Alwaght- Las relaciones entre Arabia Saudí y Egipto —dos países poderosos del mundo árabe— han sufrido altibajos después de la 'primavera árabe'. Tras la llegada al poder de Abdel Fatah al-Sisi en Egipto en 2014 y el rey Salman bin Abdulaziz Al Saud en Arabia Saudí, algunos acontecimientos como el acuerdo para la concesión de las islas egipcias Tiran y Sanafir a Arabia Saudí, aumentaron las especulaciones sobre un acercamiento entre ambos países. Sin embargo, durante los últimos meses se ha extendido considerablemente la brecha entre estas dos potencias árabes.
Los expertos políticos coinciden en que Riad y El Cairo mantienen discrepancias respecto a algunos asuntos regionales. Además, algunos sucesos han incrementado las tensiones entre las dos naciones, incluida la reunión de los eruditos musulmanes en Grozni, capital de Chechenia, donde el sheij Ahmad Karimah, destacado clérigo de la Universidad egipcia de Al-Azhar, calificó el wahabismo (la ideología reinante en Arabia Saudí) de una “secta desviada”. Por otra parte, el encuentro entre los cancilleres de Irán y Egipto al margen de las sesiones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) enfureció a las autoridades saudíes.
Por otra parte, el ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Sameh Shukri, durante una conferencia de prensa en El Cairo, reiteró la independencia política de Egipto en los asuntos regionales y aseguró que su país mantiene diferencias de actitud con Arabia Saudí en cuanto a la crisis en Siria, ya que El Cairo se opone a las insistencias del régimen de Riad en derrocar al presidente sirio, Bashar al-Asad.
Egipto cree que la salida de Al-Asad del poder allanará el terreno para el fortalecimiento de los grupos terroristas y extremistas en Siria, algo que supondrá una grave amenaza para la seguridad de toda la comunidad internacional. Asimismo, las autoridades egipcias han expresado en reiteradas ocasiones su apoyo a las negociaciones entre el Gobierno sirio y la oposición moderada –y no los grupos terroristas– y han señalado que son los ciudadanos sirios quienes tienen que decidir el futuro político de su país.
La conferencia de Grozni, a la que asistieron 200 ulemas musulmanes, tuvo como tema central la exclusión del wahabismo del Islam. Por lo tanto, la participación de cuatro importantes líderes religiosos de Egipto en esta conferencia provocó una ola de críticas por parte de los muftíes wahabíes de Arabia Saudí. Estas críticas también pueden afectar las relaciones El Cairo-Riad y los apoyos financieros de Arabia Saudí a Al-Sisi.
"La presencia del jeque de Al-Azhar en esta conferencia nos hace reconsiderar nuestro método de interacción con El Cairo… Arabia Saudí es definitivamente más importante que el futuro político de Abdel Fatah al-Sisi. Colaboramos con Al-Sisi en el pasado ya que teníamos un enemigo común (los Hermanos Musulmanes) pero vamos a abandonarle debido a su traición", escribió el periodista famoso saudí, Mohamed al-Jeque.
Los puntos muertos en las cooperaciones económicas entre Egipto y Arabia Saudí también se consideran como otros signos que prueban las diferencias entre los dos países. En la visita del rey Salman a El Cairo, los líderes árabes llegaron a acuerdos económicos que ninguno de ellos han sido implementados hasta ahora; ni el puente de Salman en medio del golfo de Aqaba, ni la zona de libre comercio en la península del Sinaí. Por otro lado, el Parlamento egipcio todavía no ha ratificado la entrega a Riad de los islotes de Tiran y Sanafir, dos islas inhabitadas y áridas situadas en la desembocadura del golfo de Aqaba, y la Justicia egipcia ha declarado nulo el acuerdo marítimo firmado entre Egipto y Arabia Saudí para la cesión de dos islas en el Mar Rojo.
Finalmente, lo que intensificó la tensión en los nexos egipcio-saudí fue la conversación de Mohamad Yavad Zarif, el ministro iraní de Exteriores, con su homólogo egipcio, al margen de las sesiones de la ONU en Nueva York sobre las evoluciones regionales como la crisis siria. Los saudíes esperaban que Egipto actúe de manera deseable de Riad en los acontecimientos regionales mientras que los políticos egipcios prefieren dialogar con Irán, como una potencia regional, sobre las crisis en Oriente Medio.
