Alwaght- Desde el punto de vista sociológico, la más importante similitud de algunos países árabes del Oriente Medio y el norte de África es la falta de un gobierno democrático y responsable en lugar de los regímenes totalitarios y dictadores. En estas circunstancias, la pregunta principal es por qué la tormenta de la Primavera Árabe no afectó de una manera igual a todos estos países.
Mientras varios regímenes como los de Túnez, Egipto, Libia y Yemen fueron derrocados durante las revoluciones de la Primavera Árabe, las monarquías del Golfo Pérsico como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Catar, Kuwait, Bahréin y Jordania quedaron inmunes en la ola de esta tormenta devastadora.
Para responder a esta pregunta, hay que dividir los países árabes del Oriente Medio y el norte de África entre “monarquías” y “repúblicas”. Los países árabes que cuentan con el sistema político república normalmente tienen una población mayor y más pobre, tienen las leyes y estructuras modernas que han quedado inútiles debido a los gobernantes dictadores, lo que aumenta considerablemente la insatisfacción popular. Al contrario, las monarquías del Golfo Pérsico tienen una población menor y una economía basada en los ingresos petroleros, así como regímenes que son dependientes de los petrodólares y garantizan su legitimidad gracias a los elementos tradicionales como la herencia, la pureza de sangre, etc.
Las repúblicas consiguen su legitimidad política a través de la participación del pueblo en las elecciones, por lo que si no logran convencer a los ciudadanos y fracasan en responder a sus demandas políticas, enfrentarán una crisis de legitimidad. Las presidencias vitalicias y las dictaduras contradicen los principios de la democracia dentro de las repúblicas. Las crisis de legitimidad, junto con la corrupción de los gobernantes y el descontento popular dentro de las repúblicas solo necesitan a una chispa para dar lugar a una ola de revoluciones.
¿Por qué las monarquías son más estables?
No obstante, los sistemas monárquicos se han mostrado más estables y duraderos en comparación con las repúblicas y ninguno de ellos fue derrocado durante las protestas comenzadas en 2010. Los regímenes monárquicos sufren de la “profunda paradoja” que existe dentro de las repúblicas árabes de la región. Ellos tienen sistemas monárquicos tradicionales que reciben su legitimidad tradicional por parte de sociedades cerradas y tradicionales. En los países con un sistema monárquico las demandas democráticas del pueblo son muy limitadas. Por otra parte, las riquezas petroleras y la pequeña población de los reinos dan esta oportunidad a los reyes que impidan el surgimiento del descontento económico dentro del país a través de la inyección de los petrodólares a la sociedad en el marco de los “paquetes económicos”. Aunque en estos países también existen insatisfacciones económicas surgidas debido a la corrupción dentro de la familia real, así como las amplias discriminaciones tribales y religiosas, los reyes normalmente pueden controlar el descontento popular con las medidas económicas como los millonarios paquetes de reformas del régimen en caso de Arabia Saudí.
Las autoridades del régimen de Al Saud han gastado miles de millones de dólares para impedir la infiltración de la ola de las revoluciones de la Primavera Árabe en Arabia Saudí y sus aliados. Este reino árabe aprobó un paquete económico de 36 mil millones de dólares para reprimir las protestas dentro del país, además de ofrecer apoyos financieros a otros regímenes monárquicos de la región como Jordania (una ayuda de 400 millones de dólares) –un país que carece de vastos recursos de petróleo– y Bahréin. Por otra parte, Arabia Saudí invitó a Jordania a adherirse al Consejo de Cooperación del Golfo (CCG, integrado por países árabes ribereños del Golfo Pérsico) con el objetivo de crear una alianza completa de los regímenes monárquicos de la región para impedir la caída de la primera ficha del dominó de los reinos árabes.
Entretanto, el régimen de Bahréin vive en una situación distinta a otros reinos árabes de la región. El dominio de una minoría suní sobre la mayoría chií en Bahréin y la negativa del régimen de Al Jalifa a cumplir con sus reformas prometidas han provocado una gran ola de protestas y disturbios en este pequeño país del Golfo Pérsico. Hasta ahora las brechas tribales y étnicas y la falta de un consenso entre los opositores, así como la intervención militar de las fuerzas de la llamada ‘Escudo de Isla’ para reprimir las protestas han evitado el derrocamiento del régimen bahreiní.
De todas maneras, los regímenes totalitarios y dictatoriales árabes están en el camino de cambios profundos. Ni las riquezas petroleras de los monarcas árabes y ni las represiones de las fuerzas del Escudo de Isla son capaces de inmunizar estos países a largo plazo. La extensión de las redes sociales y el aumento de la conciencia política de los pueblos árabes obligarán a los actuales gobernantes a dejar el poder o aceptar amplias reformas políticas en sus países.