Al-Waght- La intensificación de los conflictos entre los independistas y el Gobierno central de Ucrania en las regiones orientales del país ha provocado al aumento de la tensión entre Rusia y el Occidente. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, está en busca de restaurar la posición de su país como una superpotencia a nivel internacional, pero no quiere entrar en una confrontación directa con el Occidente. Putin trata de apoyar a los separatistas en el este y sur de Ucrania para debilitar al Gobierno de Kiev y obligar a las nuevas autoridades ucranianas a acercarse a Moscú. Rusia tiene como objetivo final el establecimiento de un sistema federal en Ucrania, en el que las regiones ruso parlantes cuenten con una autonomía para definir sus propias políticas internas y exteriores y posean unidades militares locales.
Por otra parte, en el frente del Occidente, el Gobierno proccidental de Ucrania, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos buscan objetivos casi similares, pero cada uno tiene su propia estrategia. Existe una amplia brecha entre los países europeos, por lo que no se puede hablar de una Unión Europea unida. Algunos países como Polonia, Letonia y Lituania abogan por imponer más presiones y sanciones contra Rusia, pero algunos como Alemania e Italia están a favor de las opciones diplomáticas. Otro asunto que debilita la posición del Occidente frente a Moscú es la discrepancia entre la UE y Estados Unidos. Aunque ambos están a favor de impedir el avance de Rusia en Ucrania, los países europeos prefieren medidas menos severas ante Rusia. Las amplias cooperaciones económicas con Rusia y la dependencia del bloque comunitario europeo del gas ruso no dejan manos libres a la UE en el conflicto con Moscú.
Por consiguiente, la crisis en Ucrania ha entrado en una etapa muy complicada en la cual todos los actores internacionales están en una lucha geopolítica. De hecho, la crisis en Ucrania, a pesar de tener características internas y raciales, se ha creado y continuado debido a las intervenciones extranjeras, por lo que Ucrania no puede salir de la crisis sin una cooperación entre estos mismos actores internacionales.
Para acabar con los conflictos en Ucrania, las dos partes tienen que cambiar sus posturas e iniciativas. Por un lado, Rusia tiene que negarse a reconocer la independencia de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk, en el este de Ucrania y por otra parte, el Occidente debe dejar de insistir en el ingreso de Ucrania en la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN). Además, Ucrania debe garantizar que mantendrá su postura de neutralidad entre Rusia y el Occidente, ya que Moscú no puede aceptar la adhesión de Ucrania a la OTAN. Las estructuras económicas de Ucrania dependen mucho de Rusia. Alrededor del 40 por ciento de las industrias soviéticas se encuentran en el territorio ucraniano y Rusia y los países de la ex Unión Soviética son los principales administradores de las fábricas ucranianas. Por lo tanto la independencia económica de Ucrania y el ingreso de este país a la Unión Europea requieren de un largo proceso. Los países occidentales están conscientes de que la economía de Ucrania enfrentará problemas sin el apoyo de Rusia. Por eso, el Occidente no tiene que presionar a Kiev a unirse a la UE, ya que no tendrá buenas consecuencias para la economía ucraniana. Por otra parte, las autoridades rusas tienen que comprender y respetar la voluntad de algunos sectores de la sociedad ucraniana que están a favor de la integración con el Occidente y la UE. Además, el Gobierno proccidental de Kiev también tiene que prestar más atención a las demandas de la población ruso parlante en el este de Ucrania.