Varios centenares de ballenas lograron regresar a alta mar por sus propios medios al subir la marea este domingo, después de encallar de forma masiva e inexplicada en la costa de Farewell Spit, Nueva Zelanda.
Este cordón litoral de más de 26 kilómetros que cierre por el norte Golden Bay, atrapa por razones desconocidas a los animales al perturbar su capacidad de navegación.
Centenares más murieron estos últimos días al quedar varadas en esa zona costera que representa una trampa mortal para los cetáceos: el viernes, 416 ballenas fueron descubiertas en el área, de las cuales alrededor de 300 ya estaban muertas.
Comúnmente llamadas ballenas piloto o calderones, se trata en realidad de globicéfalos, una especie de cetáceos con dientes de la familia de los delfínidos. Pueden pesar dos toneladas, llegan a medir hasta seis metros de largo y son la especie más común en Nueva Zelanda.
Medio millar de voluntarios acudieron para tratar de salvar al centenar de supervivientes y devolverlas al agua, pero el sábado otras 240 volvieron a encallar en el mismo área, si bien en esta ocasión, la mayoría lograron volver al agua por sí mismas cuando subió la marea.
Y el domingo, cuando la hora de la marea baja se acercaba, unas 300 nadaron hacia la salida de la bahía, en dirección a aguas seguras del Estrecho de Cook.
"Es una buena noticia. El grupo nada hacia mar abierto", declaró a la AFP Andrew Lamason, del departamento de Protección Medioambiental.
"Hemos sacado los barcos del agua", precisó el responsable, admitiendo que se sentía "prudentemente optimista" sobre el fin de la crisis.
¿'Error' de los cetáceos?
La noticia reconfortó a los centenares de voluntarios que se empleaban desde hacía tres días en intentar salvar a los animales, rociándolos con agua para protegerlos del sol y tratando de reflotarlos hacia aguas profundas.
Pero la prudencia seguía siendo la consigna el domingo, dado el precedente del sábado, cuando los socorristas pensaban tener la situación controlada y 240 animales lograron esquivar un gran cordón de barcos y una cadena humana formada en el agua, volviendo a quedar varados.
Al saber que las ballenas estaban volviendo a aguas profundas el domingo, numerosos voluntarios se fundieron en lágrimas.
"La crisis se está resolviendo pero la emoción está a flor de piel. Ha habido momentos muy duros", explicaba Louisa Hawkes, de la oenegé Project Jonah. La organización ayuda a las operaciones de rescate con un avión de reconocimiento que está sobrevolando la zona para observar el movimiento de los cetáceos.
Lamason, del departamento de Protección Medioambiental, estima que en tres días han encallado un total de 666 ballenas.
Farewell Spit, situado a 150 km al noroeste de la ciudad turística de Nelson, es escenario de encalladuras masivas de forma regular, sin que exista una explicación científica a este fenómeno.
Rochelle Constantine, bióloga de la Universidad de Auckland, opina que simplemente se trata de un "error" de los animales.
Por su parte, el oceanólogo Denis Ody, responsable del polo Océano de WWF Francia, recuerda a la AFP que se habla mucho de la topología de la playa, pero no tanto de las "maniobras militares o sonares de alta frecuencia que hacen el efecto de bofetadas sonoras para estos animales".
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