Desde la llegada al poder del venezolano Hugo Chávez en 1998, se fueron aumentando los gobiernos de izquierda a lo largo y a lo ancho de América Latina, lo que proporcionó nuevos debates acerca de la llamada Nueva Izquierda Latinoamericana y de la existencia de distintos tipos de izquierdas y centroizquierdas en la región. Pero, últimamente, con la derrota del chavismo en las Legislativas de Venezuela en 2015, la derrota del kirchnerismo en las Presidenciales del 2015 en Argentina y la destitución de Dilma Rousseff en Brasil, se ha desatado una nueva ola de rumores sobre el fin de la ideología de la Izquierda en América Latina.
La respuesta a los citados rumores se encuentra, antes que nada, en la historia que es, sin lugar a duda, la fuente más fidedigna jamás existida. El estudio de la historia muestra que no es la primera vez que se habla del fin de la ideología socialista. La caída del muro de Berlín en 1989 fue considerada no solo como el fin de la Guerra Fría, sino, en una escala más significativa, como la victoria del bloque liderado por Estados Unidos. En otras palabras, la democracia liberal y el capitalismo parecían haber derrotado al socialismo real. La izquierda mundial recibió un gran golpe con el fin de la revolución sandinista en 1990, la disolución de la URSS en 1991, y por tanto la aparente victoria del bloque capitalista en la Guerra Fría.
La famosa frase de Margaret Thatcher, “there is no alternative”, parecía hacerse realidad, puesto que el neoliberalismo se posicionaba como claro vencedor. La notable crisis de la izquierda mundial desató grandes debates sobre la aparente inexistencia de una alternativa eficaz contra el capitalismo y el concepto del fin de la historia de Fukuyama y como efecto del fin de las ideologías, permitió a la derecha política hablar de la existencia del pensamiento único, entendiéndolo, según Harnecker, como una argamasa ideológica que convence a los ciudadanos para que se implante el ideal de mundialización de la doctrina neoliberal.
Sin embargo, a pesar de los avances de los neoliberales en muchos casos, los acontecimientos en muchas partes de América Latina en la década de los noventa pusieron en duda el triunfo total del sistema neoliberal. Sería el levantamiento zapatista en 1994 en México el suceso que demostró que la izquierda latinoamericana, aunque herida, seguía viva y a pesar de todos los problemas que enfrentaba y la profunda crisis interna, pretendía convertirse en alternativa a la hegemonía neoliberal.
De acuerdo con Emir Sader, el resurgimiento de la izquierda fue provocado, sobre todo, por aquellos sectores sociales latinoamericanos que fueron castigados más por las políticas neoliberales. En una sociedad dominada por un determinado modelo político-económico siempre hay voces críticos sociales que piden un espacio para sus propios pensamientos.
En este sentido, según la experiencia que nos da la historia, la muerte de una ideología, en este caso la izquierda latinoamericana, es casi imposible, teniendo en cuenta también el hecho de que la nueva izquierda es mucho más flexible (por la existencia de varios tipos de izquierda) que la vieja izquierda o el socialismo real. Pero, ¿acaso se puede asegurar con certeza que la izquierda latinoamericana ni se ha deteriorado? Precisamente, No. Tal y como nos indica la misma historia, hay la posibilidad de que las ideologías políticas se debiliten por ciertas razones; económicas y políticas, entre otras, y que logren restaurarse después de un cierto período, cubriendo los fallos.
Las derrotas consecutivas de los progresistas en la región muestran que, actualmente, la nueva izquierda latinoamericana, se encuentra en una crisis profunda, pero solucionable, y es por ello que, según Boaventura de Sousa, hay que empezar de nuevo y repensar cuanto antes la política de izquierda.
Por otra parte, desafiando el neoliberalismo de la derecha, se puede recurrir a los datos sobre la opinión pública para descartar la idea del fin de la izquierda latinoamericana. Las encuestas de opinión pública en América Latina indican que el giro a la derecha de la región es más mito que verdad.
El gráfico 1 es un análisis de la opinión pública sobre la izquierda y la derecha desde el año 2000; muestra el promedio conseguido entre las personas que se ubican en la escala (barras) y el porcentaje de respuestas no sabe/no responde (línea). El número 1 muestra la inclinación máxima hacia la izquierda y el número 10 la inclinación máxima hacia la derecha.
Poniendo a un lado los años 2001 y 2002, se nota que la media de la región nunca ha sobrepasado el 5,5 y toda la región es más bien de centro. Y en el año 2016 también se encuentra en 5,42, precisamente, menor al 5,43 de 2015. Aunque las cifras en los últimos dos años han sido los más altos en la región desde el año 2003, pero los cambios no son tan significativos para afirmar que hay un giro hacia la derecha, y respectivamente el fin de la ideología izquierdista.
De acuerdo con el gráfico, la cantidad de personas que no se encuentra en la escala izquierda-derecha y ha evadido dar una respuesta fija ha variado de forma significativa en los últimos 16 años. En el año 2000, solo un 7,9% de los encuestadores no se ubicaba en la escala izquierda-derecha, pero el año pasado esta cifra alcanza un 16,6%, considerando también los altibajos que ha tenido durante todos estos años.
Según lo dicho, a pesar de las victorias de partidos y presidentes derechistas en América Latina, no ha habido un giro de la opinión pública hacia la derecha, sino más bien el pueblo latinoamericano ha estado en busca de nuevas alternativas ante el debilitamiento una izquierda que, al parecer, no tenía buenas soluciones a los problemas económicos y políticos tras muchos años encabezando gobiernos.
De esta forma, lo que es muy evidente es que la izquierda latinoamericana no ha muerto, sino más bien se ha debilitado y necesita una moderación interna para volver al centro del escenario político de América Latina.
Omid Alizadeh Afrouzi