Al-Waght-Para todos los ciudadanos estadounidenses, aparte de sus tendencias políticas y sociales, el día 11 de septiembre tiene una importancia simbólica. No es por casualidad que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en el aniversario de los atentados contra las torres gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, anunciara una guerra contra el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe).
En el año 2014, Daesh se convirtió en el enemigo número uno de EE.UU. sustituyendo a Al-Qaeda. La presencia del EIIL demuestra el fracaso de los planes de Washington para “democratizar” el Oriente Medio, utilizando Irak como un ejemplo a seguir para otros países de la región. Se puede decir que el surgimiento de Daesh es el futo de las erróneas políticas exteriores de Estados Unidos en una de las regiones más inestables del mundo. Desde luego, al contrario con la opinión de algunos politólogos, analistas y periodistas rusos, el gran fracaso de EE.UU. en Oriente Medio no puede considerarse una victoria para Rusia.
Hace meses, los líderes de Daesh difundieron un vídeo en el que amenazaban al presidente de Rusia, Vladimir Putin, con derrocar su “monarquía” y desestabilizar la región del Cáucaso del Norte. Sin embargo, se pueden ignorar estas amenazas, pese a que los terroristas están muy enojados por las ayudas de Moscú al Gobierno del presidente sirio, Bashar al-Asad.
A principios del nuevo milenio, los grupos islamistas radicales han sustituido a los movimientos autonomistas nacionalistas, aunque su lenguaje político es muy diferente.
Según varios reportes, no es alto el número de los terroristas procedentes de las repúblicas del Cáucaso del Norte y Asia Central en Irak y Siria (entre 1500 y 2000 individuos). Cabe recordar que Omar al-Shishani, alias Tarjan Batirashveili, uno de los más famosos comandantes militares del grupo terrorista EIIL en Siria tiene un padre georgiano y una madre chechena.
Por lo tanto, los analistas políticos de Estados Unidos insisten en la necesidad de establecer una cooperación entre Washington y Moscú sobre la crisis en Siria. Según Richard Hass, el director del Consejo de Relaciones Internacionales de EE.UU., Rusia no está a favor del fortalecimiento de la posición de Daesh en el Oriente Medio. Hass señala: “los musulmanes forman entre 10 y 15 por ciento de la población de Rusia, por lo que las autoridades rusas se oponen a la radicalización del Oriente Medio”.
En su mensaje emitido el pasado mes de septiembre, Obama consideró, e incluso mencionó a los monarcas de los países ribereños del Golfo Pérsico como sus potenciales aliados en la lucha contra Daesh, pero no se refirió al papel que puede protagonizar Rusia en esta batalla. Por su parte, Moscú rechaza las insistencias de las autoridades norteamericanas en la salida de Al-Asad del poder y su oposición a una solución realista para la crisis siria. El plan de Obama para luchar contra el EIIL, incluye una colaboración con los “opositores moderados” de Siria, que en realidad son muy difíciles de distinguir de los grupos extremistas que operan en el país árabe.
Una cooperación antiterrorista entre Estados Unidos y Rusia parece algo muy lógica y necesaria. Pero esta cooperación no puede llevarse a cabo si no se resuelven otros conflictos internacionales:
1. La crisis política en Ucrania ha generado un conflicto entre Rusia y Estados Unidos que impide la participación conjunta de ambas partes en la solución de otras crisis europeas y mundiales, lo que ha allanado el terreno para el avance de los grupos extremistas.
2. La diferencia entre los enfoques políticos también obstaculiza la colaboración entre Washington y Moscú. Rusia considera el terrorismo en el Oriente Medio como una amenaza directa cerca de sus fronteras, algo que para EE.UU. solo forma parte de un gran juego geopolítico.
Tanto los portavoces de los servicios de inteligencia de Rusia como los periodistas y analistas políticos occidentales subrayan la estrecha relación entre los disturbios en el Oriente Medio y la situación en el Cáucaso. Es obvio que la política exterior de Rusia en el Oriente Medio tiene una relación directa con los acontecimientos en el Cáucaso del Norte.
De todas maneras, Moscú y Washington han llegado a este entendimiento que algunos asuntos internacionales como la lucha contra Daesh y otras redes terroristas no pueden solucionarse de forma permanente sin un diálogo serio sobre los temas relacionados con la seguridad internacional y europea.