Alwaght- Recientemente, el diario estadounidense The Wall Street Journal, en un análisis se refiere a la decepción de Arabia Saudí hacia Turquía y Egipto, así: “estos tres países tienen diferencia a la hora de “determinar cuál es la mayor amenaza” Además, escribe que Arabia Saudí cuenta con las ayudas de sus aliados regionales, Egipto y Turquía, en su confrontación con Irán.
En este triángulo de países, Turquía ha sido el principal aliado de Arabia Saudí en la crisis siria. Riad y Ankara apoyan a los rebeldes en Siria que están luchando contra el Gobierno del país árabe, apoyado por Irán. Además, Egipto juega un papel importante en reducir la influencia de Irán en Yemen, en el marco de la coalición militar contra Yemen, liderada por los saudíes, de hecho, ha enviado sus fuerzas marítimas a Yemen para ayudar a bloquear los puertos yemeníes que están bajo el control de los hutíes que, según The Wall Street Journal, cuentan con el apoyo de Irán.
El problema de Arabia Saudí es la enemistad entre Turquía y Egipto. Después del derrocamiento del expresidente egipcio Mohamed Mursi en 2013 hasta ahora, las relaciones de Turquía y Egipto están congeladas. Otro problema de los saudíes es que Turquía y Egipto, a causa de su enemistad, no pueden colaborar juntos y, entonces, tampoco pueden ayudar a Arabia Saudí a concretar su principal objetivo: “impedir la influencia creciente de Irán en Oriente Medio.”
Después del ataque contra la embajada saudí en Teherán, a pesar de que algunos aliados de Arabia Saudí cortaron sus relaciones diplomáticas con Irán, Turquía no lo hizo. Por otra parte, las relaciones de Egipto con Irán se han deteriorado después de que El Cairo firmara un tratado de paz con Israel en 1979, sin embargo, este país africano no colaboró con Arabia Saudí en su plan para derrocar al gobierno sirio. Estas acciones preocupan a los saudíes. Farhad Nazer, experto en asuntos de Arabia Saudí en el instituto Jayson Anthony Paul intelligence y exanalista de la embajada saudí en Washington, dice: “Arabia Saudí pide a sus aliados que anuncien claramente sus políticas. Los saudíes creen que los países regionales deben adoptar políticas claras y firmes para resolver las crisis en la región.”
Una parte de las causas de la compleja situación de la región proviene de dos enfrentamientos en el Oriente Medio: 1) las diferencias entre los suníes y chiíes, 2) el enfrentamiento entre los opositores y seguidores del Islam político. Después de que Abdel Fatah al-Sisi, el actual presidente egipcio, derrocara a su antecesor, Mohamed Mursi, e ilegalizara al movimiento los Hermanos Musulmanes (HHMM), las autoridades egipcias consideraron el enfrentamiento con el Islam político y la prohibición de las actividades de los HHMM como la principal prioridad de su seguridad nacional. Además, ellas estaban preocupadas por las actividades de Irán en este sentido. Es decir, en la opinión de los egipcios, los peligros del Gobierno de Bashar al-Asad son menos que los de los rebeldes sirios apoyados por Arabia Saudí y similares a los Hermanos Musulmanes.
Nabil Fahmi, ministro de Asuntos Exteriores de Egipto desde 2013 hasta 2014, dice que “el gobierno saudí está mucho más decidido en cambiar el gobierno sirio. Para nosotros, la prioridad es que en Siria haya un gobierno estable y que los mismos sirios decidan sus cambios. Teniendo en cuenta las consecuencias del derrocamiento del gobierno sirio a nivel nacional y regional, nosotros no abogamos por el cambio del gobierno sirio”.
Sin embargo, para el presidente de Turquía, Recep Tayyep Erdogan, la destitución y el encarcelamiento de Mursi fue como un insulto. Erdogan considera sus ideologías personales por encima de las ventajas geopolíticas de mantener cooperaciones con Egipto, que tiene la mayor población en el mundo árabe.
El primer ministro turco, Binaly Yildirim, ha pedido recientemente la reanudación de las relaciones diplomáticas y económicas entre Ankara y El Cairo, pero dejó claro que no acepta “el golpe contra la democracia” en 2013. En respuesta, Egipto pidió que Turquía reconozca a su nuevo presidente.
El excanciller turco Yasar Yakis estima que la negativa de Erdogan a reconocer a Al-Sisi se ha convertido en un principio irreversible en la política exterior del gobierno de Erdogan. Yakis, uno de los cofundadores del actual partido gobernante y también exembajador en El Cairo, señala que “los gobiernos de Turquía y Egipto no deben tener diferencias. Egipto es un factor principal en todos los acontecimientos que ocurren en Oriente Medio y Turquía se ha privado a sí misma de un socio que tiene tan importante papel”. Yakis agregó que Erdogan ha cometido un gran error estratégico al obedecer demasiado las políticas de Riad. El exdiplomático cree que Turquía no debe dañar sus relaciones con Irán ya que esta postura perjudicará en el futuro los intereses de Ankara, sobre todo ahora que los intereses de Turquía y Arabia Saudí no están en una misma línea. En tanto, la modificación de la postura de Riad respecto a los HHMM ha acercado a Ankara y Riad.
Desde cuando Mursi fue derrocado, Riad brindó un apoyo financiero sin condiciones al gobierno de Al-Sisi junto a Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos (EAU). De igual modo, el exrey saudí Abdolá se convirtió en el enemigo de los HHMM haciendo filas con el gobierno de Al-Sisi e incluso llegó a catalogarlo como un movimiento terrorista. El actual rey saudí, Salman, que asumió al poder el año pasado, suavizó la postura saudí ante el Islam político. Él y su hijo, Mohamad bin Salman (ministro de Defensa) albergaron inmediatamente a los miembros de los HHMM en Siria y Yemen; un hecho que agradó a Erdogan y enojó mucho a Al-Sisi. Shadi Hamid, experta del Instituto Broukings, afirma que “la política exterior en esos países no está bien establecida. No nos referimos a los lazos entre los gobiernos en su forma normal. Pero si consideramos las relaciones Arabia Saudí-Egipto, Egipto-Turquía y Turquía-Arabia Saudí, todos estos nexos dependen de los comportamientos de los políticos y son difíciles de vaticinar”.