Alwaght- Tras la caída de la ciudad iraquí de Ramadi, capital de la provincia occidental de Al-Anbar, el gobierno iraquí y las autoridades locales han comprendido finalmente que los estadounidenses no tienen ninguna intención de luchar con el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe) y que en realidad, solo las fuerzas populares tienen la capacidad de combatir con este grupo takfirí.
Tras el ataque al norte de Irak por Daesh durante el verano pasado, algunos líderes iraquíes anunciaron que EEUU no tiene la suficiente motivación para luchar contra el EIIL y que solamente trata de controlarlo para conseguir sus propios objetivos, por lo tanto, no se puede confían en Washington para hacer frente al terrorismo.
Pero algunos políticos y funcionarios locales iraquíes no aceptaron esta realidad hasta la caída de la ciudad de Ramadi, capital de la provincia occidental de Al-Anbar, a manos de Daesh el pasado mes de mayo. Esta caída tuvo lugar mientras Estados Unidos presionaba al Gobierno central de Irak para impedir la presencia de las fuerzas populares para defender la ciudad en medio de las incesantes ofensivas de Daesh. Es más, EEUU no lanzó ninguna operación aérea para impedir el avance de los terroristas en Ramadi.
Solo después de estos acontecimientos, las autoridades de la provincia de Al-Anbar y algunos funcionarios del Gobierno central se dieron la cuenta de que Washington no tiene ninguna intención de combatir el terrorismo. A principios de esta semana, el diario estadunidense The Washington Post afirmó en un informe titulado que “es evidente la desconfianza en el Gobierno estadounidense en Habaniya”. En este informe, el subjefe del consejo provincial de Al-Anbar, Falih al-Esawi, dice: “Yo era el primer aliado de Estados Unidos en Al-Anbar, pero Obama nos mintió y dijo que Ramadi no caería”. También añadió que “Al-Anbar tenía dos potencias como aliados: los Estados Unidos o Irán. Nosotros elegimos a Estados Unidos como país poderoso que es, pero nos equivocamos".
Aparte de los funcionarios de Al-Anbar, esta desconfianza en Estados Unidos se puede concebir en las declaraciones de las autoridades del Gobierno central.
El primer ministro de Irak, Haidar al-Abadi, viajó a Rusia tres días después de la caída de Ramadi. Los analistas califican este viaje como la pérdida de esperanza de Bagdad en Washington y la puesta en evidencia de las dificultades que las fuerzas iraquíes tienen para detener el avance de los terroristas.
Anteriormente, Al-Abadi había intentado estrechar los lazos entre su país y Estados Unidos y, en esta vía había impedido el despliegue de las fuerzas voluntarias en Al-Anbar para recibir el apoyo de EEUU Algunos expertos consideran la caída de Ramadi como fruto de esta política errónea.
Por otra parte, Al-Abadi mostró una postura mucho más independiente de Estados Unidos durante declaraciones con la cadena iraquí Al-Iraqiya. En esta entrevista que fue emitida el pasado sábado, el premier iraquí anunció que a pesar de todas las oposiciones, las fuerzas populares serán enviadas para la liberación de Mosul (norte). “Estados Unidos no puede aceptar o rechazar el empleo de las fuerzas voluntarias. Washington sabe muy bien que son los iraquíes quienes tienen que decidir sobre este asunto”.
La caída de Ramadi mostró la falta de voluntad de EEUU en la lucha contra Daesh lo que se convirtió en un punto de inflexión en los enfrentamientos iraquíes contra este grupo terrorista. Parece que este asunto ha preocupado a los norteamericanos. Recientemente, Kenneth M. Pollack, experto en asuntos políticos y militares en Oriente Medio de la Brookings Institution, escribió: “la caída de Ramadi ha destruido la confianza de los iraquíes en Estados Unidos. Si las milicias chiíes pueden recuperar el control de Ramadi, se reducirá la influencia de EEUU en Irak y aumentará la influencia de Irán en este país árabe.”