Alwaght- Recientemente hay informes sobre distintos ataques atribuidos a Talibán y Daesh en Afganistán, los cuales merecen analizarse. El ataque suicida perpetrado hace dos semanas frente al Kabul Bank en la ciudad de Yalal Abad, en la provincia de Nangarhar; el ataque a las zonas de Khostk y Verduj, en la provincia de Badakhshan; diversos ataques de grupos relacionados con Talibán e incluso Daesh en Qanduz, Seril, Boghlan, Ghor, Ghaznei, Khust, Paktia, Helmand y… muestran el deterioro de la seguridad en Afganistán. Hay muchas noticias de este tipo. En la mayoría de las zonas y provincias afganas, Talibán y los grupos vinculados a Daesh desarrollan sus actividades terroristas y tienen como blanco el pueblo.
Quizás se puede decir que la inacción del nuevo gobierno afgano ante el grupo Talibán ha causado que esta milicia, con el apoyo de los países occidentales, lleve a cabo operaciones y ataques de forma colectiva.
Actualmente, desde las provincias sureñas hasta las norteñas, hombres armados (da igual, de Talibán o Daesh) están perturbando la paz y seguridades y aún hay rumores de que algunas provincias han caído en manos terroristas. Si se analiza la situación de la seguridad de algunas zonas de Afganistán, se nota claramente que Talibán, como antes, no abandona la zona después de llevar a cabo un ataque, sino se queda para ocupar y controlarla. Esta estrategia de los talibanes es aplicada frecuentemente en provincias como Badakhshan y Nangarhar.
A pesar de que la responsabilidad de algunos de estos ataques se atribuye a individuos extranjeros y de Daesh, el pueblo y el Gobierno de Afganistán siguen indiferentes. Eso quiere decir, que los elementos de estos grupos buscan aumentar su influencia y ganar terreno y, en este camino, también atacan entidades gubernamentales y comisarías de la policía.
La falta de una estrategia del gobierno, junto con la inacción y la escasez de equipamientos militares en las provincias remotas, donde el Ejército ni siquiera ataques aéreos, ha desembocado que Talibán aumente su presencia en dichas provincias donde, algunas veces, causan temor entre los civiles izando la bandera típica de Daesh.
La verdad es que, antes, los talibanes no acosaban a la gente, pero ahora lo hacen y deterioran la seguridad de la zona. Parece que el nuevo Gobierno de Unidad Nacional no toma en serio este cambio en el accionar de Talibán y la inacción de la Administración de Ashraf Ghani es muy peligrosa.
Como conclusión hay que reconocer que la seguridad es delicada tanto en las provincias de Nangarhar y Paktia como en las provincias de Badakhshan y Ghanduz que comparten fronteras con Paquistán, en el sur, y con Tayikistán, en el norte. Según expertos militares, la inseguridad y el aumento de la presencia de Talibán se deben a las políticas secretas internas y la injerencia de Paquistán y países occidentales en los asuntos de Afganistán.
Asimismo, consideran que Daesh busca una alianza con Talibán que le permita entrar en las zonas de Asia Central y hasta penetrar en China, pero antes de todo, debe llegar a un acuerdo con los talibanes y es por eso que coordina sus estrategias técnicas con los talibanes para que, en corto plazo, Afganistán y Talibán se conviertan en el puente de entrada de Daesh a Asia Central. No hay que olvidar que en estos acontecimientos se nota muy claramente la huella de los servicios de inteligencia occidentales en la zona. También se debe señalar que EEUU y algunos países occidentales buscan crear inseguridad y transferirla desde Irak y Siria a Afganistán y Asia Central mientras el gobierno de Unidad Nacional de Afganistán, con su inacción, allana el camino para el fortalecimiento de Talibán y Daesh en este país centroasiático.