretación del islam. Sus guardianes velan precisamente por desviaciones como la del Salvator Mundi, la representación artística de un profeta en un credo que considera cualquier asociación de imágenes con Dios o los profetas como un acto de idolatría. La figura redentora de Jesús (Eissa, en árabe) tampoco casa con la religión musulmana, que no lo considera un salvador sino el penúltimo mensajero de Alá, mencionado hasta en 187 ocasiones en el Corán. La repentina irrupción de Bader -se identificó un día antes de la puja- fue la que llevó a Christie's a preguntar por el misterio de su biografía y sus finanzas. En ambos casos, el príncipe fue escueto. Proporcionó los 100 millones de dólares exigidos como depósito y, a través de un representante, replicó que se dedicaba al sector inmobiliario y que era "solo uno de los 5.000 príncipes" que conforman una vasta familia real.En realidad, Bader no procede de una rama vinculada con Abdulaziz bin Saud, el fundador del Estado saudí moderno, sino con un monarca del siglo XVIII. Su relevancia, sin embargo, está ligada a su creciente poder en la corte saudí y su cercanía al todopoderoso ministro de Defensa y príncipe heredero, Mohamed bin Salman, de 32 años. Desde que en 2015 su padre Salman accediera al trono y lanzara la carrera de su vástago, Bader ha ido acumulando cargos y responsabilidades.Uno de los más destacados y de mayor exposición pública es la presidencia del Saudi Research and Marketing Group (SRMG), la mayor compañía editorial de Oriente Próximo que, entre otras publicaciones, es propietaria de Al Sharq Al Awsat, un influyente diario panárabe editado en Londres. Las contadas fotografías publicadas en la red de Bader corresponden a su tarea como máximo directivo de la empresa, que durante tres décadas había estado dirigida por un miembro de los Salman.El joven -que acudió a la universidad Rey Saud de Riad en la que también estudió el príncipe heredero- ostenta, además, el cargo de gobernador de una comisión encargada de desarrollar la provincia de Al Ola y sus yacimientos arqueológicos en línea con la aspiración de Bin Salman de abrir el reino al turismo y diversificar una economía "adicta al petróleo". También formó parte del consejo de administración de una empresa energética y de un consorcio con una firma internacional para construir una red de fibra óptica.Por si fuera poco, también lidera un negocio de reciclaje y tratamiento de aguas en Arabia Saudí y un proyecto inmobiliario para levantar en la ciudad de Yeda, a orillas del mar Rojo, un complejo de vacaciones para la familia real con hasta siete palacios, separados entre sí por un lago con forma de flor. La proximidad de Bader con el príncipe heredero ha arrojado dudas sobre su destinatario final. En una nueva vuelta de tuerca, el Museo Louvre de Abu Dabi -inaugurado el mes pasado- anunció el miércoles que exhibirá la pintura en su laberinto de salas. Bin Salman es un estrecho socio del príncipe heredero de Abu Dabi Mohamed bin Zayed, de 56 años, al que muchos consideran su verdadero mentor. En el Louvre del desierto y los petrodólares nunca han escondido su ambición por hacerse con La Gioconda. Ahora, al menos, podrán presumir de un Leonardo aunque sea la escandalosa media sonrisa del Salvador.
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