Alwaght- La inacción de Estados Unidos frente a los recientes ataques de Daesh y la ocupación de la ciudad de Ramadi, la capital de la provincia de Al-Anbar, ha generado nuevas preguntas sobre los objetivos y motivos reales de la “estrategia anti-Daesh” de Obama. Según los informes llegados desde Irak, EEUU dilató mucho su ofensiva contra Daesh en Ramadi, a pesar de que muchas autoridades iraquíes habían pedido a Washington el envío de apoyo aéreo urgente para las fuerzas que estaban defendiendo esta ciudad.
Este comportamiento de EEUU no es extraño ya que se ha visto antes en situaciones similares en Mosul, Kobani y Tikrit. De hecho, pese a los insistentes llamados para aprovechar el poderío militar de EEUU en operaciones que “debiliten y eliminen completamente” al grupo terrorista Daesh, Obama hizo oídos sordos y no cumplió cabalmente con sus compromisos; lo que ha hecho surgir numerosas cuestiones sobre la intención y tendencia verdaderas de EEUU.
En los últimos días, los medios y figuras políticas estadounidenses han criticado la “fracasada estrategia” de Obama para hacer frente a la amenaza de Daesh. Pero en ninguna de estas críticas se pregunta si estos defectos explícitos en la estrategia anti-Daesh son intencionales y están en línea con la política general de EEUU para Oriente Medio y el Golfo Pérsico cuyo objetivo es dividir países como Irak y Siria a fin de mantener la hegemonía de Washington en la región.
Entonces, se observa que hay una marcada diferencia entre las políticas anti-Daesh anunciadas por EEUU y la aplicación en el terreno de dichas políticas. La estrategia de EEUU para combatir a los terroristas adolece de severas fallas y, lo que es peor, revela la confusión que existe respecto a los verdaderos objetivos de EEUU y sus aliados en el seno de la llamada “coalición” anti-Daesh. Esta coalición, liderada por EEUU se desplomó el pasado septiembre cuando de los 20 países que la conformaron al comienzo, solo quedaron unos pocos. Algunos miembros regionales de esta coalición que son concretamente los integrantes del Consejo de Cooperación del Golfo (integrado por los países árabes del Golfo Pérsico) prefirieron centrar sus esfuerzos en los ataques contra los hutíes chiíes en Yemen y no gastarlos en la lucha contra Daesh. Esto ocurría mientras que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, advertía -con toda razón- de que la guerra de Yemen allana el camino para Daesh.
En realidad, la “estrategia anti-Daesh” de Obama se parece cada vez más a una estrategia de apoyo que implica escasos ataques aéreos y muy pocas operaciones terrestres como la que llevaron a cabo la semana pasada las fuerzas especiales de EEUU en territorio sirio. En este confuso contexto, surge la duda, acaso EEUU con este ensayo militar busca evaluar la situación para una intervención en Siria, país afectado de guerra. O, en otras palabras ¿Estados Unidos se aprovecha de Daesh como un pretexto para otros objetivos?
Si esto es cierto, sin duda, EEUU está jugando con fuego y se quemará tarde o temprano pues hará crecer la amenaza del terrorismo que se cierne sobre este país. Por tanto, es razón más que suficiente para rechazar las políticas insensatas que ignoran los perjuicios contra los intereses nacionales de Estados Unidos. Para eliminar el “tumor de Dash, como Obama había prometido, EEUU necesita ejecutar una política más transparente.
Entre tanto, las negociaciones nucleares con Irán están avanzando paso a paso hacia un acuerdo final, y esto abre el camino para más diálogos entre EEUU e Irán sobre las cuestiones regionales, incluida la seguridad. El líder supremo de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, ha expresado recientemente que una vez solucionado el tema nuclear, entonces se podrá dialogar sobre “otras cuestiones”. Si bien la transformación de los diálogos nucleares en diálogos bilaterales más amplios será posible solo si las autoridades estadounidenses pueden discernir entre su equivocada percepción sobre Irán y la realidad y se den cuenta de los intereses e inquietudes comunes de ambos países sobre temas como la lucha contra el narcotráfico en Afganistán.
Es obvio que EEUU no puede sacrificar sus intereses por los intereses de otros países, incluidos algunos de Oriente Medio. Lamentablemente, algunos países consideran la lucha de Daesh en el contexto de una lucha religiosa entre chiíes y suníes y, al igual que EEUU, no pueden ver los resultados adversos de sus apoyos explícitos y secretos a Daesh y las demás bandas takfiríes. Hoy en día, hay una enorme necesidad de diálogos sobre la seguridad regional con la participación de Irán, Arabia Saudí, Irak y los demás actores que puedan influir en lograr la estabilidad de esta zona. Sin embargo, el enfoque de EEUU impide cualquier tipo de cooperación regional.
En resumen, si la gran potencia del Occidente no incurriera en defectos y fallos estratégicos, podría alcanzar grandes logros en su lucha contra Daesh. La estrategia de EEUU debe ser corregida.