Alwaght- La resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) sobre Yemen reveló, sin tener en cuenta sus detalles, que la única y mejor opción existente para el pueblo yemení es la resistencia. A parte de su nivel, la misma resistencia ante la agresión y el no rendirse ante las exigencias ilegales e injustas parece que hoy en día se está convirtiendo en una unidad entre los partidos, grupos políticos y tribus yemeníes.
En los últimos días, la opinión pública de todo el mundo vio claramente que tras más de veinte días de agresión salvaje por parte de Arabia Saudí y su coalición subsidiada al pueblo oprimido yemení, han causado muchas destrucciones y matado a más de 2500 civiles dejando heridos a miles de yemeníes, y a pesar de las protestas masivas en varios países del mundo contra las atrocidades saudíes, el CSNU finalmente, en vez de condenar esas matanzas y finalizar esa carnicería saudí, ordenó en su resolución, con el voto a favor de todos los miembros (20 miembros) excepto Rusia, poner sanciones contra la revolución y sus líderes encabezado por el líder de Ansarolá, Abdolmalek Al-Huthi. A pesar de que el espíritu de esa resolución de la ONU no podrá cambiar significativamente el proceso de los acontecimientos y la revolución en Yemen, la resolución expuesta bajo el séptimo artículo de la Carta de la ONU, nos deja ver el ardor de la arrogancia mundial para ceder a la revolución popular a cualquier precio. Apoyando explícitamente las medidas militares del régimen de Arabia Saudí, esa resolución también da una luz verde a la agresión y salvajismo de los saudíes.
La estructura de esa resolución está basada en la prohibición de la entrada de armas a Yemen y evitar que lleguen a manos de los revolucionarios, así como también, impedir la llegada de las ayudas y necesidades necesarias del pueblo yemení. Con esta medida quieren destrozar la resistencia del pueblo y restablecer su hegemonía.
Asimismo, la resolución de la ONU mostró a todo el mundo intelectual y a la opinión pública que verdaderamente no se puede confiar en las organizaciones internacionales como la ONU y el Consejo de Seguridad para resolver los problemas y establecer la paz. Esas organizaciones fácilmente violan las leyes internacionales y sus propias constituciones a cambio de petrodólares saudíes.
Esa resolución y la postura de las potencias mundiales en la crisis de Yemen enseñaron que si los pueblos quieren ponerse de pie y restaurar sus propios derechos deben apoyarse en su propia voluntad y poder evitar cualquier dependencia a otros, especialmente, a las potencias. Cabe destacar que el voto de abstención de Rusia en el Consejo de Seguridad revela que las potencias no son confiables y actúan solo según sus propios intereses y el derecho de los pueblos y la misma justicia no tienen ningún lugar en su política exterior. Si el gobierno ruso no buscaba el veto de esa resolución, al menos podía explicar explícitamente su postura ante la agresión a Yemen a través de su voto negativo.
Finalmente, cabe mencionar que si el pueblo de Yemen sigue con la misma voluntad que hasta ahora ha tenido y tiene fe en la victoria prometida de Dios, sin duda alguna, podrá obtener la victoria y con la voluntad y ayuda de Dios vencerá a los enemigos y agresores del territorio yemení.