Alwaght- Dos semanas después del fallido golpe de Estado contra el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan, los acontecimientos en Turquía siguen captando la atención de los medios de comunicación y analistas políticos, lo cual indica que la intentona golpista ha tenido importantes consecuencias para el país euroasiático.
1. El golpe de Estado contó con el apoyo de dos frentes bastante poderosos que a pesar de haber fracasado en sus objetivos previstos, el Gobierno de Erdogan no los puede ignorar debido a su gran presencia en la sociedad turca. El Ejército turco, formado por unos 300 mil efectivos, es considerado el cuarto cuerpo armado más fuerte de la Organización del Tratado de la Alianza del Norte (OTAN) y, tras la rebelión militar, sigue siendo una institución poderosa. Después del fracaso golpe militar, el Gobierno impuso algunos cambios que afectaron hasta cierto punto el poder del Ejército, sin embargo, como Erdogan no es capaz de realizar reformas fundamentales en todo el Ejército, los militares podrán llevar a cabo rebeliones contra el Gobierno de Ankara en un futuro próximo.
Además, Fetulá Gülen —acusado de estar detrás del golpe— no cuenta con amplio respaldo entre los religiosos y revolucionarios turcos debido a su condición de líder islámico proccidental, pero a través de las entidades que controla en Turquía puede resistir pese a la represión del Gobierno contra sus seguidores. Gülen defiende una ideología en la que se pueden ignorar las leyes islámicas y actuar según la propia lógica. Estos pensamientos de Gülen han causado que la CIA lo apoye como la solución de los problemas de EEUU con el mundo islámico. De todas maneras, Gülen y sus simpatizantes seguirán activos en la sociedad turca con el apoyo de Washington, algo que supondrá un dolor de cabeza para Erdogan.
2. El Occidente se opone a Erdogan y sus políticas, principalmente, debido a que no puede soportar un país islámico fuerte y liderado por una sola persona. Por lo tanto, a pesar de los servicios de Erdogan al régimen de Israel durante los 14 años de su mandato, el Occidente lo considera un peligro para sus intereses. Por otra parte, los países occidentales consideran a Turquía como uno de los principales culpables del fracaso de sus sanciones económicas unilaterales impuestas a Irán. De hecho, las políticas del Gobierno turco no coincidían con las intenciones del Occidente en un periodo que EEUU y sus aliados aumentaban día en día sus presiones contra el país persa. El Gobierno turco, no por el pueblo iraní sino por sus propios intereses comerciales y políticas oportunistas trató de evadir hasta una gran medida los embargos antiraníes.
Si comparamos la situación de los países de la Unión Europea (UE) con la de Turquía durante los casi siete años que la crisis económica azotó el Occidente, se puede entender que Turquía sufrió menos daños económicos respecto a países como Italia, Grecia y España, mientras la economía turca mantenía vínculos fuertes con la europea. Desde 2007 hasta 2011, Erdogan logró reducir de manera considerable las tensiones de su país con los vecinos y sacó provecho de sus relaciones con Rusia, Irán y los aliados de estos dos países. EEUU y Europa no toleran las políticas económicas de Erdogan (políticas que han beneficiado también las economías de Rusia e Irán) y consideran al mandatario turco como una persona non grata. Por eso, a pesar del fracaso del golpe de Estado, el Occidente no renunciará a sus intentos para sacar del poder a Erdogan y al gobernante Partido de Justicia y Desarrollo (AKP). Esta situación ha preocupado al estadista y lo ha llevado a mejorar sus relaciones con el Occidente en los últimos días. En este sentido, tras el fallido golpe de Estado, el premier turco, Binali Yildirim, insistió en la necesidad de la salida del poder del presidente sirio mientras antes del golpe había hablado de la posibilidad de la recuperación de los lazos Ankara-Damasco. Otras medidas como la liberación de una parte de los militares detenidos, así como el cese de las críticas de Erdogan contra el Occidente fueron adoptadas en la misma línea, aunque no tuvieron repercusiones en el Occidente y solo llevó a EEUU y a Europa a aumentar sus demandas a Turquía. Aunque el fallido golpe de Estado debilitó a los opositores de Erdogan, la misma voluntad que estaba detrás del golpe sigue presionando para sacar a Erdogan del poder.
3. Se dice que los cambios que promueve Erdogan no continuarán por mucho tiempo. Cuando le preguntaron al presidente sobre el papel influyente de Abdolá Gul y Ahmet Davutoglu en el fracaso del golpe de Estado, Erdogan dijo que solo Dios ha hecho fracasar el golpe. Posturas de este tipo solo hacen aumentar las filas de los opositores de Erogan, incluso en el mismo partido gobernante. Por otro lado, el actual Ejército turco no puede hacer frente de una manera eficaz a los kurdos separatistas en Turquía.
4. Una medida sensata que podría tomar Erdogan para neutralizar las crecientes presiones de Europa y EEUU y las amenazas contra su seguridad es acercarse a un país estable como Irán. Sin embargo, teniendo en cuenta sus preocupaciones, el presidente turco dejará pasar esta opción y, en lugar de mantener "relaciones estratégicas" con Irán, Ankara intenta utilizar la recuperación de sus nexos con Teherán para frenar las presiones de EEUU, Europa y Arabia Saudí.