Alwaght- La llegada al poder del Partido Demócrata en las elecciones presidenciales de EEUU de 2008 acabó con los ocho años de la administración de George W. Bush, época en la cual el país norteamericano planteó dos grandes invasiones a Oriente Medio. Este cambio revivió la esperanza de restaurar la seguridad en varios países de la región.
Barack Obama asumió el cargo con el lema de ‘disminuir la injerencia militar de EEUU en las crisis internacionales’, pues pretendía seguir los acontecimientos de Oriente Medio con un delicado enfoque. No obstante en 2010 salió a la luz la perspectiva ofensiva de la política exterior del presidente demócrata.
La aprobación de numerosas resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) contra Irán, bajo el pretexto de que su programa nuclear busca fines militares, fue un gran ejemplo de las políticas de doble rasero de Obama. Aunque el régimen de sanciones se levantó cinco años después y al final de una serie de maratónicas conversaciones entre el equipo diplomático de EEUU e Irán, junto con los miembros permanentes del CSNU más Alemania, no se puede calificar esta medida como un intento de Obama en la vía de rebajar la tensión regional.
El acuerdo nuclear entre Irán y el Grupo 5+1, conocido como el Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés) se considera el logro político más importante de Obama en los ocho años de su mandato, tal como él mismo durante un reciente concurso lo confirmó y catalogó el pacto entre los dos grandes éxitos alcanzados durante este tiempo. Obama intentaba grabar su nombre en la historia por finalizar el dossier nuclear iraní de una manera pacífica, mientras su antecesor para lograr este objetivo estaba cerca de librar una guerra con Irán.
Por otra parte, el primer presidente afroamericano de EEUU buscaba reducir la presencia directa de su país en Oriente Medio, pero al mismo tiempo hacer uso de la capacidad de sus aliados regionales, y de esta manera quería mantener la influencia norteamericana en esta zona estratégica. Sin embargo, esta política tampoco alcanzó mucho éxito.
La crisis de Libia y la orden de una invasión militar por la OTAN mandada por la Casa Blanca, el silencio ante el derrocamiento militar de Mohamed Mursi (el primer presidente electo por el pueblo en Egipto), la luz verde mostrada a Arabia Saudí, Qatar y Turquía para armar a los grupos terroristas en Irak y Siria, y por fin los apoyos políticos a Riad para llevar a cabo una ofensiva a Yemen, dieron a conocer que EEUU sigue siendo ‘un perturbador del orden’ desde el punto de vista de los musulmanes.
Aunque la política exterior de Obama estaba basada en no desplegar fuerzas terrestres en Oriente Medio, la presencia de las Fuerzas Aéreas y la Marina estadounidenses en la región todavía resultaba en reavivar el conflicto armado, incluso se puede decir que durante la presidencia de Obama esta zona atestiguó más tensiones que la de George Bush. En este último periodo de tiempo los conflictos se debían a las tensiones étnicas y religiosas, mientras que durante el mandato de Bush la fuerza violadora se veía claramente en calidad de un país extranjero.
El presidente demócrata de EEUU trató de fortalecer la capacidad militar de Turquía y Arabia Saudí, como sus aliados regionales, con el fin de convertirlos en los brazos operativos de Washington en Oriente Medio pero esta medida produjo una ilusión de poder para Riad y Ankara que resultó en sus esfuerzos para mover las fronteras oficialmente reconocidas de la región. En este marco, la base de misiles Patriot de la OTAN fue instalada en el sur de Turquía para que la Casa Blanca probara que está lista para defender a sus aliados frente a las amenazas militares y políticas. La estrategia de Washington animó al autoritario Erdogan para anunciar al comienzo de la crisis siria que Ankara atacará al país árabe para derrocar a Bashar al-Asad, incluso sin la cooperación de la OTAN y el occidente. Además, respaldado por el apoyo militar de la OTAN y de Estados Unidos, el mandatario turco trató de cumplir con sus planes para recuperar el Imperio Otomano así que ordenó al Ejército turco entrar en el norte de Irak con el pretexto de proteger a los turcomanos.
De acuerdo con la agencia Reuters, la administración de Obama, durante sus ocho años en el cargo, autorizó la venta de más de 115 mil millones de dólares en armas a Arabia Saudí, la cifra que se considera como la mayor propuesta de armas de Washington a Riad durante la alianza de 71 años entre los dos países. De este modo, el régimen saudí empezó a crear más tensión en la región para fortalecer su posición, contando con el apoyo de Obama.
Cabe mencionar que, durante los últimos 6 años, por un lado Riad ha sido el patrocinador logístico más importante de los terroristas en la región y por otro, atacó a Yemen dependiendo de sus almacenes llenos de armas. Algunos analistas piensan que EEUU se hizo la vista gorda ante la invasión de Al-Saud al país más pobre del mundo árabe, Yemen, para que este régimen no obstaculizara el acuerdo nuclear entre Irán y los países G5+1. La verdad es que la intervención militar de Riad y sus aliados árabes a Yemen fue considerado como una oportunidad de girar las ruedas de la industria militar en los Estados Unidos y reducir el desempleo en el país, un problema que Obama estaba tratando de resolver.
Actualmente, a pesar de los esfuerzos de Obama, la tasa de desempleo en Estados Unidos es aproximadamente 10%, la figura se equivale al número registrado antes del inicio de la crisis financiera iniciada en 2008. Los problemas económicos como lo mencionado por fin llevaron a los estadounidenses hacia votar por Trump. Por otra parte, las políticas adoptadas por Obama se convirtieron Oriente Medio en la región más inseguro del mundo. Siria entró en sexto año de guerra ya que las conversaciones de paz han llegado a un punto muerto debido a las oposiciones innecesarias de EEUU y sus aliados. Una gran cantidad de desplazados sirios han emigrados a El Líbano, Jordania, El Kurdistán de Irak y Europa con la esperanza de encontrar un ambiente seguro para vivir, pero en el proceso, muchos perdieron la vida o fueron heridos físicamente o psicológicamente.
Además, debido a la profundización de las diferencias sectarias y religiosas en Oriente Medio y el debilitamiento de los gobiernos centrales de Irak, Siria y Yemen, los grupos extremistas obtuvieron una oportunidad para revitalizarse y extenderse. Actualmente, Irak recibe las cooperaciones financieras y la asistencia internacional para eliminar el terrorismo pero la verdad es que las bandas terroristas nunca serán erradicadas completamente en Oriente Medio y siempre existirá la posibilidad que vuelvan a crear inseguridad. Y por este pretexto, todavía continúa la presencia militar de Estados Unidos cerca de las fronteras de China y el este de Irán bajo la justificación del peligro de los grupos armados de Talibán y Al-Qaeda en Afganistán.
Las políticas de Obama para seguir con las guerras subsidiarias en Oriente Medio, con el fin de reducir los gastos de Estados Unidos y mantener la seguridad del régimen sionista, junto con la falta de poder suficiente de sus aliados regionales han creado una pantanosa de guerras de desgaste, que está destruyendo las infraestructuras e imponiendo costos enormes a los invasores de la región, Arabia Saudí y Turquía.
Entonces se puede decir que el enfoque tomado por Obama ha eliminado toda esperanza para terminar los conflictos y las guerras en Oriente Medio ya que las personas que viven bajo la lluvia del fuego creado por sus vecinos y cada día pierden a sus seres queridos, nunca olvidarán esta hostilidad que solo profundizará la enemistad étnica y nacional alargo plazo.