En el caso más reciente, la reunión del Consejo de Relaciones Exteriores en Washington sobre los diálogos nucleares y la reunión de Dore Gold, director general del ministerio israelí de asuntos exteriores, con Anwar Ashki, funcionario saudí cercano a la familia Al Saud, en la cual afirmaron que Irán es una amenaza común para ambas partes.
Las relaciones secretas entre el régimen de Israel y algunos sheijs de los países árabes ribereños del Golfo Pérsico tienen una larga historia, de hecho, hace muchos años que el régimen de Israel invierte en secreto en esos países árabes cambiando el nombre de sus empresas.
Uno de los primeros documentos que confirma las relaciones entre el régimen de Israel y algunos países árabes como Arabia Saudí son las filtraciones de WikiLeaks que desvelan las declaraciones de Yaakov Hadas, un exdirector general del ministerio israelí de asuntos exteriores, sobre el reforzamiento de los lazos israelí-árabes en 2010.
El proceso de los diálogos nucleares, las cooperaciones indirectas entre Irán y EE.UU. en la lucha contra el grupo terrorista takfirí EIIL (Daesh, en árabe), el enfriamiento de las relaciones Netanyahu-Obama, el desinterés de EE.UU. en intervenir en Oriente Medio y el rechazo de Obama a dar privilegios a los árabes en la cumbre de Camp David, han causado una coincidencia temporal de sus intereses ante las supuestas amenazas que existen en su contra y, por tanto, se testifica una reconciliación entre las partes dejando de lado sus discordias del pasado.
Empero, según expertos en asuntos de índole diplomática, los beneficios de esta relación no serán tan significativos que puedan cubrir las diferencias. Especialmente, debido al odio de la opinión pública árabe hacia el régimen israelí, entonces, la filtración de tal relación devendría en mayores costos para Arabia Saudí.
En este mismo contexto, el alto investigador del instituto de estudios de seguridad nacional del régimen de Israel, Mark Heller, ha estudiado el desarrollo de las relaciones israelí-árabes y apunta que la evaluación de amenazas convergentes puede facilitar las relaciones secretas y clandestinas entre funcionarios de seguridad israelíes y de aquellos países árabes de la región que se preocupan por la extensión de la influencia de Irán y, por consiguiente, existe la posibilidad de que se amplíen los lazos entre el régimen de Israel y esos países.
No obstante, los beneficios de relaciones explicitas y más amplias no son tan claros y sería lógico decir que los beneficios potenciales de un enfoque regional para el régimen de Israel son tan menores que no podrá enfrentar las tensiones políticas internas que aparecerían como consecuencias inevitables de ese caso.
A continuación, Heller estudia esta reconciliación a nivel regional y explica: cualesquiera que sean los beneficios potenciales de esta reconciliación, hay que tener en cuenta que el enfoque regional solo se materializará por medio de medidas efectivas del régimen de Israel en cuanto al caso palestino, o por lo menos presentar pruebas que confirmen la falta de implicación israelí al respecto. De todas formas, eso requiere de cambios en la trayectoria y en las políticas israelíes, mientras que hasta la fecha, el nuevo gabinete israelí no ha adoptado una medida considerable al respecto.