En medio de su primera visita al país después de 44 años, la activista y académica estadounidense, ex miembro de los Panteras Negras, habló de violencia y terrorismo, de conflictos étnicos y de género.
Activista de toda la vida, emblema del feminismo, académica contestaria y leyenda de los derechos civiles, la sola presencia de Angela Davis (Birmingham, Alabama, 1944) hace recordar a la militante comunista que en septiembre de 1972 visitó Chile por invitación del PC local. Por su peinado afro -menos frondoso que antaño, pero afro a fin de cuentas- y sobre todo porque activista sigue siendo: su llamado a “desmantelar el capitalismo” fue proferido ayer por la mañana más de una vez, sin abandonar las sonrisas ni perder la compostura.
Un día después del homenaje que le rindió la población de Recoleta que lleva su nombre (y que se fundó en la época de esa primera visita), la autora de Mujeres, raza y clase llegó al tercer piso de un hotel situado justo al frente de la Biblioteca Nacional, siempre en el marco del 10° Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política de la U. de Nueva York (y que lleva por título “eX-céntrico: Disidencias, soberanías, performance”, en un tranbajo conjunto con la U. de Chile).
Tocaba la conferencia de prensa en un salón atiborrado de periodistas locales y extranjeros -gente de Cuba, de Irán, de Alemania- y había muchas preguntas para la invitada.
Ataviada de negro y recibiendo las preguntas directamente en inglés, Davis fue consultada por variedad de ítemes: del pasado al presente, de EEUU al Medio Oriente, de la violencia política a la violencias de género, muchas veces vinculando unas cosas con otras. Ello, porque el cuadro general es aún más complejo que décadas atrás, razón por la cual cabe echar mano a lo que llama la “interseccionalidad”: estar donde se intersectan distintos problemas y ejes temáticos, que en lo que a ella concierne son varios, sin perjuicio de que puedan integrarse.
“Es maravilloso estar acá. Me siento muy conectada a la historia de Chile porque pasé buena parte de mi vida política involucrada en la solidaridad con este país”, afirmó Davis, quien explicó que era su deber hacer este alcance antes de responder interrogantes sobre temas que han estado en la noticia. Partiendo por su propio país.
La violencia de ayer y de hoy
La violencia racial, la discriminación, el choque político y la supremacía étnica fueron centrales en los agitados EEUU de los 60, cuando Davis se asoció a los Panteras Negras. Y lo son en estos tiempos, como dejan ver las muertes en Ferguson, Dallas y Baton Rouge, recién este domingo. Muertes de civiles y de policías, blancos y negros. El tema apareció y reapareció a lo largo de la conferencia de prensa y lo primero que le preguntaron fue si, así como están las cosas, nos hallamos de vuelta en los 60.
“No creo que pueda comparar la situación actual con la de los años 60”, fue el inicio de su respuesta. “Ahora, si tal comparación fuera posible, ésta no residiría tanto en la violencia como en las vías de organización que han surgido, particularmente entre los jóvenes: no hace mucho, hubo una gran manifestación en Chicago que fue organizada por tres jóvenes negras de 16 y 17 años”. La violencia policial, añadió, no es nueva y encuentra sus orígenes en los tiempos de la esclavitud. “Lo que es diferente, lo que marca este momento, es el hecho de que los medios se han visto forzados a cubrir estos actos de brutalidad policial”.
En cuanto a los recientes asesinatos de policías, sostuvo que el asunto no es tan sencillo como afirmar que se trata de ciudadanos afroamericanos matando policías blancos (partiendo por el hecho de que hay oficiales negros entre los muertos). Y afirmó: “Me parece que en la cobertura mediática nadie está preguntando por el hecho de que los autores de ambos crímenes son veteranos de guerra: ¿Dónde aprendieron las habilidades para infligir este daño? Uno estuvo en Irak y el otro en Afganistán. Esta es la venganza del militarismo de EEUU y tiene muy poco que ver con la organización tendiente a crear igualdad racial”.
Su propia relación con el país que la vio nacer ha sido suficientemente problemática como para quedar fuera, mucho más considerando la etnia del actual mandatario: “Nunca he estado feliz de verme asociada a EEUU y ciertamente nunca me he asociado a su gobierno, incluso durante los últimos ocho años, en los que hemos tenido un Presidente negro que representa históricamente algo muy importante”. Y concluye aclarando que no quiere desestimar “la trascendencia de haber tenido a Barack Obama en la presidencia”, pero que es importante hacer ver las fallas de su administración, entre ellas la demora en el cierre de la base de Guantánamo (Cuba).
También tuvo palabras para la “guerra contra el terror” de la administración Bush Jr. (“ha hecho quizá más daño y producido más terror que ninguna otra”)- y los recientes atentados en Francia, país al que se siente muy ligada, pero que a su juicio se resiste a reconocer su propio racismo. Y agrega: “Hoy estamos viviendo las consecuencias de una larga historia colonial, que no es sólo de Europa. Acá en Chile podemos ver las consecuencias de la colonización que ha vivido el pueblo mapuche”.
Varios fueron los ejes del análisis, desde el terrorismo hasta la situación medioambiental, que como señala la académica apenas era tema en los 60 y hoy es cosa de vida o muerte. Y, por cierto están las cuestiones de género, que sí han sido una antigua preocupación y que la llevaron en su minuto a rechazar la “Marcha del millón de hombres” (1995), precisamente por buscar la liberación de los afroamericanos sin contemplar a las mujeres.
Dijo Davis que la deprime ver cómo, pese a los esfuerzos de muchos países por ayudar a quienes padecen la violencia de género, encarcelar a quienes la ejercen y llamar la violencia por su nombre, “no parece haber un cambio. Vamos atrasados en todo esto, haciendo un trabajo que no parece alterar el hecho de que la violencia de género es la forma más pandémica de violencia en el mundo”. En lo que toca este ítem, también, “debemos transformar el mundo”. Y los hombres tienen que hacer algo, y mucho, porque no se trata de un asunto puramente femenino, remató.
LaTercera