Alwaght- Los movimientos del despertar islámico en los últimos años iniciaban recurriendo a una crisis social y continuaban con el apoyo del pueblo. Las elites generalmente acompañaban con retraso estos movimientos e intentaban dirigirlos, pero no se encontraba un personaje que sea aceptado por todos, ni en el medio de tanto ánimo revolucionario existía un plan estructurado. Por tanto, quizás una de las razones de desvío y represión de esos movimientos tiene raíz en su liderazgo. Los distintos grupos religiosos y nacionales, el balance entre los motivos y lemas de la revolución, la proyección de planes exactos para sustituir al régimen fallido y planear los pasos futuros de la revolución, necesitan un liderazgo justo para guardar los logros de la revolución.
En el nuevo movimiento yemení, un personaje como Seyed Abdalmalek Al-Huti, que encabezaba el movimiento de Ansaralá, recurriendo a lucha contra el gobierno y apoyado en la confianza de los grupos chiíes y suníes, encabezó el liderazgo de la revolución de Yemen y aprovechó muy bien esta oportunidad. Utilizando los discursos galanes, Abdalmalek Al-Huti pudo unir al pueblo sobre sus exigencias y se convirtió en el vocero formal de la revolución.
Seyed Abdalmalek Al-Huti, hijo de Seyed Badardin Al-Huti y hermano menor del mártir Seyed Hossein Al-Huti, nació en 1982. Sustituyó a su hermano, fundador del movimiento de Ansarolá, como líder de ese movimiento el 10 de septiembre de 2004 y participó en el segundo período de las guerras contra el régimen depuesto del general Ali Abdolá Saleh junto con los chiíes en Saada. Seyed Abdalmalek nunca apareció como un líder hasta 2006 en el inicio del tercer período de guerras de los chiíes del norte contra el gobierno.
Seyed Abdalmalek en una entrevista con el diario libanés Al Diar en 2008, dijo que tenía 28 años. Declaró que recibió sus enseñanzas religiosas en su ciudad natal y creció en una familia pobre y al igual que su familia, estaba interesado en asuntos regionales e internacionales. Está casado y tiene hijos. Pasó una parte de su niñez en Meran, una región en la provincia Saada en noroeste de Yemen y otra parte la pasó en la región Jomaá Ben Fazel en Heidan de Saada. También pasó su juventud en Saada. Seyed Abdalmalek Al-Huti, actual líder del movimiento Ansarolá, fue elegido como el líder de ese movimiento después del martirio de su
hermano Hossein, por tener una personalidad fuerte. Desde el 2004 hasta ahora ha podido liderar el gran movimiento de Ansaralá con el apoyo de sus compañeros en el movimiento Al Shabab Al Momen.
Teniendo en cuenta estas características personales, se puede decir que una de las diferencias entre el movimiento de 2014 con el de 2011 son esas mismas características de liderazgo que se aplica a Ansarolá. Y eso mayormente se refiere a la visión de Abdalmalek de ampliar el movimiento. Los principales líderes religiosos de los hutíes, no sólo fortalecieron el movimiento, sino que también cubrió la falta de religiosidad del movimiento anterior en 2011. Por eso, este movimiento y su liderazgo cuentan con una capacidad que cubre todo Yemen y ha asumido la responsabilidad de hacer un “cambio pacífico” y se ha convertido en el eje de la independencia e integridad territorial.
La aceptación del movimiento de Ansarolá por parte del pueblo enseña que éste salió de su forma tribal y se ha convertido en un movimiento nacional. En realidad, la nueva capacidad de la revolución yemení
junto con su serio desarrollo en dos aspectos de liderazgo y de cuerpo puede causar un nuevo movimiento de despertar islámico en la región y remover las discapacidades de las revolucionarias regionales. El énfasis de Abdalmalek Al-Huti en la forma pacífica del movimiento y su respeto a la Carta de la ONU y la Constitución yemení- como una respuesta a la declaración del Consejo de Seguridad- muestra que el movimiento hutí no es anarquista sino es islámico que cuenta con el apoyo del pueblo.
Por eso, los hutíes han planeado su movimiento de una forma que en primer lugar tenga una identidad civil para gozar del apoyo del pueblo y en segundo lugar esté en el marco de la revolución anterior yemení para
tener el apoyo de otros revolucionarios. En realidad, el movimiento de Ansarolá liderado por Abdalmalek, para satisfacer las exigencias principales y revolucionarias del pueblo, pudo rellenar los blancos tribales y étnicos en la sociedad yemení y dirigió todas las fuerzas en un camino único. Por lo tanto el liderazgo en Yemen ha desacelerado la desintegración étnica y ha reunido las fuerzas opositoras ante el gobierno central. Sin duda alguna, el liderazgo religioso entre los indignantes, ha conllevado el miedo y preocupación de las fuerzas
regionales e internacionales. Además, la aceptación inmediata de las exigencias del movimiento de Ansarolá por parte del fugitivo presidente yemení, Mansur Hadi, muestra explícitamente que el gobierno central no tuvo la fuerza necesaria para reprimirle.
La agresión militar de la coalición saudí, para apoyar la postura de Mansur Hadi, también aprueba esa incapacidad de enfrentarse con los revolucionarios. En estas situaciones, la resistencia de Ansarolá frente a los ataques salvajes de la coalición árabe liderada por Arabia Saudí, pavimenta el terreno para que Abdalmalek se convierta en un personaje destacable no gubernamental en la reciente década y en un ejemplo de resistencia árabe-islámica como Seyed Hasan Nasrolá en El Líbano y los líderes de Hamas en Palestina.