Al-Waght- Desde
que se fundó la llamada Coalición anti-EIIL liderada por Estados Unidos, Arabia
Saudí ha insistido en su presencia entre los integrantes del grupo, mientras
que los terroristas de Daesh, debido a la cercanía ideológica que tienen con el
Gobierno salafí-wahabí de Riad, se ven entre los amigos de dicho Gobierno, tal
y como el semanario ‘Di Site’, en un artículo escrito por Michael Thoman,
considera a Arabia Saudí como una pieza inapropiada en la mencionada coalición,
por la historia de las relaciones mantenidas con el EIIL.
Asimismo, el país árabe siempre ha sido objeto de duras
críticas por su apoyo financiero y armamentístico al EIIL. A este respecto el
miembro del Consejo de Expertos de Mosul (norte de Irak), Rahim al-Taei, ha
revelado que Arabia Saudí paga un sueldo mensual por valor de 1500 dólares a 40
ancianos de la ciudad con el fin de apoyar a los elementos terroristas.
Entre tanto, la más obvia pregunta sobre la presencia de
Arabia Saudí en dicha coalición es que ¿cuál sería la verdadera intención del
régimen Al Saud de adherirse a semejante coalición, teniendo en cuenta la
dependencia que tienen los integrantes de Daesh a ese país y sus apoyos
económicos? El diario británico ‘The Guardian’ ha indicado en un informe que
Arabia Saudí, entre los otros países ribereños del Golfo Pérsico, se muestra
muy vacilante para cooperar con EE.UU. en su lucha anti-Daesh. Arabia Saudí
tiene duda sobre cooperar en la guerra, pues prefiere tan solo mandar misivas
sobre fomentar la lucha anti-terrorista, ofrecer apoyos financieros a tribus
suníes y entrenar a los opositores sirios. Lo que pasa es que Arabia Saudí está
preocupado sobre la postura de EE.UU., especialmente tras las grandes
fluctuaciones que mostró Barack Obama en sus decisiones sobre Irán y la guerra
en Siria, Riad cree que el presidente estadounidense no se muy confiable. La
petición de ayuda por parte de Arabia Saudí, da a conocer el gran peligro del
EIIL y las políticas ambiguas de EE.UU. en su contra. De hecho, ese informe
muestra que si Arabia Saudí pretende participar en la Coalición anti-EIIL,
tiene raíz en la preocupación de ese país por la amenaza que le supone esa
banda y no en la intención de saudíes para luchar contra el fenómeno del
extremismo.
Esa preocupación se intensificó aún más tras la
eliminación de las palabras ‘Irak y Levante’ del nombre del ‘Estado Islámico de
Irak y Levante’ y cuando salió a la luz los motivos expansionistas de los
cabecillas de ese grupo terrorista takfirí, pues Arabia Saudí ya se dio cuenta
de que Daesh busca recuperar la utopía de la primera generación del wahabismo y
los enfoques de Muhamad Ibn Abdulwahab, no las posturas del gobierno liberal
saudí, y esa cuestión preocupó mucho a las autoridades del país, teniendo en
cuenta que el ámbito interior de Arabia Saudí prepara un buen lecho para crecer
los pensamientos takfiríes. Además las fronteras comunes entre ese país y las
áreas críticas, entre ellas Irak, Yemen y Jordania, podría representar un
peligro permanente al Gobierno saudí.
En esta situación, el establecimiento de un gobierno sin
límites, con apariencia islámica, según los conceptos wahabíes, se considera un
peligro serio para Arabía Saudí, puesto que ese país siempre se ha opuesto a
cualquier proyecto islámico que posiblemente se haya infiltrado en sus
fronteras, como fue el caso de los Hermanos Musulmanes (HH.MM.) en Egipto.
De esta manera la fundación de la coalición anti-EIIL
podría convertirse en una excusa para mejorar
el nivel de seguridad de Arabía
Saudi y toda la región, y así Riad podría aprovechar la oportunidad dorada para
eliminar a su rival ideológico, aunque los preparativos se habían realizado con
fecha anterior. Por tanto, el 7 de marzo de 2014 el Ministerio saudí del
Interior, por medio de un comunicado, incluyó a los HH.MM., el EIIL, el Frente
Al-Nusra y el Movimiento de Hezbolá de este país en su lista de grupos terroristas.
Según el indicado informe, a partir de la fecha emitir edictos religiosos
(fatwa) para luchar en los territorios extranjeros o recaudar fondos para
apoyar a los grupos terroristas se considera un acto prohibido (haram), así
mismo invitar al pensamiento ateo en cualquier forma o poner en
duda los fundamentos de la religión fue declarado como un delito.
Por tanto, tras la caída de Mosul, los funcionarios
saudíes celebraron diversas reuniones con las autoridades norteamericanas para
abordar la adhesión de Riad a la Coalición, en una de las importantes citas,
celebrada el pasado 11 de septiembre entre el entonces rey de Arabia Saudí, Abdolá bin Abdulaziz al
Saud y el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, recalcó el rey
saudí: “les apoyaremos en suministrar todo lo que necesitan”. De esta manera,
Arabia Saudí como primer paso destinó 100 millones de dólares al plan de lucha
antiterrorista de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y seguidamente
albergó en la ciudad de Yedda una conferencia sobre la lucha contra el EIIL, a
la cual además de los ministros de Exteriores de los países árabes del Consejo
de Cooperación del Golfo (CCG), asistieron los cancilleres de EE.UU., Irak,
Turquía, Egipto y Jordania. Durante la reunión entre los funcionarios saudíes e
iraquíes, celebrada en el marco de la mencionada conferencia, los dos países
acordaron en la reapertura de la Embajada de Arabia Saudí en Bagdad, y de tal
manera el Gobierno saudí enviaría a un agente diplomático a Irak, por primera
vez desde 1990 cuando convocó a su embajador en el país mesopotámico.
Tras la conferencia de Yedda, en otra cita celebrada
en París que contaba con la presencia de los representantes de más de 20
estados, el canciller saudí confirmó la participación de su país en la Coalición
Internacional anti-EIIL, además anunció que Arabia Saudí ofrecería a Irak una
ayuda por valor de 500 millones de dólares para ser usada en su lucha contra
Daesh.
Entre tanto, el papel más destacado de Arabia Saudí
en la Coalición anti-EIIL, al parecer, se observa al suministrar las
necesidades económicas y bélicas de Daesh. Así que, los medios de comunicación
occidentales han publicado, en numerosas ocasiones, que los países árabes del
Golfo Pérsico, bajo la presión de EE.UU., han aceptado conceder la financiación
para los equipamientos bélicos de operaciones anti-EIIL. Lo interesante es que
esas armas son las que fueron compradas con contratos caros a los países
occidentales, especialmente Estados Unidos. Por tanto, el rol de esos dos
países en la Coalición anti-EIIL, liderada por Washington, y las operaciones
aéreas que realizan en Siria ha captado la atención mundial. De hecho, esa
cooperación militar en momentos en que ya no existen los antiguos poderes
militares árabes, como Egipto, ha sido un nuevo acto. Asimismo, dicha
colaboración podría conllevar peligros políticos y de seguridad para ambos
Estados. La adhesión de Arabia Saudí a la Coalición occidental anti-Daesh,
también podría causar la indignación entre muchos suníes extremistas saudíes.
Abdoljaleq Abdolá, experto político desde Emiratos Árabes Unidos (EAU), ha
declarado que el acto podría resultar en actos de represalia para su país. El
surgimiento de nuevas divergencias entre los países miembros en el CCG, según
el experto, podría ser otro resultado de la participación de Arabia Saudí y EAU
en la Coalición anti-EIIL.
A unos meses del inicio de operaciones de la
Coalición anti-EIIL, se dio por entendido que al contrario de algunas
propagandas publicadas los países árabes no desempeñan un papel clave en la
lucha militar contra el EIIL, tanto que varias fuentes occidentales consideran
que la Coalición anti-EIIL en lugar de ser un grupo militar tiene las
características de una facción política, en la cual EE.UU. utiliza a los países
árabes como herramientas para evitar un posible enfrentamiento directo a los
grupos suníes residentes en la región.
En otras palabras, EE.UU. no cuenta con el poder
militar (capacidad en el campo de batalla) de los países árabes en sus cálculos
militares, ya que el rol militar de esos estados, como se mencionó en este
artículo, es algo imaginario y lo importante para EE.UU. es el equipamiento
bélico y el dinero generado por el petróleo de los estados árabes.