Por Fernando Bossi *
Alwaght- La embestida de las fuerzas hostiles a la Revolución Bolivariana arrecia. Tanto el gobierno estadounidense como el español se han ensañado en atacar a la dirigencia revolucionaria a través de la mentira y la calumnia. Es evidente que la oposición venezolana necesita de ese permanente fuego de artillería para poder avanzar de cara a las elecciones parlamentarias que se avecinan.A nadie se le escapa que el problema de la baja del precio del barril de petróleo ha afectado la economía del país. Teniendo en cuenta que Venezuela sigue teniendo una industria muy poco desarrollada, las importaciones exigen una necesidad constante de divisas; y éstas se ha reducido prácticamente a la mitad. El dólar paralelo permite entonces toda una suerte de maniobras especulativas en detrimento de la economía nacional y del bolsillo de los trabajadores.
Si bien el gobierno ha lanzado toda una campaña para frenar la presión que ejerce la burguesía más parasitaria con métodos de desabastecimiento, boicot a la producción, alza injustificada de precios y acaparamiento; los efectos negativos se van palpando en una sociedad que comienza a dar algunos signos de cansancio, enojo y desmotivación.
Es muy difícil describir la forma inclemente con que esa burguesía está asediando al pueblo venezolano, sin miramiento alguno a la hora de castigar a niños, ancianos o enfermos. Recientemente las autoridades descubrieron depósitos con millones de medicamentos vencidos, otras veces fueron alimentos, otras con insumos médicos, con leche en polvo, cauchos o repuestos para automóviles, etcétera.
El gobierno revolucionario una y mil veces ha llamado al diálogo a la oposición, se ha reunido con el empresariado, ha sido flexible y tolerante, ha respetado al extremo los derechos humanos de los ciudadanos a la hora de neutralizar acciones violentas de calle provocadas por sectores fascistas de la oposición. Sin embargo, la derecha venezolana insiste en sus metodologías antidemocráticas y criminales.
Los medios de comunicación masivos, en manos del gran capital y los países imperialistas están llevando a cabo una cruzada contra el gobierno venezolano. Es importante entonces no hacerse eco de las mentiras y difamaciones que realizan a diario esos medios tendenciosos, funcionales al imperialismo y a la derecha. Venezuela afronta problemas económicos –eso es real y más comprendiendo la baja del precio del barril de petróleo–, pero fundamentalmente los inconvenientes surgen de una burguesía que delincuencialmente está actuando contra el pueblo en complicidad con el imperialismo y sus aliados.
El objetivo principal de esa alianza gobierno estadounidense-oligarquía venezolana es estrangular la economía para provocar descontento entre la población más humilde, que derive en estallidos sociales y su inmediata consecuencia: enfrentamiento entre la población civil y las fuerzas de seguridad.
El enemigo de la revolución, para poder tomar el gobierno, necesita insoslayablemente dividir el chavismo. Eso es lo que ha entendido el Pentágono: sin el bolivarianismo dividido es imposible gobernar a Venezuela. Ningún dirigente, partido político o coalición política de la oposición puede garantizarle a sus amos del norte gobernar el país si no es sobre la división y claudicación de una parte del chavismo.
Pero las fuerzas revolucionarias se encuentran unidas y compactas. La unidad cívico-militar se presenta sin fisuras, el pueblo chavista es consciente que frente a él está el enemigo histórico, que aprovechará el más mínimo resquebrajamiento para actuar. Esto no significa que dentro del chavismo todo sea armonía y entendimiento, pero tampoco las diferencias son preocupantes, al menos por el momento.
Será responsabilidad primordial de la conducción del proceso revolucionario garantizar la unidad del bolivarianismo, permitiendo la crítica constructiva, las diferentes tendencias y opiniones, pero también siendo inflexibles a la hora de la unidad de acción.
Caracas, 25 de mayo de 2015
* Periodista argentino –venezolano. Director del Portal ALBA y de la Fundación Emancipación.