Alwaght- Kazajistán celebrará el 26 de abril elecciones presidenciales anticipadas en medio de un clima de variados comentarios y análisis sobre la posibilidad de que la política exterior del país cambie en los años venideros.
La actual política exterior kazaja tiene como prioridad mantener las reformas económicas junto con el predominio de la ideología secular, basada en la cultura occidental, y crear un equilibrio en las cooperaciones regionales y extrarregionales. Esta política, como lo han dicho reiteradas veces las autoridades del país, incluido el presidente, se enmarca en los objetivos que Kazajistán busca hasta la próxima década: elevar su rol en Asia Central, convertirse en uno de los 20 países del mundo con mayor atracción para la inversión y llegar a ser uno de los 50 países más desarrollados del globo.
En esta línea, además de las reformas económicas a nivel interno, se han tomado medidas de coordinación en el sector de la política exterior. La firma de acuerdos y tratados estratégicos con potencias relativamente opuestas como Rusia, Estados Unidos, China y algunos países europeos para aprovechar las capacidades de dichos países de cara a alcanzar los objetivos económicos a largo plazo son algunos ejemplos que muestran que Kazajistán busca un equilibrio e independencia de la hegemonía tradicional rusa.
Sin embargo, este enfoque no significa que Kazajistán busque alejarse de Rusia y aliarse plenamente con el Occidente. En la política kazaja de equilibrio de poderes existe una cooperación, por un lado, con Estados Unidos y Europa y, por otro, con Rusia y China. Está claro que Astaná persigue ciertos objetivos en sendas alas. Por una parte, el Occidente y Estados Unidos se esfuerzan por penetrar hasta las cercanías de las fronteras de Rusia y China a través de Kazajistán y, por la otra, Rusia y China figuran entre los socios estratégicos bilaterales y multilaterales de Kazajistán en los organismos regionales e internacionales como la Organización de Cooperación de Shanghái.
Por esta razón, parece que la política de equilibrio de poderes de Kazajistán es una estratégica sensata en el establecimiento de las relaciones paralelas con China, Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos. En este sentido, el presidente kazajo, Nursultán Nazarbáyev, ha anunciado varias veces que su Gobierno no ha dado pasos contra los intereses de Rusia en sus relaciones con Estados Unidos, ni ha tomado medidas contra Estados Unidos y Europa en sus cooperaciones con China y Rusia.
Un punto positivo sobre la política de equilibrio de poderes de Nazarbáyev que se debe anotar es la desatención del presidente kazajo a las propagandas antiraníes y los proyectos de Iranofobia del Occidente. A lo largo de los últimos años, el país asiático ha establecido muy buenas relaciones económicas con Irán. Asimismo, Astaná y Teherán han enfatizado la necesidad de desarrollar sus cooperaciones bilaterales y, un ejemplo importante de ello, es la selección de la ciudad kazaja de Almaty como la sede de las negociaciones nucleares de Irán y el rol facilitador y practico de Kazajistán en este proceso. En esta línea, teniendo en cuenta las abundantes capacidades económicas de Kazajistán, este país cuenta con una gran importancia para Irán y sus empresas. El ministro de Asuntos Exteriores kazajo, Erlan Idrisov, en un reciente encuentro con su homólogo iraní, Mohamad Yavad Zarif, expresó que Kazajistán “espera ampliar los campos de cooperaciones comerciales y económicas con Irán, ya que este país es un actor importante en el campo de la economía y la construcción de carreteras”.
Como resultado, se puede decir que teniendo en cuenta la persistencia de la línea de las élites en poder y la probable continuidad del sistema centralizado y autoritario después de Nazarbáyev, así como los continuos esfuerzos para reconstruir las actuales instituciones a partir del modelo occidental de manera secular, es muy improbable que la celebración de las elecciones anticipadas resulten en una revisión de la política exterior multidimensional de Kazajistán.