Alwaght- Estados Unidos siempre ha considerado a América Latina como su patio trasero. Al revisar las relaciones entre EEUU y Cuba, hay que tener en cuenta que este país caribeño estuvo bajo el yugo de la colonización española unos 400 años y, después de una guerra entre España y EEUU, esos dos países acordaron en un tratado que la mayor de las Antillas, junto con otras pequeñas islas del Caribe, quedarán en poder de EEUU. Cuando en 1959, triunfó la revolución cubana y llegó al poder Fidel Castro, las relaciones bilaterales entre EEUU y Cuba se deterioraron y, desde 1960 y 1961 las relaciones entre estos dos países quedaron totalmente estancadas. Como consecuencia, el gobierno de Castro confiscó las compañías norteamericanas y las tierras bajo su poder en la isla y las nacionalizó. Como represalia, el gobierno estadounidense disminuyó las relaciones comerciales con Cuba. Y finalmente, John F. Kennedy firmó un embargo económico permanente contra La Habana, el cual hace más de cincuenta años está presionando al pueblo cubano.
No obstante, el presidente estadounidense, Barack Obama, en un reciente encuentro con líderes de los países latinoamericanos, reconoció la derrota de la política agresiva de Washington contra Cuba y declaró que ya ha terminado el tiempo de las políticas intervencionistas en los asuntos internos de otros países. Sin embargo, no se debe afirmar que la política de EEUU ha cambiado, sino lo que ha dado un cierto giro es la manera como lleva a cabo sus actividades en América Latina.
Así se pude analizar que Washington tiene dos tipos de preocupaciones en cuanto a los países latinoamericanos, el primero, es económico ya que actualmente China está invirtiendo masivamente en los países latinos. La económica capitalista estadounidense parece que se enfrenta a amenazas y desafíos y está en declive, y si añadimos las pérdidas de sus bases económicas en América Latina a estos desafíos, sin duda, la economía estadounidense tiene por delante severos problemas económicos. El segundo, es la influencia rusa en la región y Washington teme que el control tradicional sobre algunas zonas en América Latina sea asumido por Rusia. En otras palabras, EEUU sabe que si continúa con sus políticas de amenaza y sanciones en la región, Rusia muy pronto le sustituirá en América Latina. El viaje del año pasado del presidente ruso, Vladimir Putin, fue una señal muy clara al respecto.
De todos modos, la intervención en los asuntos de otros países no ha finalizado, sólo su forma ha cambiado. En este sentido, se puede deducir que las declaraciones de Obama sobre el fin de las injerencias es una táctica nueva de imperialismo que, a través de normalizar sus relaciones con Cuba, busca penetrar en los países latinoamericanos. En otras palabras, EEUU cuando se enteró de que está perdiendo su influencia en la mayoría de los países latinoamericanos, como en Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia y Nicaragua entre otros, donde subieron al poder presidentes antiestadounidenses, intentó mostrar su arrepentimiento sobre sus políticas aplicadas en la región y pretendió demostrar que está cambiando sus posturas. En este sentido, EEUU echará mano de estrategias diplomáticas y herramientas políticas. Pero el comportamiento de EEUU con sus vecinos latinos siempre ha mostrado que, quizás sea posible un cambio en las formas y modos de intervención e interferencia, pero nunca dejará de lado intervención en sí. En general, a pesar de que la forma de la estrategia estadounidense hacia América Latina ha virado, este cambio también muestra la creciente debilidad de EEUU, la misma que ha obligado a Washington a cambiar su postura y a aceptar la de otros países.