Alwaght- El régimen de Bahréin arrecia sus medidas opresivas contra los opositores. En este sentido, por orden del ministro de Justicia, un tribunal suspendió las actividades del principal partido de oposición, la Sociedad Nacional Islámica (Al-Wefaq) y confiscó sus muebles e inmuebles. La orden judicial también incluyó la disolución de las organizaciones de caridad Al-Risala y Al-Tuiah al-islamiya, vinculadas con el alto clérigo bahreiní Isa Qasim, y convocó a sus responsables para interrogarlos. En esta situación, cabe preguntar ¿por qué el régimen de Al-Jalifa ha intensificado la represión mientras que en estos momentos no hace falta tomar tales medidas? Un estudio de la evolución regional muestra que el régimen de Al Jalifa está satisfaciendo las demandas de uno de sus patrones, Al Saud.
Sin lugar a dudas, la orden que ha dado lugar a la nueva ola de represión en Bahréin proviene de Arabia Saudí. Al parecer, Riad tiene la intención de silenciar a los eruditos religiosos de ese país, repitiendo lo que hizo con el jeque saudí Nimr al-Nimr. En este contexto, dos factores han sido eficaces en el nuevo enfoque de las autoridades saudíes y bahreiníes:
En primer lugar, el régimen saudí busca restaurar y redefinir sus relaciones con EEUU, que están entrando en una nueva fase luego de meses de tensión, de modo que la ecuación anterior de "petróleo a cambio de seguridad" está progresando hacia cooperaciones económicas extensas. En este sentido, el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman, ha viajado a Estados Unidos para discutir las condiciones del programa económico saudí Visión 2030. A pesar de que el portavoz del Departamento de Estado de EEUU ha expresado el descontento de la Casa Blanca por la decisión de las autoridades bahreiníes de volver a la carga contra los opositores, parece que existe una relación significativa entre la intensificación de las medidas represivas y la redefinición de nexos Riad-Washington. Así que, el régimen bahreiní, títere de Arabia Saudí, ha empezado a aplastar las protestas pacíficas de la oposición, confiando en el apoyo de EEUU.
La segunda razón detrás del comportamiento agresivo del régimen bahreiní podría encontrarse en la decisión de las Naciones Unidas de quitar a Arabia Saudí y sus aliados de la coalición que ataca a Yemen de una lista negra de países y organizaciones acusados de la muerte de menores en conflictos armados. El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha admitido recientemente que esta decisión fue tomada bajo "presiones injustificadas" de Riad. Por tanto, el régimen de Al Jalifa no está preocupado por la reacción de la ONU y sus órganos subsidiarios. De este modo, la rendición de la ONU ante las presiones financieras de Al Saud envalentona a sus aliados a seguir violando los derechos humanos.
Finalmente, se puede decir que el régimen de Bahréin, al intensificar las medidas represivas contra los opositores y cerrar completamente la puerta del diálogo pacífico con ellos, está a punto de entrar en un túnel oscuro. En medio del ámbito represivo, aunque los partidarios de Al Wefaq siguen protestando de manera pacífica, es posible que se vean obligados a recurrir a la fuerza para defender sus derechos. Entonces, se desprende que Al Jalifa está intentando empujar a Al Wefaq hacia el uso de métodos agresivos con la intención de obtener un pretexto necesario para eliminarlo de una vez por siempre.
Por supuesto, se puede esperar que aumenten las objeciones mundiales contra el régimen de Bahréin ya que las nuevas medidas de Al Jalifa para aplastar la inconclusa revolución del pueblo ha atraído la atención de la comunidad internacional. La verdad es que Arabia Saudí puede silenciar algunos gobiernos y organizaciones con sus dólares pero nunca será capaz de comprar la conciencia despierta de las sociedades.